La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Crítica / Música

Arte sobre cuerdas

La Sociedad Filarmónica de Oviedo, el pasado miércoles, continuó con su programa de conciertos con la celebración de la tradicional fiesta de Santa Cecilia. Sobre el escenario, la agrupación checa Ars Collegium, que cuenta, desde su fundación en 1996, con una dilatada experiencia en el ámbito de la música barroca y clásica, siendo, no obstante, reconocidos también por su acercamiento a la música del siglo XX. Sobre el núcleo principal, formado por el Graffe Quartet, en el que destacan el violinista Stepan Graffe y el chelista Michal Hreño, la agrupación se caracteriza por una frecuente renovación de sus efectivos, siendo habitual que en cada nueva gira se aprecien significativos cambios que enriquecen y sorprenden al público. Lejos de mermar el resultado o la calidad de conjunto, esto favorece la idea de una agrupación en constante dinamismo.

Dio comienzo el concierto con la "Chaconne en sol menor" de H. Purcell, en la que las variaciones compuestas por Purcell sobre el ostinato del bajo ayudó al despliegue instrumental de cada una de las "voces". Un equilibrio matizado en todo momento por Stepan Graffe, que dirigió a los músicos desde el violín principal.

De A. Corelli, se interpretó el conocido "Concierto Grosso en sol menor" intitulado "para la noche de Navidad". Quizás, inapropiada fue la sustitución del clave de cuerdas por uno eléctrico, pero se entienden las imposibilidades económicas que muchas veces este detalle permite intuir. Salvo esta cuestión técnico-acústica que prevaleció durante todo el concierto, la versión escuchada resultó correcta en su interpretación. Los "tempi" fueron acertados al carácter de la obra cuya tonalidad invita a la intimidad y la reflexión.

El "Concierto para violín, cuerdas y bajo continuo" de A. Vivaldi cerró una primera parte dedicada por entero al barroco. A la habitual riqueza técnica de los conciertos de Vivaldi, en los que el violín asume todas las posibilidades idiomáticas desarrolladas durante los siglos XVII y XVIII, se sumó la entrega de unos músicos acostumbrados a un trabajo individualizado y de características camerísticas que permite conseguir resultados de gran solvencia.

En la segunda parte del concierto se invitó al público a adentrarse en el mundo del clasicismo. El "Concierto para violín, cuerdas y bajo continuo en Do mayor" de J. Haydn mantiene, sin embargo, una cierta grandilocuencia barroca, sugerida en el espíritu de sus movimientos y explícita en las cadencias del violín solista que defendió sin extravagancias Stepan Graffe.

De interesante y transparente podemos catalogar la versión ofrecida por Arsa Collegium del "Divertimento en Fa mayor para cuerdas" de W. A. Mozart, obra compuesta como respuesta a la demanda de música de cámara tan del gusto del público de la época. Esta concesión a las modas no empaña la genialidad del compositor salzburgués que aprovecha las posibilidades y herramientas que tiene a su alcance para expresar su propio lenguaje. El aplauso del público fue reconocido con la "Zarabanda" de la "Suite Holberg" de E. Grieg a modo de propina, en la que el estilo nacionalista del autor se entremezcla con sonoridades arcaizantes de gran expresividad y dulzura.

Compartir el artículo

stats