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Crítica / Música

Sorpresa tras sorpresa

El concierto de uno de los grandes exponentes de la cultura armenia

Es conocida y asumida la alta calidad de las orquestas de la extinta Unión Soviética, símbolo de una abrumadora forma de entender la cultura musical, en la que disciplina y talento se ponían al servicio de un Estado que exhibía sus proezas artísticas como expresión de una política y una sociedad alternativa a la del mundo capitalista. Los cambios geopolíticos acaecidos en la década de los noventa terminaron con aquella visión totalitaria y controladora del arte, pero no con la calidad de sus interpretes y formaciones, que encontraron en esta situación el espacio donde expresar y dar a conocer las nuevas realidades nacionales. Desde esta perspectiva, la Filarmónica Nacional de Armenia se ha convertido en los últimos años en uno de los grandes exponentes de la cultura de su país. El pasado miércoles, bajo la dirección de Eduard Topchjan, presentó en el marco de los Conciertos del Auditorio un programa lleno de sorpresas, sonoridades exuberantes, ritmos y melodías exóticas.

"Una noche en el Monte Pelado" de M. Mussorgsky descargó toda la energía que el compositor ruso infundió a la única obra instrumental que orquestó en vida, pese a que la versión escuchada corresponde a la revisión que más tarde realizaría Rimski-Korsakov. Eduard Topchjan llevó al extremo la orquestación original, en la que ya de por sí, el contraste entre cuerda y viento está decididamente marcado, resaltando el uso de la percusión para crear el efecto de "confusión total" al que aspiraba Mussorgsky.

Con el "Concierto para violín en re menor" de A. Khachaturian, la violinista alemana Sophia Jaffé cautivó al público por la frescura y brillantez de su interpretación, llena de sutilezas y contrastes expresivos, mostrando desde el primer momento un sobrecogedor dominio del instrumento. Apasionante exotismo en el "Allegro con firmeza", doliente introspección en el "Andante sostenuto" y exaltación festiva en el "Allegro vivace". La ovación del público fue recompensada con "L'Aurore" de Eugene Ysaye.

En la segunda parte del concierto, la "Sinfonía nº 2 en si menor" de A. Borodin mostró el interés narrativo y programático que ha caracterizado a la música del "Grupo de los Cinco". Concebida como una sinfonía, esconde sin embargo tras sus movimientos toda una épica rusa llena de héroes y bravos guerreros. Topchjan enfatizó el protagonismo de las diferentes secciones de la orquesta para conseguir estos matices descriptivos; así, destacaron chelos y madera en el "Allegro", metales en el "Scherzo: Prestissimo - Allegretto", el contraste de la trompa solista y cuerda en el "Andante" y la rotunda sonoridad de bloques del "Finale. Allegro".

No terminó aquí el concierto, que contó con dos propinas con entidad propia. Fuera de programa la soprano armenia Hasmik Torosyan ofreció "É strano" de "La Traviata" de G. Verdi, en una versión llena de energía y vitalidad fruto de una voz, que, por desconocida en los escenarios ovetenses, sorprendió por su gran registro, color cálido, intensa proyección y agilidades impecables. El "Adagio de Spartacus y Phrigia" reincidió en las orquestaciones contundentes, los ritmos exóticos y el reconocimiento a Kachaturian como "héroe nacional" armenio.

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