Oviedo, E. G.

Los alrededores de Oviedo mantienen aún muchas de las estructuras bélicas -casamatas, nidos de ametralladoras, subterráneos...- que sirvieron para el cerco a la capital (el de verdad, no el de 2009). Otras muchas han caído o están en trance de hacerlo ante el avance de la ciudad y las fiebres urbanizadoras. Es arqueología bélica, hoy en el olvido. Observándola surge una pregunta: ¿qué habría pasado si las tropas republicanas se hubieran hecho con la ciudad en octubre de 1936, antes de la llegada de las columnas gallegas? ¿Habría cambiado el curso de la historia de la guerra en Asturias?

Hay que suponer que sí, pero con limitaciones. Asegura el historiador de la Guerra Civil en Asturias, Luis Aurelio González Prieto, que «probablemente se habría asentado mejor el frente de la cordillera, pero soy muy escéptico sobre la posibilidad de que ello hubiese dado lugar a la formación de columnas milicianas operativas con capacidad táctica para dominar zonas de la Meseta. No hubiesen llegado a León ni tampoco, por supuesto, a Palencia».

Oviedo aguanta tres ofensivas principales. La primera, esa de octubre de 1936, dura unos quince días. La segunda, a finales de noviembre y principios de diciembre, se centra mayormente en el corredor de Oviedo a fin de cortar las vías de suministros. Otro fracaso. La tercera y quizá más importante, a finales de febrero de 1937. «Fue una ofensiva integral que afecta a todo el perímetro de la ciudad. Y una gran equivocación».

-¿Por qué?

-Porque yo creo que hubiera sido mucho más eficaz para los asaltantes concentrar el máximo de potencia en puntos concretos de la zona, en las áreas norte y sur de Oviedo. Para una ofensiva integral como fue aquella eran necesarios muchos más recursos. Fue una oportunidad perdida.

Hay otra ofensiva el 1 de agosto de 1937, muy limitada y sin resultados. A partir de entonces el cerco permaneció casi inactivo, como un pulso en el que ninguno de los contrincantes se siente con fuerza de reanudar un ataque. «El cerco dura prácticamente toda la guerra en Asturias, hasta que cae el frente oriental», señala González Prieto.

Después llegaría otro cerco, el de la Justicia de guerra. Los periódicos tenían que publicar regularmente los avisos de los consejos de guerra celebrados contra los represaliados...

«...contra José Ramón Peláez Carriles, José Pérez González, Antonio Villa Plata, Antonio Flórez Barroso, Castor Balmori Balmori, José García Vela, Lino Álvarez Vázquez, José Sobero de Cos.

A todos se les acusa de haber actuado abiertamente en contra del glorioso Movimiento militar y de ser autores de requisas, quema de iglesias y detenciones de personas de derechas que más tarde han sido asesinadas. El fiscal pide para cuatro de los procesados la pena de muerte y para el resto, reclusión perpetua». Funcionaba, bien engrasado, el garrote vil. Era enero de 1838, poco más de dos meses después del fin de la guerra en Asturias. Hubo cabalgata de Reyes en Oviedo y Gijón.