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El servicio en las gasolineras

Una fuente de trabajo para personas con diversidad funcional

Se hablaba estos días en la prensa de que, en nuestro país, solo el 5 por ciento del total de las gasolineras carece de servicio de empleados, frente a países como Dinamarca, donde son más del 50 por ciento, o Francia, que cuenta con más del 8 por ciento. En consecuencia, como si fuera razón suficiente que lo justifique, piden que se autoricen más en España para acercarnos a esas cifras europeas con la excusa de que, de ese modo, se moderaría el precio de las gasolinas, un vil chantaje que por experiencia deberíamos saber que sólo sirve como coartada, pero que luego no se refrenda con la realidad. Basta recordar cómo la libre competencia en materia de energía, tan cacareada por nuestros políticos, no ha servido para bajar el precio de la electricidad ni de las comunicaciones.

En el momento de escribir este artículo me doy cuenta de una de esas gasolineras que engrosan el débil 5 por ciento del que nos hablan. Me refiero a la que se encuentra en la autopista del Huerna en dirección León. No tiene servicio, es de monedas y yo soy usuario de silla de ruedas, con lo que si tengo el problema de quedarme sin gasolina y viajo solo tendré que llamar a los bomberos. Sólo hay una en ese trayecto hasta prácticamente Madrid, pero ¿se imaginan que hubiera muchas más? Seguramente usuarios en mi situación física deberían llevar una guía para no quedarse varados en mitad de la nada. Ya tenemos problemas con esas que se denominan de autoservicio, que tienen poco personal y tienes que servirte tú mismo y luego pasar por caja, pero por lo menos en éstas tocamos la bocina y, aunque tardan, alguien sale a servirte si eres persona con movilidad reducida.

Pero hay más. La sociedad en general y los gobiernos en particular, ¿están dándose cuenta de la forma en que estamos arrojando piedras contra nuestro propio tejado? Puede que Dinamarca sea un país sustancialmente diferente al nuestro, donde prácticamente hay pleno empleo y una población sometida a grandes impuestos, en el que la asistencia personal a discapacitados, por ejemplo, obtiene cotas elevadas de funcionalidad y progreso. Pero España es muy diferente. Aquí, cada día que pasa, en la medida que incorporamos automatización a nuestros sistemas distributivos y de servicio, más puestos de trabajo se eliminan, incrementando con ello nuestra lista de parados. ¿Alguien se imagina como se mantendrán nuestros hijos en el futuro? El servicio en gasolineras es un puesto de trabajo ideal para personas con baja cualificación, incluso para personas con diversidad funcional, que tengan algún tipo de tara física o psíquica, y por lo tanto un modo de resolver un problema que de otro modo supondría un costo al estado en forma de subvenciones o pensiones.

Por consiguiente, espero que, aunque gasten un poco de materia gris, nuestros gobernantes se piensen todo esto con calma y tomen las medidas correctas.

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