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El ocio en la naturaleza, un negocio en Asturias

El turismo activo suma 150 empresas pese a una regulación "muy restrictiva"

Calo Soto, en la vía ferrata de Puente Vidosa (Ponga), la primera de Asturias. miki lópez

A Enrique Casares le cerraron la empresa nada más abrirla. Jugar a la guerra inofensiva disparándose bolas de pintura por un bosque de Candamo todavía sonaba exótico, pintoresco y potencialmente peligroso en la Asturias de los primeros años noventa. Para poder volver a empezar hubo que pedir un permiso especial a la Delegación del Gobierno y permitir que una pareja de la Guardia Civil acudiera, por si acaso, a supervisar aquellos primeros torneos de paintball. Había nacido la tercera compañía de España dedicada a organizar juegos de tiro con pelotas rellenas de esmalte. Hoy es la más antigua del país en su género.

Su comienzo en aquel ambiente hostil y su resistencia al paso del tiempo ilustran el modelo de crecimiento rápido del turismo activo asturiano, una actividad que en el último cuarto de siglo ha pasado de 0 a 150 empresas y de 0 a 57 actividades reconocidas, y que se ha acostumbrado a caminar unos pasos por delante de la regulación. En la expresión de algún empresario veterano, aquí va siempre el carro antes que los bueyes, siempre los hechos tirando de la legislación desde que las vacaciones en movimiento y el deporte de aventura no existían en absoluto -aproximadamente 1990- hasta que ahora dan de comer a esas 150 compañías que reconocen en sí mismas un margen de diversificación, un poder de fijación de población al territorio y unas condiciones naturales para el crecimiento que siguen sin casar con las zancadillas que los empresarios perciben en el camino.

Todo esto era campo, campo y monte sin desbrozar, cuando los últimos años ochenta vieron nacer a la compañía de guías de Cangas de Onís. La locución "turismo activo" no significaba nada, lo que ellos organizaban eran escaladas y paseos por los Picos de Europa. La prehistoria es aquí 1991, el año del primer descenso recreativo del Sella en canoa, y lo último de lo último la primera "vía ferrata" de Asturias, un método recién implantado para escalar las montañas del parque natural de Ponga mediante peldaños incrustados en la roca. Si se mira a sí mismo, se diría que este sector también se ve a veces así, en penoso ascenso por una pared, buscando huecos por donde subir contra un puñado de dificultades, pero avanzando escalón a escalón y a pesar de todo.

La imaginación de Ricardo Soto, explorador del Sella en canoa de recreo, pionero de la actividad estrella del turismo activo en Asturias y directivo de Ataya, la asociación que agrupa a los empresarios del ramo en la región, es capaz de retroceder hasta el pasado no tan remoto de la práctica insignificancia del sector, pero también de avanzar más allá de la lista de 57 actividades que ahora mismo reconoce el decreto autonómico que regula el turismo de naturaleza en Asturias.

Por tierra, mar y aire, la lista compone un inventario de la extensa diversidad de tipos de vuelo, de las formas de navegar en agua dulce o salada y con afán de totalidad enumera los múltiples formatos que admite el ocio en la montaña. La lista va y viene de la escalada a la travesía y de la espeleología al descenso de cañones; de aquí al quad, a la bicicleta, al ala delta, al senderismo y al puenting, hasta termina con el deporte autóctono, pero esta región de monte, bosque y barranco, de río, mar y nieve da para mucho más, se adelanta Soto.

El problema es que estirar la oferta requiere "una lucha constante con una Administración que en lugar de hacer una gestión acorde a la de casi toda Europa ha optado por la opción restrictiva", protesta. "La mejor alternativa es siempre conocer la actividad para regularla, pero aquí, para evitar problemas, se ha elegido demasiadas veces la vía fácil de prohibir sin conocer".

El ocio tiene espacio para más negocio, abundará en la queja Enrique Casares, "siempre y cuando no nos pongan más piedras en el camino". Según su diagnóstico de veterano promotor, "el gran problema que tenemos en todas las actividades empresariales del sector es la 'sabiduría del despacho'. En vez de facilitar las cosas, la regulación da problemas. En Asturias tenemos una gran potencialidad, pero también una gran restricción".

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