Si hay un dulce mágico en Navidades, que no entiende de crisis, ése es el roscón de Reyes. Aunque la situación económica haya obligado en estas fiestas a muchas familias asturianas a tener que apretarse el cinturón, no sucede lo mismo con el bollo típico del día 6 de enero. Las miles de roscas que producen los confiteros de la región vuelan en tiempo récord. Incluso, en vista de su tirón, muchas pastelerías han optado por adelantar este año su proceso de elaboración en, al menos, una semana. En contrapartida, a los profesionales no les queda otra que echar horas en el obrador, sin apenas dormir. El horno no puede parar. Porque para llegar a producir altas cifras de este dulce y conquistar los paladares de los clientes, no hay más secretos que trabajar duramente. No obstante, apuntan que la clave para alzarse con la corona de rey de los roscones está en utilizar productos de calidad y hacer una elaboración artesanal.

Cuatro confiteros de la región se han prestado para desvelar a este periódico los pasos a seguir para la preparación de las roscas estrellas de sus negocios. En todas ellas, como manda la tradición, se esconde un haba y una sorpresa. En las leyendas se indica que quien encuentre el haba tendrá que pagar al año siguiente este dulce, mientras que quien se tope con la figura, "coronado y Rey será".

Con una rica masa de levadura, Carmen Rubio, de la típica confitería praviana Siola, elabora un roscón relleno de crema pastelera, que cautiva a todos sus vecinos. Para ello, Rubio explica que el primer paso es crear una masa madre a base de levadura, harina y agua, que deberá dejarse fermentar durante horas. Tras ello, a la mezcla se le incorporan el resto de ingredientes, que son azúcar, huevos y manteca. Todo ello se amasa, para, a continuación, dividirla en porciones y dejarla reposar. Después de este proceso, la masa tiene que fermentar, de nuevo, tras darle la forma circular característica del roscón. Luego ya se pinta con huevo y se adorna la superficie con rodajas de naranja confitada, frutas escarchadas y granos de azúcar. Llega así el momento de cocer el dulce en el horno y finalmente de abrir la rosca para introducir el relleno. En este caso, crema pastelera.

La especialidad de Jacoba Álvarez, de El Café de Vicente, en Villaviciosa, es una rosca al estilo francés de masa especial de brioche, cuya elaboración requiere de mucha paciencia y tiempo. Harina, huevos, mantequilla, leche y levadura son los ingredientes que habrá que mezclar y amasar para obtener esta suave masa. Tras dejarla fermentar unas horas, se le incorpora un poco más de mantequilla para introducirlo en la nevera hasta el día siguiente. Una vez transcurrido este tiempo, se le da forma a la pasta y se deja otra vez fermentar. Luego se decora el dulce con frutas escarchadas y se introduce en el horno para después pintarlo con gelatina y añadirle azúcar. A partir de ahí ya estará listo para degustar. El gran sabor que posee esta masa hace que no sea necesario introducirle un relleno.

El roscón de hojaldre con almendra es el protagonista indiscutible en la comarca de Avilés. Emilio Vidal, de la confitería Vidal, en la villa del Adelantado, y José González, de la pastelería Manzano, en Luanco, explican que el proceso que debe seguirse para su elaboración es el tradicional. Primero se prepara la crema de almendra a partir de un mazapán, que se rebaja con leche, mantequilla y clara de huevo. El segundo paso es hacer el hojaldre al estilo clásico intercalando capas de mantequilla, que es lo que se conoce como proceso de laminación. Esa base luego se divide y se le da forma para incorporarle la crema de almendra. A continuación, se introduce en el horno, donde debe permanecer una hora exacta, de ahí su secreto. Si está menos tiempo, el sabor no es el mismo. Ya cocido, se le decora con frutas escarchadas y azúcar.

Ni Semana Santa ni verano, el día grande de las pastelerías asturianas es el de Reyes. Por eso, para los confiteros, el roscón es un producto mágico.