Tapia de Casariego,

Ignacio PULIDO

El calor aprieta y en Tapia de Casariego las altas temperaturas se combaten a golpe de chapuzón en la piscina de agua salada instalada en la vieja cetárea, sita en las proximidades de «Os Cañois». Cada día, decenas de bañistas se dejan caer por estas instalaciones que, ya superado el ecuador de su primer estío en funcionamiento, gozan de una gran acogida entre los lugareños y los turistas. Como si de un reducto si tratase, los usuarios acuden al abrigo de sus muros para protegerse de la brisa marina, de las olas y del bochorno.

Una ola de calor procedente de África está barriendo al Principado pero, en las nítidas aguas de la piscina de Tapia, las temperaturas de hasta treinta y dos grados centígrados se afrontan con soltura. «Suelo venir a pegarme un baño y refrescarme», comenta la ovetense Gloria Velázquez, la cual prosigue añadiendo que «era hora de que hicieran algo así aquí. Cuando mis hijos eran pequeños ya se bañaban en la vieja cetárea, aunque era peligroso».

«Es una mezcla entre una piscina y la mar. Para los niños es perfecto», enfatiza el matrimonio compuesto por los barceloneses María Gironés y José Luis Pereira, que ayer disfrutan de un baño matinal en compañía de sus nietos, Ana y Jordi Gisbert. No en vano, tal y como señalan los usuarios, el agua de la alberca se renueva cada cinco o seis días y la limpieza es absoluta. «Esto daba pena. Cada poco se vacía por completo, quedando sólo un palmo de agua, y se vuelve a rellenar», precisa el felguerano José Secades, veraneante en Tapia desde hace treinta y cinco años. «Los peques están encantados, les gusta muchísimo», subraya Fina López, nacida en Tapia y residente en Gijón.

En definitiva, un pequeño paraíso en el corazón de Tapia que, a pesar de aprobar con creces el examen de los bañistas, adolece de ciertas carencias. «Echamos en falta la presencia de un socorrista que cubra los mismos horarios de baño que se cumplen en las playas del concejo. Nunca se sabe lo qué puede pasar y vale más estar prevenidos», advierte José Secades. Y es que, para los usuarios, ése sería un detalle a tener en cuenta con el objeto de que las instalaciones pudiesen gozar de la máxima seguridad y garantías, especialmente para los más pequeños, los verdaderos protagonistas de las jornadas estivales en la piscina.

«Echamos en falta la presencia de un socorrista que cubra el horario de baño, como en la playa», señalan los usuarios