“La idea de salvar las Cuencas tiene que ver con hacerlas sitios atractivos para vivir”, sentencia Esteban Fernández, mierense, catedrático de Economía Aplicada e investigador del Regiolab. Y añade: “No sé si darte un titular, pero el futuro de Mieres es convertirse en un barrio de Oviedo”. Tras el titular, la reflexión se desgrana así: “La dinámica de la zona central de Asturias, el triángulo de Oviedo-Gijón-Avilés, depende de una cuestión que los economistas urbanos llaman ‘amenidades’, cosas que hacen que allí sea interesante vivir. Si tú consigues atraer población, consigues atraer actividad económica. La estrategia que se siguió en las Cuencas fue la contraria. Se trató de retener la actividad económica y que esta atrajera población. Visto a toro pasado, probablemente haya sido una estrategia equivocada. El camino adecuado habría sido el contrario: vamos a hacer un entorno que sea agradable para vivir, suelo disponible para construir, ciudades limpias con servicios municipales, con actividades culturales que resulten atractivas a la gente...”.

¿Actuamos con orejeras en aquella reconversión? ¿Equivocamos el enfoque? Y ahora que tenemos otra en ciernes, la llamada “descarbonización”, la “transición energética”, ¿estaremos cometiendo el mismo error al abordarla? Esteban Fernández hace un apunte en este sentido: “Soy pesimista con respecto a esta segunda conversión. Yo no quiero desde aquí criticar a gente que está al timón de este tipo de procesos, gente que además conozco, pero pienso que estamos siendo un poco reduccionistas. En todo lo que leo en prensa sobre esto parece que la unidad de medición son los kilovatios. Parece que el objetivo es si vamos a ser autosuficientes en términos energéticos, cuánta capacidad de generar energía podremos producir. Yo no veo a la Comunidad de Madrid muy preocupada de este tipo de cosas. Lo que me preocuparía es que, si vamos a destruir parte de nuestro tejido económico en aras de un bien mayor como puede ser un medio ambiente más que habitable, ¿por qué cosas vamos a restituir esa actividad económica?”. Fernández se pregunta: “¿Dónde está escrito que la transición energética sea cambiar kilovatios por kilovatios? Yo lo que digo es cambiemos euros en empleos en una actividad por euros en empleos por otra actividad”.

Este experto plantea otra pregunta clave en este proceso de transformación del sistema de producción y consumo de energía: “¿Cómo de atractivos vamos a ser para empresas tipo Mittal? ¿De verdad les vamos a facilitar las cosas? Parece que se están dando los pasos para que ese alto uso de energía para su actividad pueda seguir haciendo que Asturias siga siendo un sitio atractivo para que Mittal se localice aquí. Yo creo que eso es más importante que preocuparnos de cuál va a ser nuestro balance energético. No me parece que esto deba estar entre nuestras diez primeras preocupaciones. Y esto es importante porque este sí que va a ser, probablemente, nuestro último tren en el sentido de que contamos con financiación externa para tratar de amortiguar ese proceso de transición. Si vamos con orejeras, si vamos con visión de túnel y decimos ‘yo desmonto una central eléctrica aquí para montar una central eólica allá’, nos puede salir mal”.

En su análisis del giro que está tomando la planificación energética en la región, Esteban Fernández se hace otra pregunta relevante: “¿De verdad tenemos una ventaja comparativa para producir energía con hidrógeno o con eólicas? Esta es una cuestión que corresponde a los técnicos, pero mi sospecha como ciudadano de calle es que no. La ventaja comparativa que teníamos ligada a los combustibles fósiles no la tenemos ligada a estos nuevos sistema de producción de energía. Y ese es un problema porque vamos a llenar de repente todo el occidente de Asturias de molinos de viento y ¿alguien se ha preocupado de ver cuál va a ser su efecto? Ese tipo de actividad solo genera empleo durante la fase de construcción y luego con una persona controlas un parque. ¿Alguien se ha parado a pensar en eso? Quiero pensar que sí”.