El actor Gérard Depardieu evitó a la justicia francesa al no acudir a la audiencia en la que debía responder por haber provocado un pequeño accidente al conducir en estado ebrio en París.

El 29 de noviembre pasado, la Policía detuvo a Depardieu por provocar presuntamente un pequeño accidente con su moto con 1,8 gramos de alcohol por litro de sangre, cuando el máximo permitido es 0,5 gramos. En su juicio, el actor se enfrenta a una pena máxima de dos años de prisión, la suspensión del permiso de conducir hasta tres años y 4.500 euros de multa. Depardieu había solicitado un segundo aplazamiento de la vista de ayer, petición que fue rechazada para «no dar un trato de favor» al actor, según la Fiscalía.

Depardieu aseguró ayer en Montenegro que está dispuesto a presentarse ante la justicia francesa. «No me he fugado del tribunal ni de la justicia. Mi visita (a Montenegro) fue planeada hace tiempo, y en la audiencia estuvieron mis abogados», dijo Depardieu. «Soy francés y no soy un criminal», declaró el célebre actor, al explicar que, en el caso del accidente, se deslizó de su moto, algo que le pasó ya varias veces, y que siempre ha pagado por sus errores.

«Soy francés, pero a Francia no le debo nada, lo he logrado todo solo», recalcó el actor, que llegó a Montenegro, donde se entrevistó con el primer ministro, Milo Djukanovic. Depardieu, que la noche anterior asistió en Zúrich a la entrega del «Balón de oro», está preparando una película en los Balcanes, según su abogado.

Desde que hace un mes y medio se dio a conocer que Depardieu pensaba trasladar su residencia fiscal a Bélgica para eludir la elevada presión fiscal francesa, el actor ha estado en el centro de una polémica que se avivó el pasado fin de semana, cuando se supo que había obtenido la ciudadanía rusa.

El presidente ruso, Vladimir Putin, le concedió un pasaporte después de que Depardieu dijera que quería renunciar a la nacionalidad francesa. Al ser preguntado ayer en Podgorica si obtendrá también un pasaporte montenegrino, respondió que no es un «coleccionista» de pasaportes.

Valencia, Rafel Montaner

Las gallinas ya pueden decir tranquilas que no quieren poner más huevos, porque cada vez son más los valencianos que están dispuestos a criarlas por el simple placer de admirar su belleza. Muestra de ello es que la Asociación de Criadores de Razas de Gallinas Autóctonas Valencianas, la Avival, espera que entre 500 y 600 gallinas y gallos compitan por proclamarse el ave más bella de su raza en la exposición que ha organizado para el primer fin de semana de febrero en la pedanía valenciana de Borbotó. Gran parte de los trescientos a cuatrocientos valencianos que se dedican a criar esta ave de corral por placer o por el interés de recuperar razas autóctonas participará en la exposición. En ella se podrán ver las mejores gallinas de Chulilla, única raza autóctona valenciana reconocida, y la gallina alicantina, en vías de recuperación. Tampoco faltarán las razas más codiciadas por los criadores, como la andaluza azul, la castellana negra y la empordanesa.