Excelente trabajo el realizado por el "Trío Ueda-Martín-Gifford" el pasado martes, en la Sociedad Filarmónica. Precedida por una exitosa trayectoria en el mundo concertístico y discográfico, esta agrupación de cámara mostró su solvencia sobre un repertorio de raíces románticas y nacionalistas. Una vez más, la Sociedad Filarmónica se convierte en el portal a través del cual, jóvenes artistas de reconocida trayectoria toman contacto con los escenarios de la ciudad.

El "Trío nº 1 en si bemol mayor" de F. Schubert nunca se interpretó en vida del autor, pero en esta composición encontramos algunas de las características más significativas de la estética del compositor vienés. A diferencia de otros compositores de su época como Beethoven o Liszt, la obra de Schubert parece alejarse de grandilocuencias llenas de dramatismo y exaltación heroica. Mucho más introvertido, su fraseo y desarrollo motívico no se resuelve de manera efectista provocando la sorpresa en el oyente, todo lo contrario, parece preparar con cada nota la percepción de la idea general que recorre la obra. De ahí que sea el Lied, capaz de concretar ideas como pocos géneros, el ámbito donde Schubert encuentre su reconocimiento. Desde el "Allegro moderato" persiste esta idea, en un perfecto diálogo entre los instrumentos en el que violín y chelo son tratados más por sus posibilidades expresivas, a modo de voz, que por sus características idiomático-instrumentales. Bajo este criterio, la versión ofrecida por los tres intérpretes estuvo marcada por una exquisita sensibilidad hacia la fluidez del discurso, realzando delicadamente el carácter introspectivo de esta obra.

Con el "Trío nº 2 en si menor" de J. Turina, la segunda parte del concierto se acercaba al lenguaje nacionalista, plasmación de un romanticismo que, sin abandonar al individuo, pone su énfasis en la identidad del grupo humano. Pese a ser considerado por el propio Turina una obra carente de elementos populares, su estructura clasicista está jalonada de sonoridades y ritmos puramente españoles; más aún, su tratamiento de la modalidad se acerca a los presupuestos mantenidos por Pedrell en su obra "Por nuestra música". Este cambio de registro estético mostró a D. Gifford exultante al piano junto al violín de Y. Ueda y al chelo de A. Lacruz, que una vez más acercó su sonido a la de la voz humana.

El Nacionalismo tuvo su eco europeo en el "Trío en sol menor" de B. Smetana, que sorprendió al público por la energía de la interpretación en la que el violín de Y. Ueda llenó de virtuosismo todo el espacio sonoro. El carácter rapsódico de cada sección y movimiento da la impresión de estar improvisado sobre la rabia contenida de un dolor que emerge para no apagarse -Smetana compone esta obra tras la muerte de su hija predilecta-. Esta cualidad produjo una interpretación de gran riqueza de matices que fue aplaudido con vehemencia por el público, que recibió como propina una versión para trío del lied "À Chloris" de R. Hahn.