Asturianos en Allande

Gabriel tiene la primera plantación profesional de cerezas de Asturias

"Aquí hay agua, algo que ya no queda en otras regiones de España"

ASTURIANOS EN ALLANDE: Gabriel Rius

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Gabriel Rius, productor profesional de cerezas. Tiene 42 años y es barcelonés de nacimiento. Trabajó en el comercio exterior, en el sector de los alimentos gourmet. Vino a Asturias por amor y vive en Cangas del Narcea con su mujer, Susana, y sus hijos Nel y Pau. Ha puesto en marcha, en una zona de concentración parcelaria del pueblo allandés de Linares, la primera plantación profesional de cerezas de Asturias, algo que no se había hecho hasta ahora pese a que el Suroccidente asturiano es tierra de cerezos.

«Pues en Asturias acabé por amor, nunca mejor dicho. Conocí a mi pareja, Susana Fernández, en Cataluña en el año 2010. Ella es hoy educadora auxiliar del colegio Alejandro Casona de Cangas del Narcea. Nos conocimos un verano que ella estaba trabajando en la Costa Brava, en Port de la Selva, en un pueblo muy pequeñito de la Costa Brava. Yo había ido con unos amigos a pasar unos días de verano, nos encontramos allí en el pueblo y, mira, pues aquello de que ‘la anoche me confunde’ y hala. En ese momento no tenía trabajo y le dije: ‘Si quieres, te acompaño a Asturias en el viaje de vuelta’, que ella había venido en coche. Me dijo que sí y pues ya me quedé. Desde 2010. Fue así, tal cual. Vienes aquí, pasas unos días, los días se convierten en semanas, las semanas en meses y los meses en años. A los tres años nació nuestro primer hijo, Nel, y luego nació el segundo, Pau. Así que tenemos un nombre asturiano y uno catalán».

«Me dediqué prácticamente toda la vida al comercio exterior. Trabajaba para empresas y viajaba por el mundo vendiendo productos del sector agroalimentarios, siempre en alimentos gourmet. Cuando nació el segundo hijo, Pau, el tema de los viajes y conciliación familiar era imposible. Cada quince días tenía que marchar a Estados Unidos o o Asia. Y entonces fue cuando decidimos empezar a buscar opciones para conciliar la vida laboral con la familiar. Y lo primero que nos fijamos fue en la agricultura, porque vi que aquí, con el cambio climático, estaban apareciendo oportunidades que se están esfumando del Sur. Lo primero, nos fijamos en los arándanos. La idea de las cerezas surgió en una conversación con un técnico del Serida, en Villaviciosa. Estábamos planteando hacer un cultivo mixto porque era lo que te pedían las ayudas Leader, la creación de un sistema agroforestal, con dos tipos de cultivo: uno leñoso y otro de sus frutos. El técnico del Serida comentó que ellos no tenían estudios de la cereza porque era una fruta muy concentrada, muy típica del Suroccidente. Y yo me dije: ‘Pero si yo soy de ahí’».

«Entonces ya empezamos a rascar con las cerezas. Y causalmente me acordé también de un amigo al que le había pasado un poco lo que a mí: había sido durante muchos años consultor internacional y se había cansado de pasar los fines de año en almacenes en Singapur. Como la familia tenía tierras en la zona de Tarragona lo dejó todo y se fue a vivir para allá. Ahora tiene la que puede ser la empresa más puntera de Europa en cuanto a tecnología para la producción y recolección de cerezas».

«Ellos hicieron inversión muy fuerte en almacén logístico y de frío. El problema que se encontraban era que tenían toda la fruta centralizada por razones climáticas a principios abril y mayo. Habían logrado adelantar mucho la producción mediante cobertura de plásticos. Pero la fruta que salía en mayo entraba en competencia con la del resto de España y de Europa. Entonces el precio caía y prácticamente iban al coste. Nosotros les planteamos la opción de cubrir la última etapa con cerezas cultivadas en Asturias: a partir de mediados de junio y en algunos casos a principios de julio. Esto les permitiría ampliar la campaña y tener la fruta metida en el mercado a un precio también más interesante».

«Por casualidad también tenemos un vecino en Vegameoro que es de esta zona de Allande donde tenemos la plantación. En la zona de Cangas donde vivimos es inviable por las pendientes y por las pocas tierras que hay disponibles. Entonces nos dijo que aquí, en Allande, en Linares, en este lugar que se llama La Campona, se habían hecho la concentración parcelaria, con lo cual teníamos solucionado el problema de la propiedad de la tierra».

«El problema con el que te encuentras es que no hay escrituras, o que son antiguas y no se actualizan. Luego, para encontrar a los dueños, es un auténtico calvario. Aquí, gracias a la concentración, está todo escriturado. Así que este chico nos ofreció sus tierras y nos presentó a otros vecinos que también nos arrendaron. La idea era hacer una plantación de cinco hectáreas, pero hubo más vecinos que vieron que la cosa no iba en broma nos ofrecieron más y acabamos duplicando el proyecto. Tenemos una plantación de 11 hectáreas».

«Vamos a ser la primera plantación de cerezas profesional en Asturias. Plantamos en 202 y calculamos que fuera rentable en cinco años, en el 2026. Ahora hay que aguantar ese tirón apretándose mucho el cinturón y tirando de ahorros. Al estar en una zona remota con riesgo de despoblación sacamos el máximo de puntuación en las ayudas Leader. Nos financiaron el 50%. Sin esto, hubiera sido inviable».

«Entramos en terreno totalmente desconocido. Aquí nunca nadie se ha dedicado a esto. Hablas por ahí y todo el mundo tiene cerezas en casa, pero nadie se ha dedicado a cultivar variedades productivas comerciales. Es algo nuevo, pero creo que a medida que avanza el cambio climático el tiempo será más favorable para este tipo de cultivos en Asturias. Además, la zona del Suroccidente es un poco microclimática con respecto al resto de la región. Llueve menos y es más soleada pero, a medida que pasen los años, creo que esto mejorará para nosotros. Por que yo, desde el 2010 que estoy aquí hasta ahora, ya noté el cambio muchísimo. Me acuerdo el 2010, que venía de Barcelona con 350 días de sol al año y, efectivamente, me pilló un invierno de estos de estar tres semanas sin ver el sol y yo pensaba: no sé si lo voy a aguantar. Fueron tres o cuatro inviernos así. Pero no lo he vuelto a ver».

«En Asturias tenéis, tenemos, unas condiciones climáticas y geográficas que no tienen otras regiones. Tenemos agua. La pena sería la administración no se dé cuenta de este potencial y sean otros que vengan de otros sitios a sacar provecho de esto. Porque ya hay industriales de la fruta del Sur que están empezando a venir para acá porque ven que allí abres el grifo y no sale y el coste de sacar es infinito, lo que convierte esas industrias en insostenibles. Por eso esa gente está empezando a mirar hacia Asturias porque hay este recurso que no hay allí, que es el agua».