El buque escuela de los Guardias Marinas de la Armada, el velero «Juan Sebastián de Elcano», arribó ayer a mediodía y por primera vez en sus 85 años de historia en Avilés, de babor al muelle del Centro Niemeyer. El «velerón», como bautizaron cariñosamente los avilesinos al bergantín-goleta, descubrió el alma marinera de la villa y emocionó con su llegada solemne a las familias de la tripulación, que con los ojos bañados en lágrimas esperaban el atraque para fundirse en un abrazo con los embajadores de España en alta mar.

Con la marea baja y a palo seco -con las velas recogidas-, el buque enfiló la bocana de la ría poco después de la diez y media de la mañana con la diosa Minerva deslumbrante en el mascarón de proa. Escoltado por numerosas embarcaciones deportivas y con el viento en calma, «Elcano» sorteó la estrecha curva de Pachico e hizo sonar la sirena a modo de saludo. Cientos de avilesinos y turistas se agolpaban ya en ambas márgenes de la ría para dar la bienvenida al buque.

A las órdenes del capitán de navío Alfonso Gómez Fernández de Córdoba, la tripulación pasó el momento más tenso de la jornada a la altura de la rula vieja, cuando el barco debió sortear la catenaria eléctrica que cruza el estuario de orilla a orilla. Los marineros salieron airosos de la operación, y descubrieron ante sus ojos la tierra de Pedro Menéndez, el marino avilesino que fundó el primer asentamiento occidental en la actual Norteamérica, la ciudad de Saint Augustine. «La entrada hasta el Centro Niemeyer no fue fácil pero, afortunadamente, nos acompañó la meteorología. Se hizo una batitermia (ciencia que mide las profundidades marinas) del canal de la ría porque tampoco sobraba mucho calado por debajo de la quilla, se balizó bien la zona y, finalmente, entramos con seguridad», destacó ayer el comandante.

Avilés hervía ya de ilusión y emoción. Pilar Botia derrochaba sentimientos a pie de muelle. En el buque viajaba su marido, el comandante. Le saludó desde tierra ondeando una bandera de España. A su lado, sus tres hijas, Pilar, Celia y Marta aguardaban el momento de poder subir al buque para besar a su padre. «Lo hemos visto en Santander hace días y ahora hemos venido desde Madrid a Avilés para pasar unas horas con él. Si podemos vamos de puerto en puerto para reencontrarnos», manifestó Botia, mientras una de sus hijas explicaba: «Este viaje es muy emocionante porque han cruzado el Atlántico norte únicamente a vela».

Ángela Álvarez siguió también a los marinos con los nervios a flor de piel. Vecina de Laviana (Gozón), esta mujer es esposa y madre de dos profesionales que ejercen en los remolcadores de salvamento marítimo. Ángel Fernández, de Avilés, tomaba a su vez buena cuenta de los detalles del velero bergantín-goleta. Iván Acebado, marino gijonés, observaba entre tanto y desde la distancia la embarcación con la que en su día dio la vuelta al mundo. «Embarcar en "Elcano" es una experiencia única y maravillosa», señaló. En el buque iba ayer un amigo, el guarda marina David Ramos Cabot, de Aigües (Alicante). Los marineros, de blanco radiante, como el del Centro Niemeyer, se cuadraron ante los avilesinos satisfechos por atracado en la tierra de un conquistador.

La estancia del navío «Juan Sebastián de Elcano» permite conocer las interioridades de unas de las joyas de la Armada Española. Hoy, las visitas guiadas serán de 11 a 13 horas y de 15 a 21 horas. Además, a las 12 horas comenzará en el parque del Muelle de Avilés un homenaje a Pedro Menéndez, Adelantado de Avilés, y una jura de bandera civil.