Bastante sabían los burros dónde se metían. El caso es que estaba cayendo una helada de marca mayor y los animal buscaron donde guarecerse. Vieron un techo bajo el que cobijarse y, ni cortos ni perezosos, allá se metieron. Pero lo que a los asnos les pareció una corte era en realidad el Ayuntamiento de Ponga, en San Xuan de Beleño. A la puerta misma de las Consistoriales se quedaron un buen rato los jumentos, a los que sólo faltaron unas gorras de plato para convertirse en conserjes municipales, pues recibieron a todo el que se acercó con la tranquilidad que da no tener ni la más remota idea del monumental embrollo que vive el Ayuntamiento y, en general, la política pongueta, con un equipo de gobierno (PSOE y PP, lo que ya de por si es raro, raro) echando cuentas para ver lo que hay lo que se debe, y una oposición (Foro) echándole la culpa de la deuda al boogie. "La verdadera utilidad del Ayuntamiento en un día de xelada", comentó mi prima Ventaniella Román, al ver las fotos de los rucios a la puerta del Ayuntamiento, imagen que bien podría haber propiciado, en otros tiempos, una canción de "El Último de la Fila" .
Hablando del Ayuntamiento de Ponga, me contó la pariente pongueta que debe ser el único de Asturias en el que no ondean banderas. Fíjense los vecinos y visitantes y verán como en el Edificio Consistorial de San Xuan no hay ni mástil ni banderas, incumpliendose así el artículo tercero de la Ley de Banderas (28 de octubre de 1981), que dice: "La bandera de España deberá ondear en el exterior y ocupar el lugar preferente en el interior de todos los edificios y establecimientos de la Administración central, institucional, autonómica, provincial o insular y municipal del Estado". Parece ser las banderas de las diferentes patrias, grandes, pequeñas y medianas, sí ondearon orgullosas frente al Tiatordos. Pero a alguien debieron molestar y se retiraron. Dicen las malas lenguas que las banderas permanecen tiradas en un almacén municipal.
