Ramón Leonato, presidente de la Sociedad Española de Meditación. El madrileño Ramón Leonato dejó el sector tecnológico, en el que había fundado varias empresas, por la enseñanza de la meditación. Su casa de La Peral es el centro de la Sociedad Española de Meditación, desde donde imparte formación presencial y on-line sobre mindfulness. Tiene centenares de alumnos. Ha puesto en marcha en distintos colegios de Asturias, España y México planes para que los escolares aprendan a meditar.

"Yo era un chico muy buenecín, muy buen estudiante; también muy trabajador, siempre lo he sido. Y desde pequeñín quería descubrir el secreto de la vida. Ponía a mis hermanas, a mi abuela, a mis padres, a la chica... a todo el que podía, y les daba clase sobre el cáncer con 8 años. A mí me impresionaba mucho la idea de que una célula de repente se volviera rebelde, digamos".

"Mi nombre completo es Ramón Leonato Domínguez. Tengo 62 años, soy de Madrid. Pues, mira, vengo de una familia bien, se puede decir. Mi padre fue un hombre hecho a sí mismo. Mi abuelo en la guerra representaba a la UGT de Madrid. Cuando terminó la guerra quedó desahuciado completamente de todos sus cargos y de toda posibilidad de ganarse la vida. Mi abuela sacó adelante la familia de modista. Mi padre logró una beca de estudios en Estados Unidos. Era un hombre muy trabajador. Tuvo cargos muy importantes en el mundo de la energía y del petróleo, fue director general de Energía".

"Estudié en el British Institute. Terminé el Bachiller con 14 años, con lo cual empecé muy pronto la carrera. Con 19 años ya publiqué mi primer trabajo científico. Empecé estudiando Medicina. A mitad de Medicina me pasé a la Física porque la Medicina no me contestaba las preguntas que yo me hacía sobre las cosas. Y cuando la Física no me contestaba me pasé a la mística, como quien dice. Antes de terminar Física me casé y entonces empecé a trabajar. Es justo cuando empiezo a meditar. Estamos hablando de los años 80-81. Mi vida profesional, hasta que vengo a Asturias, fue en el sector de la alta tecnología. Trabajé primero en España. Luego, entre Estados Unidos e Inglaterra, estuve casi once años. Nosotros hicimos el primer sistema de seguimiento por GPS que se hizo en España. Estoy hablándote del año 94. Era para gestionar flotas de camiones".

"Me vuelvo a España en 2006. En paralelo a mi actividad profesional era como profesor de meditación para los amigos, la familia, la gente que venía a casa. Entonces, cuando vuelvo de EE UU, me planteo si empezar otro tema empresarial o crear alguna fundación que se dedique a enseñar algo absolutamente necesario hoy: que la gente aprenda a gestionar sus pensamientos, que aprenda a darse cuenta de que los pensamientos son pensamientos, no la realidad. Que aprenda a sentir su corazón. Vivimos en una sociedad donde la tecnología avanza a unas velocidades increíbles. El desarrollo de la mente es brutal, estamos desentrañando secretos de la naturaleza de todo tipo, hasta el punto de que la podemos destruir. Pero el amor se ha quedado en el amor romántico de Hollywood. Ese amor a la vida, esa devoción, esa conexión con el corazón, con la Tierra, con el planeta en el que vives y contigo mismo para vivir en paz, todo eso que hace falta en esta sociedad, está desequilibrado. Tú estás en la prensa, no hace falta que te explique".

"Lo que sí se nota es que cada vez la gente sufre más. Porque tienen una depresión, porque les ha dejado la pareja, porque no ven sentido a la vida, sufre por temas económicos y no pueden con la vida. La meditación es una herramienta muy útil porque te da fuerza, te da estabilidad, te da una perspectiva distinta. Te enseña a vivir un día detrás de otro. Y un día es un día. Realmente, lo único que puedes hacer en tu vida, para tu bien o el bien de las personas que amas, es lo que puedas hacer hoy. Porque lo que hiciste ayer... hecho está. Y lo que vayas a hacer mañana... mañana será otro día. Entonces hay que aprender a llevar la atención al aquí y al ahora. Y eso, que se dice fácil, lleva entrenamiento".

"Realmente en estos momentos está todo muy tóxico a nivel mental. La gente no tiene un norte, y eso se nota en los niños. Reciben todo tipo de información contradictoria y no se les da ninguna herramienta para discernir, para usar esa consciencia que hay dentro de ellos. En el siglo XX la sociedad estaba neurótica. Ahora está psicótica. La psicosis se distingue porque la gente delira cosas. Un ejemplo: el 30% de los estadounidenses vive el delirio de que Trump ganó las elecciones, de que los demócratas comen niños por las noches o de que Bill Gates te pone microchips con las vacunas".

"Nosotros, para los colegios, hemos hecho un plan que llamamos ‘Conocimiento del ser’ y que es un currículum transversal. Desde Infantil hasta Bachillerato. Empiezan en Infantil con temas muy simples: aprender a respirar, reconocer las emociones... Lo hemos hecho en Asturias en distintos colegios, en Cataluña, en Cádiz, en San Sebastián, en dos colegios mexicanos... Ya empezamos en el 2012. Tratamos de introducir todos los valores de esa filosofía práctica que implica aprender a observar tus pensamientos, a encontrar tu silencio, a desarrollar cosas como ‘amarás al prójimo como a ti mismo’ o ‘no hagas a los demás lo que no deseas que te hagan a ti’. Pero, en vez de como mandatos, como experiencia de que se vive mejor así".

"Los colegios se dan cuenta de que tienen ese problema con los alumnos, pero no saben cuál es la solución. Están mal porque no están recibiendo formación espiritual. Así como suena, no se me caen los anillos al decirlo. Formación espiritual, lo que antes hacían en Religión. Eso no lo sustituyes con clases de ética ni con formación cívico-nacional de ningún tipo. Ahora no van a rezar porque no son todos católicos, bueno, pues entonces que aprendan a estar en silencio respirando. Y así sucesivamente en todo lo que representa dar una formación subjetiva de las emociones, de los pensamientos, de cómo funciona la mente, en pensar en de dónde venimos".

"La introspección se ha perdido, se ha perdido una filosofía práctica que antes eran los Mandamientos. Pero tú puedes enseñar los mismos conceptos con un lenguaje universal, no denominacional, bueno para todo el mundo. Que lo oiga un budista, un católico o un ateo y te diga: ‘Ah, mira qué bien’. Porque es simplemente aprender a ser humano. Un lenguaje que no sea religioso, pero sí espiritual en el sentido del espíritu deportivo o el espíritu científico, de cuando decimos que Alcaraz vaya espíritu que tiene. Lo que te hace estar vivo, lo que te anima, lo que te da existencia".