Los tres hermanos que dejaron una multinacional por los kiwis ecológicos

"Asturias tiene mucho potencial agrícola, pero el acceso a la tierra es difícil"

Silvia y Pablo Lechado

Julián Rus

Eduardo Lagar

Eduardo Lagar

Silvia y Pablo Lechado Díaz, productores de kiwi ecológico. Con 29 y 24 años respectivamente, acaban de incorporarse a la empresa que fundó su hermano mayor Alejandro (37 años), Kiwinatur, que produce kiwis ecológicos en Pravia y en Argentina. Ambos han trabajado en multinacionales en Madrid y Barcelona. Acaban de volver a Asturias para unirse a esta compañía praviana, una de las que más producen del sector frutícola en Asturias. 

"Somos tres hermanos. Alejandro, que tiene 37 años y que fue el que empezó en 2012 con los kiwis, y ahora nos acabamos de incorporar mi hermana Silvia, que tiene 29, y yo, que acabo de cumplir 24 años. Me atrevería a decir que somos únicos como empresa en España en cuanto a edad. La edad media de los agricultores en España es de 61 años. Leía el otro día que menos del 3% tenían menos de 35 años".

"Arrancó mi hermano Alejandro, que estaba trabajando en una multinacional en Madrid y Barcelona de fruta pero siempre le había gustado mucho el campo y se le abrió la oportunidad de empezar un pequeño proyecto con una finca de seis hectáreas en Santianes de Pravia".

"Nuestro padre también viene del mundo de la fruta. Somos de orígenes muy humildes. Mi padre viene del barrio de la Luz, de Avilés, de trabajar desde los 16 años. Repartía frutas desde Avilés hasta Pola de Allande, trabajaba 16 horas al día. Desde pequeños siempre hemos tenido ese valor de compromiso y trabajo que tiene la empresa familia; ese remar todos juntos. La verdad es que ha sido siempre un trabajo en equipo entre mi madre y mi padre, José Antonio y María del Mar. Mi madre le ayudaba muchas veces a cargar y descargar el camión, se conocieron y hicieron novios casi entre cajas de fruta. Son un ejemplo de sacrificio y pelea".

"Mi hermana y yo nos unimos a esto porque seis brazos reman más que dos. Y además hacemos buen equipo. A mí se me da mejor la parte comercial y marketing, mi hermana es compras y financiero y mi hermano es al que le encanta el campo, el que sabe los procesos. Además, mi madre ha trabajado muchos años en el almacén, con lo cual cubrimos toda la empresa. Al final, lo que nos gusta del trabajo es hacerlo y crecer juntos".

"Antes de incorporarnos a la empresa, los tres estuvimos trabajando en multinacionales de diferentes sectores. Mi hermana trabajó en Madrid y Valencia en la compra de fruta a escala internacional, y yo vengo de una multinacional suiza de perfumería. Los tres estudiamos Administración y Dirección de Empresas. Alejandro y Silvia, en la Universidad de Oviedo y yo estudié en la Universidad de Mondragón una carrera que se llama Liderazgo Emprendedor e Innovación, una carrera un poco disruptiva porque lo que haces es crear una empresa desde el primer año y ya ponerte gestionarla. Con dos compañeros hicimos una marca de cucharitas y pajitas comestibles con la que ellos siguieron y que ahora ya tiene una ronda de financiación de casi 500.000 euros".

"Después de la carrera, yo quería aprender en una empresa puntera y me fui a Barcelona a una compañía de perfumería que, digamos, está en el origen de la cadena de producción. Éramos los que diseñábamos, a petición del cliente, la esencia a la que luego se le echa alcohol para crear el perfume. Diseñábamos y hacíamos aromas para todo tipo de producto, desde un cosmético a una vela o un detergente. También perfumería de nicho, muy específica. Por ejemplo, tuvimos un cliente que nos pidió un perfume que oliera a la muerte y resurrección de Cristo".

"Yo creo que nosotros tenemos mucha pasión, mucha energía para desarrollar este proyecto en Asturias de manera sostenible. Y por mostrar el valor del sector. Parece que se nos había olvidado, pero somos una potencia a nivel agrícola por la buena tierra y las buenas condiciones climatológicas. La agricultura es un proyecto a largo plazo, hay que creer en ello. Aquí, la tierra que aunque es buena es cara, y luego hay que plantarla con la inversión que conlleva y esperar 5 años a tener retorno. Por eso hay que creer mucho en el proyecto, en la empresa y en su futuro".

"Toda la producción que tenemos es ecológica. Somos uno de los mayores productores de que existen en ecológico. No utilizamos ni fitosanitarios ni fertilizantes químicos. Eso nos ayuda a tener un buen kiwi, que se reconoce muy bien en los mercados".

"En América Latina ya llevamos dos o tres años y hay que seguir creciendo allí. Tenemos kiwis en Argentina, en Mar del Plata. Es complementario. La fruta de Asturias nos dura de diciembre hasta junio-julio y con Latinoamérica cubrimos los meses que faltan. Eso nos permite seguir sirviendo a los clientes y también a dar trabajo todo el año a la gente aquí en Pravia, porque esa fruta viene en contenedores y se procesa aquí, lo que nos permite mantener el empleo que, si no, sería algo estacional".

"Ahora mismo la apuesta está también en una finca que estamos plantando en Riberas y será de las mayores de Asturias, tiene 40 hectáreas. La estamos plantando con kiwi amarillo y kiwi rojo. Para implantar el kiwi rojo y amarillo hubo mucha I+D porque hay muchas variedades y hubo que ir viendo cuáles se adaptan mejor a la climatología de Asturias. El kiwi amarillo es un poco más dulce y tiene la piel más fina que el verde, y eso que el kiwi verde asturiano no es tan ácido como otros. El kiwi rojo es una cosa intermedia en cuanto a sabor".

"Sigue habiendo muchísimo consumo de kiwi verde. Si se produjese el triple se vendería el triple. Para la demanda de España, un país que está en el top de consumo mundial de kiwi, solo cubrimos entre el 20 o el 30% con la producción nacional. Y el consumo en ecológico está creciendo. Si tuviéramos más fruta, estaría vendida".

"En Asturias es muy difícil el acceso a la tierra porque no hay concentración parcelaria. Hay mucho minifundio. Son trozos de mil, dos mil, tres mil hectáreas. Para tener una finca un poquito decente tienes que ir reuniendo otras más pequeñas, muchas vienen de herencias y es un tinglado importante. Si hubiera una concentración parcelaria de las vegas se les daría mucho valor. El Bajo Nalón, por las condiciones climatológicas y la calidad de la tierra, es el mejor sitio para cultivar kiwi. Yo creo que en Asturias se ha potenciado más la industria, e incluso la ganadería, pero creo que la agricultura se ha dejado un poco de lado y es un sector con mucho potencial".