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El cazador de trenes prendado de Pajares

Julio Alberto Cendón lleva cuarenta años fotografiando convoyes por toda España, en especial en la decimonónica rampa que une León y Asturias, que conoce al milímetro

Un tren a su paso por Pola de Lena. JULIO A. CENDÓN

Apasionado de los ferrocarriles, amante de la fotografía, enamorado de la montaña, entusiasta de la mountain bike... Julio Alberto Cendón lo tenía todo para quedarse fascinado con el trayecto ferroviario que une León y Asturias. Y así fue. En 1978 tiró las primeras fotos de la rampa de Pajares con su Kodak Instamatic. Desde entonces no ha parado: tiene decenas de miles de instantáneas de trenes, las últimas tiradas el pasado fin de semana con su Nikon D-7000. Hace unos días, presentaba en el Museo del Ferrocarril de Gijón su libro "De León a Gijón en 342 imágenes", un recorrido visual -y temporal- por una línea que avanza por una zona que considera "inigualable". Es un "cazador" de trenes prendado de Pajares, uno de los más expertos conocedores de una de las líneas férreas más singulares y hermosas de Europa.

Julio Cendón, nacido en localidad leonesa de La Bañeza hace 59 años, lo sabe todo sobre la línea que une Asturias y León. Ya desde bien pequeño le llamaron la atención los trenes. Tenía familiares ocupados en tareas relacionadas con el ferrocarril, y siendo muy niño algunos empleados, viendo su interés, empezaron a dejarle subir en las locomotoras. En aquellos tiempos llamaba la atención la "sensación de potencia" que transmitían los convoyes, y ser maquinista de tren era lo que hoy podría ser un piloto de avión. Pura magia para un niño. Una "magia que se mantiene", señala.

Las cosas de vida le llevaron a ser pescadero, y recibía buena parte del género a través del ferrocarril. Se mantenía el idilio. Como todo entusiasta de los trenes que se precie se aficionó a la fotografía. Para inmortalizar a los convoyes. Como además le encantaba la montaña se integró en un club que recorría a menudo la cordillera cantábrica. Y la bicicleta le acercó aún más a la montaña que separa y une a la vez a Asturias y León. Además, la rampa de Pajares estaba "relativamente cerca de casa" y le permitía disfrutar de un "paisaje espectacular", de una geología "increíble" y del resultado de una obra de ingeniería "colosal", finalizada en 1884, después de 18 años de ímprobo trabajo. "El primer proyecto ferroviario ejecutado solo por ingenieros españoles", que salvaba una auténtica pared, indica. La rampa solo es comparable, según Cendón, "a los grandes trazados ferroviarios alpinos, como San Gotardo y Los Réticos, en Suiza, o Semmering, en Austria". También los conoce, claro. La de la rampa de Pajares fue una obra titánica que "aún despierta admiración" y "una de las primeras de España en ser electrificadas, en 1925", lo que supuso "otro hito para el ferrocarril".

"Como la línea León-Gijón, además de estar cerca, tenía mucho tráfico y discurría por una zona espectacular empecé a recorrerla y a tirar fotos", rememora Julio Cendón. También le influyó un artículo que leyó cuarenta años atrás sobre la rampa en la revista "Vía Libre", que edita la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, y un buen resultado en un concurso fotográfico de "Maquetrén", revista de aficionados al tren real y en maqueta. El caso es que ha fotografiado todos los trenes que han avanzado por el Pajares en los últimos cuatro decenios, y casi cada centímetro de la línea. Asegura que hace treinta años el entorno de la rampa de Pajares se recorría "mucho mejor que ahora, tanto andando como en bicicleta". La zona ha cambiado mucho: la vegetación y la apertura de pistas han modificado el terreno.

Su tramo preferido es el que va desde La Robla, en León, hasta Mieres. "Solo" ha recorrido el trayecto de León a Asturias en tren una docena de veces. Otras tantas lo ha hecho en bicicleta de montaña. Caminando lo ha hecho en muchas más ocasiones, recorriendo todos los caminos, todas las veredas. Y en coche ha perdido la cuenta. Casi todas las veces, independientemente del medio de locomoción, se ha detenido para tirar fotos, siempre persiguiendo una visión inédita.

Su colección abarca cuarenta años. Conoció las inolvidables locomotoras 7700, popularmente conocidas como "Las Inglesas", y también las 251, ambas las más características de la rampa. Pero también las de las series 6000 y 6100 de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, que fueron las que inauguraron la tracción eléctrica en el puerto en 1926. Claro que estas las fotografió con motivo del centenario de la línea en 1994. Pero su colección se quedó incompleta el día de Nochevieja de 2015, cuando se incendió su casa. Entonces perdió 5.000 diapositivas de los años noventa. Una pérdida irreparable para el bañezano.

El libro "De León a Gijón en 342 imágenes" incluye dos fotos por cada kilómetro del recorrido, tomadas entre 1979 y 2017, entre la estación de la capital leonesa y la desaparecida del Humedal, desde los 5 metros de altitud en la costa asturiana hasta los 1.270 del punto más alto en la montaña astur-leonesa. Un recorrido que suma casi un centenar de túneles. Las imágenes van acompañadas por textos, planos y mapas. Y, salvo una treintena, todas suyas. Quiso dejar constancia gráfica de cada punto de la emblemática línea de Pajares. Se decidió a publicar el libro por la cercanía del cierre del viejo trazado centenario, cuando empiece a funcionar la variante de Pajares. Asegura que le dará "mucha pena" cuando la vea cerrada. Será "triste", aunque es consciente de que sucederá "más pronto o más tarde". Le queda una esperanza, que el sinuoso y empinado recorrido sea utilizado por trenes turísticos. "La rampa de Pajares es una lección de geología y de ingeniería. Y el paisaje es impresionante. Sería una pena que se cerrara. Habría que ponerla en valor", concluye el leonés.

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