-¿Y por qué le llamaban El Paisano?

La mujer dirige la pregunta a la comitiva que encabezan Gaspar Llamazares, diputado de IU y candidato por Asturias al Congreso en las elecciones del 20-N, y la plana mayor de la coalición en el Principado y en Castilla y León, con sus coordinadores al frente, Jesús Iglesias y José María González, respectivamente. Junto a ellos, con sonrisa hospitalaria, el alcalde de La Pola de Gordón, Francisco Castañón, del PP, que mira de vez en cuando al cielo con gesto contrariado. Llueve en los territorios mineros del alto Bernesga y el frío muerde portales y ventanas, el visillo que delata alguna mirada curiosa. La mujer, embutida en un impermeable verde, insiste: «Me gustaría saber quién era ese señor».

Si alguien odiaba el culto a la personalidad, una de esas injustificables inconsistencias segregadas por el comunismo internacional, era Horacio Fernández Inguanzo, El Paisano, según recordó ayer Llamazares. Jamás quiso un homenaje, un aplauso, los focos, que hablaran demasiado de él. Sus camaradas han tenido incluso dificultades para escribir una biografía que vaya un poco más allá de los datos públicos y alguna que otra trivialidad. Decía que era uno más. Así que nadie de la comitiva parecía muy dispuesto a ensayar la larga respuesta que la curiosidad de la mujer, de paso por La Pola de Gordón, reclamaba.

Media hora antes, pasadas las once y media de la mañana y bajo la perdigonada de la lluvia, la Fundación La Izquierda de Asturias había colocado una placa en recuerdo de El Paisano, figura histórica del comunismo asturiano y de la lucha por las libertades democráticas. Durante casi cuarenta años, desde el final de la Guerra Civil hasta la muerte de Franco, sólo conoció la prisión, la clandestinidad o el arresto domiciliario. Este año se conmemora, en medio de la mayor discreción, el centenario de su nacimiento en Llanes. El Ayuntamiento de La Pola de Gordón ha cedido un monolito en el parque Ángel González Juárez para rememorar que El Paisano dirigió junto a José Riera, en los años previos a la derrota republicana, las colonias escolares que el Orfanato Minero de Asturias tenía en tierras leonesas.

Hijo de un maestro de ideas socialistas, la primera vocación de Horacio Fernández Inguanzo fue la enseñanza, posiblemente también la más persistente. El franquismo hizo de él uno de los símbolos más íntegros de la resistencia civil democrática, pero pocos de quienes lo conocieron dudan de que hubiera deseado ser, más que nada, el maestro a pie de aula imbuido de muchos de las ideas pedagógicas de la Institución Libre de Enseñanza. Fue uno de los primeros maestros del Orfanato Minero, incorporado en 1931 por el director de la institución, Ernesto Winter. Las colonias, como la de La Pola de Gordón, constituían el eje de una actividad de recreo concebida para mejorar la salud de los niños y completar su educación. El Paisano puso trabajo e ilusión en aquel proyecto.

«Se destaca que era buena persona; también su papel sustancial en la reorganización del partido (PCE), pero se resalta menos su figura de político pedagogo, su ejercicio de la política como acción ejemplar», explicó Llamazares. Inguanzo, que falleció en febrero de 1996, formó parte del primer Consejo Regional de Asturias, bajo la presidencia de Rafael Fernández, y fue elegido diputado en Cortes en 1979 y 1982. Aún hay quien recuerda su figura austera y de encanecido senador romano, en uno de los vagones de Renfe, camino de sus labores parlamentarias. Y luego en metro hasta la Carrera de San Jerónimo, jamás en taxi. Incrementó poco el déficit público. Mereció la gran cruz del Mérito Constitucional.

En un momento de descrédito de la política, Llamazares, que aspira a recuperar para IU el escaño que ocupó El Paisano, puso a éste como paradigma del parlamentario de ideas que es, asimismo, el representante de los ciudadanos que está en permanente relación con sus electores: «Era un diputado que pisaba la caleya, leal con sus ideas y con los asturianos y muy alejado del diputado funcionario de ahora; hay un acomodamiento y una degradación de la actividad política».

Llamazares mitineó después en Ciñera. Allí había mineros jóvenes que sí sabían quién fue El Paisano.