Oviedo, M. S. MARQUÉS

Sara Montiel llegó ayer a Oviedo con ganas de hablar. Nada más bajarse del taxi entabló una animada conversación con varios periodistas; pero antes de que los fotógrafos dispararan se retocó el carmín de los labios, demostrando que a pesar de sus 85 años no ha perdido ni un ápice de la coquetería típica de las grandes estrellas.

Y eso es lo que fue Antonia Abad, más conocida como Sara Montiel, Saritísima para sus grandes admiradores, sobre todo los que conocieron los tiempos jóvenes de la protagonista de «El último cuplé». Más de cincuenta años después, la que fuera la actriz mejor pagada del mundo, llegó a Oviedo envuelta en un largo abrigo de piel de tonos beis, grandes gafas y un gorro calado, inspirado en la moda de los años veinte y las bailarinas de charlestón. Se hacían notar sus habituales largas uñas, en esta ocasión pintadas de un verde chillón imposible.

Sara Montiel desplegó simpatía y amabilidad. Contó con todo lujo de detalles los motivos que la traían a Oviedo, al Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, por segunda vez, la primera fue hace un mes, cuando sufrió un accidente en la cocina y se quemó en el ojo derecho.

Después volvió la vista atrás para recordar alguna actuación «en ese teatro maravilloso», el Campoamor, hace más de cuarenta años. Y no podía pasar por Asturias sin hablar del premio Nobel Severo Ochoa, con el que se le atribuye un romance en su juventud.

«Aquí está enterrado el amor de mi vida, pero no pudo ser. Está en el cementerio de Luarca, junto a doña Carmen», dijo.

La actriz más taquillera del cine nacional, la primera española en conquistar Hollywood y en trabajar con galanes de la talla de Gary Cooper y Burt Lancaster, entre otros, manifestó haber vivido momentos maravillosos en Asturias, donde «tuve muchas amigas».

«Conozco bien Asturias, la recorrí en coche hace muchos años con un asturiano de Avilés, Antonio Sendón, un amigo encantador que fue director de un hospital».

En lo sentimental, la edad no pasa por Sara Montiel, que sigue teniendo gancho para los hombres, o al menos de eso presume, y que disfruta dando detalles de sus relaciones actuales. «Hay alguien ahora de pelo rizado y canoso, un músico, un director de orquesta fabuloso al que le gusta, como a mí, el cine, el teatro, la ópera..., es un gran amigo con derecho de pernada», bromeó, ante las preguntas de si la relación era únicamente de amistad o iba más allá.

Más en serio comentó que es «un amigo estupendo» con el que habla todas las noches más de dos horas por teléfono porque vive fuera de Madrid. «Llevamos tres años viéndonos, pero él es antinoticia, no le gusta salir en fotos, José es un hombre serio que dirige una agrupación coral».

La viuda de Pepe Tous recibió en la clínica el tratamiento previsto y volverá dentro de un mes, en la que espera sea ya la última consulta. En adelante tendrá cuidado con la cocina y con el perro, que fue el que originó el accidente. «Se metió entre los pies y al agacharme a cogerlo di con la frente en el asa de una cazuela con agua hirviendo que se derramó y me quemó».

Soltura y desparpajo no le faltan. Sara Montiel, en las imágenes, contó ayer en Oviedo detenidamente el accidente de cocina que le afectó a un ojo, el derecho, que resultó con quemaduras y del que la están tratando en una clínica oftalmológica asturiana.