Oviedo, Lucía NOSTI

Se apagaron las luces de forma progresiva en el escenario del auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, el patio de butacas estaba repleto, el escenario se oscureció y unas voces potentes a ritmo de gospel dominaron la oscuridad.

Así comenzaba el concierto de «Soweto Gospel Choir», el coro que hizo vibrar ayer en Oviedo a todos los asistentes. La formación, que llegó desde Sudáfrica, arrancó los aplausos del público con una mezcla perfecta de armonía y espiritualidad.

La coral reúne las mejores voces de las iglesias de Soweto, África, que bajo la batuta de David Mulovhedzi crean un espectáculo intenso, casi místico. Sus ritmos han dado la vuelta al mundo, gozando de un reconocimiento internacional y la formación ya tiene en su haber dos premios «Grammy», el primero por su disco «Blessed» y el último por su canción «Down to the Earth», que formó parte de la banda sonora de la película de animación «Wall-E».

Pero este coro gospel no es sólo música y danza tribal, también quiere transmitir un mensaje que se ha concentrado en el nacimiento de la fundación Vukani, en la que luchan para proteger a los huérfanos con sida de Soweto, en el suroeste de Johannesburgo. También son embajadores de la Fundación 46664, creada por Nelson Mandela, para combatir el VIH.

El espectáculo de «Soweto» fue un despliegue de color y tradición en el que la coral mostró un amplio repertorio de gospel y música tradicional africana. Sus voces potentes, llenas de magia, llenaron el espacio, y a ritmo de palmas, el director del coro, David Mulovhedzi, avivó la danza de los diecisiete componentes ataviados con trajes étnicos multicolores del folklore de Sudáfrica, sin duda el país de moda del continente negro después de haber sido sede del Campeonato del Mundo de fútbol.

Cuando «Soweto Gospel Choir» irrumpió en escena el público se quedó absorto, la coral repartió su energía por todo el auditorio, donde a derecha y a izquierda se observaban caras de concentración y zapatos moviéndose al ritmo del mejor gospel africano.

Sencillez y voces profundas son la principal característica de esta formación, que no necesita grandes ornamentos en el escenario. Las voces como instrumento principal, las palmas, el movimiento de sus pies y un timbal bastan para llenar el espacio y hacer música. Al término de la segunda canción, «Soweto» ya se había ganado al público, cuando una mujer sentada en la última fila de butacas, de forma vehemente, aclamaba «¡Bravo, Soweto!».

Todos los vocalistas tenían su momento para el solo encima de las tablas, y entre una voz y la siguiente se asistía a un silencio expectante, en el que el público permanecía inmóvil, para no perderse algún detalle. «Thank you ladys and gentleman (gracias señores y señoras)», proclamaba a modo de bienvenida a la actuación una de las cantantes.

El éxito de los 17 componentes, más el timbalista, de «Soweto» no fue de extrañar en una comunidad como la asturiana que se moviliza muy fácilmente a ritmo de gospel. De hecho, la formación sudafricana ya había actuado una vez anteriormente en Oviedo. «Soweto Gospel Choir», nacidos en el corazón de Sudáfrica, pasean su mensaje espiritual por todo el mundo, y con sus canciones afirman que quieren hacer llegar un mensaje de paz. Los mejores ritmos del gospel y la música tradicional negra africana se mezclaron ayer con el «reggae» y música contemporánea.

Sencillez y voces profundas para un grupo que no necesita grandes ornamentos sobre el escenario