Con gran disgusto y emoción, he leído el artículo del periodista Esteban Greciet en LA NUEVA ESPAÑA, bajo el título "Un ovetense Cabal", dedicado a su siempre amigo Ramón Paredes Pérez, recientemente fallecido.
Poco tengo que añadir a lo escrito por Greciet, salvo que Ramón fue una de esas personas queridas y cariñosas que conocí siendo yo un guaje, porque al margen de ser también amigo íntimo de mi hermano José María, Paredes trabajó muchos años en las oficinas de "Valentín Gutiérrez Hermanos", almacén de coloniales, hasta que le rescató don Jesús González, apoderado general de la Banca Masaveu, y su posterior pase al Banco Herrero, donde se jubiló. Recuerda muy bien Greciet, lógicamente, aquellos tiempos de Acción Católica y, por último, la tertulia semanal en la que convivieron y hasta discutieron amigos de siempre ya desaparecidos, como Pepe Villanueva, José María Alonso-Vega, Luis Vega-Escandón y no recuerdo si alguno más.
La última vez que vi a Ramón fue en el aniversario-funeral de mi hermana María Teresa, y de ello hace dos años largos. Se quejaba de sus piernas, pero allí aguantó de pie un buen rato con nosotros, donde también estaba el propio Esteban Greciet.
Lamento no estar en Oviedo estos días, y desde estas cuatro líneas de buen recuerdo envío a su familia un fuerte abrazo y mi recuerdo más cariñoso hacia una persona que envidio por su dedicación en todos los órdenes de la vida.
