El Ayuntamiento de Oviedo ha empezado a cobrar conciencia, en estos últimos años, de la existencia de un patrimonio cultural, tanto tiempo olvidado, entre el que destaca la tradición alfarera, activa desde el Medievo en una parroquia rural, Faro, que por circunstancias que tienen que ver con las características del suelo y la personalidad de sus habitantes ha llegado hasta nosotros. Me honro en pertenecer a una estirpe de alfareros de la que soy el último vástago, tras heredar de mi padre la tradición el conocimiento y la sensibilidad de una industria que llegó a tener más de setenta talleres a mediados del siglo XVIII.

La Asociación de Vecinos de Limanes me propuso un buen día, no hace mucho tiempo, que como superviviente de ese pasado, me embarcase en la tarea de buscar la forma de traspasar a gente joven, con ilusiones renovadas y esas ganas que los años erosionan, el conocimiento, el saber hacer, que ni Faro, ni Oviedo, ni Asturias se pueden permitir el lujo de perder, y del que yo son tan sólo un humilde depositario. Se trata de un patrimonio colectivo cuya custodia me ha sido confiada, pero también de una gran responsabilidad.

Desde entonces hasta hoy, en Faro hemos trabajado buscando el camino para conseguir juntos ese objetivo. Hemos reunido piezas en una colección de cerámica que por sí misma es de un gran valor. Hemos inventariado el patrimonio disperso por la parroquia en relación con la actividad alfarera. Hemos buscado documentación, e iniciamos un proyecto de escuela taller, museo, centro de promoción y producción, que ya rebasa nuestras posibilidades como ciudadanos. Ahí comenzó nuestra relación con el Ayuntamiento.

Y es que con este objetivo comenzamos a tener conversaciones con todos los grupos municipales y también con los grupos políticos de la Junta General del Principado, a lo largo de la anterior legislatura Finalmente conseguimos apoyo real y presupuestario para nuestra idea, con la ayuda de todos ellos, pero especialmente con la del Grupo Municipal de IU de Oviedo, que fueron los que trasladaron una propuesta que, todo hay que decirlo, fue asumida por las demás fuerzas políticas. En consecuencia, contamos en este momento con presupuesto para expropiar fincas y para construir un edificio destinado a convertirse en la sede del Centro de Alfarería de Faro, un centro vivo, que vaya mucho más de un simple museo, que fundamentalmente garantice la transmisión del conocimiento del saber hacer de los alfareros de Faro a las generaciones futuras.

Me gustaría terminar con una sencilla reflexión sobre lo que Asturias y su capital. Oviedo debe apoyar a las gentes que han entregado su vida para hacer posible eso que ahora está tan de moda, de boquilla para afuera, como es el apoyo a la cultura popular. El Prerrománico y la catedral de Oviedo son nuestros grandes símbolos y valores inmateriales, pero sin la sabiduría de los artesanos que hicieron posible la supervivencia y el progreso de nuestra sociedad, estamos condenados a la decadencia y el deterioro de nuestra calidad de vida. Oviedo es todo uno, la calle Uría y el Campoamor, pero también su zona rural que como Faro, debe formar parte de la vida cultura de la ciudad, en condiciones de igualdad con el centro, que no lo es todo. Ni mucho menos.