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Una moto que vuela en Villaviciosa

El piloto Paco Martínez, con la ayuda de la maliayesa Judith Obaya, diseña un vehículo que se desplaza a 1,5 metros del suelo y por el que se ha interesado una Universidad americana

Paco Martínez y Judith Obaya, con el prototipo de la moto voladora. Reproducción de M. M.

Una moto que vuela y se desplaza a una altura de 1,5 metros sobre el suelo. Se mueve con gasolina y pesa unos 80 kilos. El turolense Paco Martínez es su inventor, con la ayuda de su amiga la maliayesa Judith Obaya, motera y aventurera. En la villa han estado ambos estos días atrás para hablar del ingenio, por el que ya se ha interesado una Universidad americana.

Aunque profesionalmente nada tiene que ver con el mundo del motor -regenta una empresa de construcción-, Paco Martínez es piloto desde los 10 años. Tras competir en un par de ocasiones en el Dakar, pensó en un vehículo que volara para salvar los obstáculos del camino, por ejemplo, una riada. "Para cualquiera de nosotros una moto voladora es un sueño", explica. "La idea era que tuviera forma de moto y se pilotara como tal, si no sería un trasto volador", argumenta. Tenía claro que debía ser de fácil manejo con el manillar y el vuelo estático, no de avance. Es decir, que levantara en vertical entre un metro y metro y medio de seguridad, para después avanzar en cualquier dirección (realiza hasta un giro de 360 grados en estático). Se puso a trabajar y después de dos años y medio lo ha conseguido.

Para lograr el vuelo se sirve de unas hélices. Es ligera, pesa 80 kilos frente a los 180 de una de competición, y está fabricada con fibra de vidrio, carbono y aluminio. Es consciente de que su vehículo no es apto para circular por la carretera, pero es muy útil en rescates porque, frente al helicóptero, es más barato. Vendría bien para acceder a campos de minas y socorrer tras terremotos o inundaciones, porque se le acoplan flotadores para amerizar o elevarse sobre el agua.

Éste no es el primer invento de Martínez. La primera vez que compitió en el Dakar lo hizo con una moto que él mismo desarrolló. Con la intención de lograr patrocinadores para repetir la prueba ideó otra cuyo motor funciona con agua y le sirvió para competir como "mochilero" para un equipo, es decir, se comprometió a ayudar a los compañeros de su grupo que estaban en apuros. Acabó socorriendo a todo aquel que necesitaba ayuda e incluso salvó la vida de tres participantes. Su solidaridad le valió el apodo del "Ángel del Dakar".

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