Oviedo, Javier BLANCO

El dúo puertorriqueño «Calle 13» se caracteriza tanto por su contundencia musical como por la del mensaje de sus textos. No sólo. Trasladan esas misivas envueltas en música al día a día. Y así fue ayer en una charla con LA NUEVA ESPAÑA mientras sus componentes iban camino del ensayo para participar hoy en el festival «Vivamérica» en Madrid. Ellos son René Pérez (alias «Residente») y Eduardo Cabra (alias «Visitante»). Al teléfono, el segundo de ellos reflexiona sobre su música y su pensamiento. El día del Pilar, 12 de octubre, traen su música al teatro Jovellanos de Gijón, con estreno de alguna canción de «Entren los que quieran», su nuevo disco.

-«Entren los que quieran» quiere decir que entren todas las ideologías, todas las clases sociales.

-Sí, de eso se trata. Es un apéndice a lo que veníamos proponiendo en nuestro primer disco, incluir a todo el mundo, jugando con el control de acceso de los alias, Residente y Visitante. Es de lo que se trata.

-Ya no se estila la protesta sociopolítica, ¿se ven raros en la escena actual?

-Es más difícil hacer lo que nosotros hacemos. Que se hable es como una rareza y por eso estamos en el ojo público. Decimos algo diferente. Vivimos en el mundo de la corrección y esto ya es una guerra de clones. Con nuestra postura te ganas gente y te ganas enemigos, aunque éstos no los conocemos. Seguimos nuestro camino.

-Y tanta claridad y tanta crítica les trae problemas.

-Lo que nosotros hablamos es de lo que pensamos que es lo correcto. Mi hermano es bastante honesto con su pensamiento sobre lo correcto. Somos honestos, pero no todo el mundo lo es. Hay mucha gente que va de neutral en la música. Ahora mismo la música está fabricada para mover el culo. Hasta las mezclas de los discos no se entienden.

-¿Con su música no se mueve el culo?

-Tratamos de hacer música como un libro, que tenga un principio y un final como lo tiene un libro. No es todo el tiempo «cha-cha-cha-cha...». Seguro que alguna canción hará mover el culo y se venderán millones, pero eso es algo momentáneo. Lo que tratamos es de llevar una propuesta.

-En su nuevo disco hay un mensaje directo al Vaticano.

-Siempre ha habido un poco de esa onda. También en el disco pasado.

-Ustedes siempre dicen que hablan claro, ¿es costoso hablar claro hoy en día?

-En «Calma pueblo» (el último videoclip) se refleja un poco todo eso. Se prohibió en algunos canales simplemente por los desnudos, pero no era nada sexual; es que la gente se despoja.

-Pero hay mucho personaje disfrazado de monja y dicen cosas como que «no me hablen de carteles ni de los "Soprano", la mafia más grande vive en el Vaticano».

-Eso significa la forma de infiltrarse en la Iglesia. No era tanto pensando en la Iglesia, era una postura burlesca, pero con intenciones de mejorar el sistema. Entras, tienes los instrumentos y llevas el mensaje.

-¿Dónde sitúan su música?

-Yo no sé definirlo. Me encargo de la cuestión. Trato de mezclar. La música está ahí para usarla con sus ingredientes: con sal, pimienta, orégano, como un chef. La música puede que tenga una historia similar a los idiomas: unos se mezclan con otros. Así va mutando la música. Lo difícil es no repetirse; y se me hizo más difícil en esta ocasión.

-¿Al hacer un directo, cómo se les verá en Gijón?

-Es la misma banda que llevamos a todos los lados, lo mismo que se vio en Rock in Río. Mira, ahora voy de camino al ensayo porque queremos estrenar en vivo «Vamos a portarnos mal», ya tenemos que empezar a tocar ese tema. Eso haremos también en Gijón; estrenar alguna canción.

-Son contundentes con EE UU, pero es un mercado que los premia y los reconoce con galardones como los «Grammy».

-Tenemos reconocimiento de la gente, pero no nos dejan tocar en la Casa Blanca (ironiza). Lo único es que estoy harto del atropello a Puerto Rico. Estoy cansado de ser una colonia de EE UU.

«A Gijón llevamos lo mismo que se vio en Rock in Río; queremos estrenar en vivo "Vamos a portarnos mal"»