Raúl Martínez es madreñero vocacional y tuvo, como maestro, al mejor: su padre. Visitar su taller en Pambley es cita obligada para los que buscan conocer a fondo uno de nuestros oficios más tradicionales y que por desgracia y como pasa en el caso de los ferreros, cunqueiros o cesteros, cada vez cuenta con menos artesanos en activo en Asturias. Por eso es un placer compartir su sabiduría, sus recuerdos y su actividad allí donde trabaja, con unas vistas espectaculares del paisaje cangués, que invitar a recorrerlo con buen tiempo y sin reloj.

Madreñas, muchas madreñas de todo tipo son las que se pueden encontrar en Pambley, localidad que se encuentra a unos 15 kilómetros de Cangas del Narcea y al que se accede desviándose a la derecha, desde Javita, tras recorrer unos cuatro kilómetros de en ocasiones estrecha y sinuosa carretera. Su taller es, casi, un museo en vivo, entre las herramientas de trabajo, las madreñas en sus diferentes fases, las virutas esparcidas por el suelo y, por supuesto, otros atractivos y diferentes trabajos en madera por los que también es conocido este joven artesano cangués. Así explica Raúl Martínez, entre otras cosas, que las maderas empleadas para la fabricación de madreñas son el abedul, la faya o el pládano y que las formas y dibujos son diferentes si son para mujer o para hombre, o si son para ir a trabajar al campo o por el contrario se calzan para ir a la fiesta o a algún acto solemne. Llaman la atención sus diseños, donde combina dibujos clásicos con otros mucho más modernos, juveniles y, en algunos casos, espectaculares por la originalidad de su decoración. Las de mujer, son madreñas con pica afilada hacia afuera, las de hombre, llevan la pica recortada. También sorprenden los encargos particulares: hizo unas con el escudo del Sporting y otras con el cuerpo de un duende o una xana en medio del bosque.

Además de con las madreñas, Raúl Martínez disfruta haciendo tallas de madera. Lo primero que realizó fue un cuadro con un trisquel y hoy ya son varias casas rurales las que cuentan, entre sus paredes, con su trabajo artesanal. También se pueden encontrar en su taller bastones, castañuelas, cestas, cachos para beber el buen vino de Cangas, jarras para la sidra, diversos utensilios de madera para la cocina, floreros, ceniceros, morteros y fuentes diversas, por citar otros trabajos suyos.

A la hora de recomendar una ruta por su tierra aconseja conocer la Reserva Natural Parcial de Cueto de Arbas haciendo una ruta de unos 5 kilómetros ida y vuelta a la laguna de Cueto de Arbas. La dificultad es media y su duración aproximada de unas 3 horas. En un paisaje incomparable, la ruta se inicia en el pueblo de Leitariegos, al que se llega por la AS-213.

El camino sale detrás de la Posada de los Arrieros y, en suave ascenso, se llega hasta un telesilla a pocos metros del cual el viajero se encuentra con una pista ancha. Aquí hay que girar de nuevo, pero a la derecha, para seguir subiendo poco a poco hasta llegar en un área recreativa donde se puede descansar. Desde aquí ya, y en un corto trayecto que apenas cuenta con desnivel, se llega ya tras unos treinta minutos de caminata, a la laguna de Arbas. Hay quienes, seducidos por el entorno, continúan hasta llegar a un falso llano que conduce al collado Fanetina y así durante este ascenso pueden contemplar con mayor amplitud tanto la laguna como las dos vertientes del puerto y todos los picos que lindan con Somiedo. Finalmente los más montañeros optan por subir hasta la cumbre de Cueto de Arbas para contemplar Asturias a 2.000 metros de altura.