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La lluvia saca brillo al Prerrománico

Santa María y San Miguel se llenan de turistas en los días encapotados como alternativa cultural a la playa y la montaña

El poeta y creador de palabras Fernando Beltrán propone desde hace años cambiar el nombre de Oviedo y llamarla "Lloviedo". Oviedo y la lluvia se llevan bien, o al menos tratan de tolerarse mutuamente. Y los turistas han decidido que, de alguna manera, Oviedo es lluvia. Que Oviedo es un destino adecuado para los días de lluvia, cuando la playa y la montaña dejan de ser opciones atractivas.

Ayer, día de lluvia, el Prerrománico de Oviedo estaba a rebosar. Es lo habitual. En los últimos veranos, sucede en ocasiones que Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo también registran muy buenas entradas en días soleados. Eso sucede en ocasiones. Pero lo que ocurre casi siempre en verano es que los monumentos de la monarquía asturiana se convierten en el refugio ideal del turista en los días encapotados y lluviosos. Ayer, una vez más, apareció el orbayu, uno de los grandes protagonistas del verano astur. Como es lógico, las laderas del Naranco se poblaron de visitantes. A media tarde no llovía, y las praderías anexas al Prerrománico permitieron a algunos tomar asiento en la hierba. Y charlar. Otros estaban dentro, rindiendo visita guiada a Santa María y San Miguel.

Y, mientras, los más celosos protectores de la arquitectura patria se lamentaban al ver plagadas de coches las cunetas del Naranco más próximas a los edificios milenarios. Sin duda, los turistas no saldrán de su asombro al comprobar que aquí, en Asturias, casi es posible pasar de una sola zancada de su vehículo a una de las joyas de la arquitectura mundial. Sin riesgo de pisar ningún charco.

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