Villasonte (Allande),

Pepe RODRÍGUEZ

Nayara Menéndez Valledor tiene 7 años y es de Oviedo. Como cualquier niña de su edad, en invierno, sus paseos son de la escuela a casa, pasando por algún parque, algún centro comercial los días señalados y un montón de semáforos, coches, ruidos y gentes. Pero en su caso tiene un rincón especial donde pasar el verano y donde las aventuras saben diferente: Nayara Menéndez pasa el verano junto a su abuela, Ángela Valle Díaz, en la casa Picos de la aldea de Villasonte, en el Valledor, concejo de Allande.

El verano de Nayara no estaría completo sin la presencia de Andrea Díaz Valledor, su prima del vecino pueblo de Tremao del Valledor. Ésta, que tiene 8 años, es la única niña de su pueblo, donde pasa todo el año. El contraste entre las niñas es evidente, pero eso no impide que durante el verano sean las mejores e inseparables amigas, arriba y abajo por los montes y caminos de la aldea. De hecho, Andrea Díaz se queda a dormir muchas veces en casa de su prima. Ambas pasan un verano muy diferente al de la gran mayoría de los niños: alejadas del asfalto, de las multitudes, de los centros comerciantes y de las consolas.

Nayara y Andrea, vivarachas y parlanchinas una vez que abandonan el miedo a hablar, se lanzan a relatar por qué son tan felices en Villasonte los días estivales: «Estamos todo el rato divirtiéndonos. La mayoría de los días vamos a la piscina, con otros niños mayores que hay en el pueblo, y lo pasamos fenomenal toda la tarde. Nos bañamos después de hacer la digestión, claro, que antes no nos deja la abuela».

Ángela Valle sonríe ante el relato de su nieta y su prima: «A mí me traen mucha alegría y mucha vida. Pero ya saben que conmigo no hay juegos, que las traigo al hilo como se porten mal». Algo que no pasa a menudo, pues como Andrea cuenta, «por la mañana nos levantamos muy tarde, hay días que hasta a la una del mediodía. Y siempre ayudamos a hacer las camas y a poner la mesa». Donde tampoco escatiman su apoyo es en ir a la fuente a por agua. «¡Es que es lo mejor del día!», exclama Nayara subrayando, «el agua de la fuente está riquísima, mucho mejor que la de Oviedo».

Se puede entender el cariño de Nayara y Andrea a visitar la fuente de Villasonte acompañándolas: el paraje es absolutamente paradisiaco; a través de un pequeño camino, por el que cruza un reguero, hay que adentrarse en un espacio cerrado por los árboles y la vegetación que acaba coronado en una deliciosa suave cascada de al menos diez metros de altura, una belleza estética y espiritual que las niñas no desaprovechan, sintiéndose aventureras al saltar piedras, agua, árboles, ortigas y pequeños animales.

Uno de los mejores amigos, durante todo el verano, de estas dos inseparables crías ha sido el bueno de «Genaro», el asno más famoso de Villasonte, y quizá de todo el Valledor, por haber salido en portada de una revista. «Genaro», paciente y sereno como la mayoría de los burros, pone su sensatez al servicio de las muchachas, que lo acarician, le hablan, le saludan y pasan media tarde con él. «Le queremos mucho, porque es muy bueno».

Nayara resume por qué se lo pasa tan bien en verano: «Lo mejor es que aquí vivo en una casa y no en un piso, salgo cuando quiero y estoy jugando y dando vueltas todo el día. Juego con la tierra, hago tartas de tierra, ando con los gatos, y con nuestro perro antes de que se muriera... todo es genial».

Andrea concluye: «Juego con mi prima y estoy con alguien de mi edad por aquí todo el rato, porque en invierno estoy yo sola y me aburro».

En Villasonte, aún hay niñas que pasan los veranos como siempre se hizo en Asturias.