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RABBI JOEL OSERAN | Vicepresidente de la Unión Mundial del Judaísmo Progresivo

"La paz es posible entre Israel y Palestina, pero no tenemos líderes"

"Los judíos progresistas creemos que no hay razón para discriminar a los homosexuales; nos movemos con los tiempos, la inclusión es necesaria"

Joel Oseran, en la sinagoga del Fontán, en Oviedo. MANUEL BENITO

El rabino Joel Oseran, vicepresidente de la Unión Mundial del Judaísmo Progresivo (una rama tolerante del judaísmo), con sede en Jerusalén, visitó España para explorar la formación de una federación de las comunidades del movimiento (una de ellas la asturiana), que cree en la igualdad de la mujer y acoge a los homosexuales, hasta el punto de tener algún rabino gay. Oseran no entiende que no haya un movimiento similar en el Islam, y habla del miedo de millones de musulmanes. Cree que la paz es posible en Oriente Próximo, pero que faltan líderes que luchen por ella.

-¿Qué le trae por Asturias?

-Primero tener un encuentro con la comunidad del Fontán y comprender mejor los desafíos a los que se enfrenta. Las cinco comunidades del Judaísmo Progresivo de España se han reunido en Madrid para discutir nuestros retos como movimiento.

-¿Sólo cinco comunidades?

-Por el momento. Creo que hay potencial para algunas más. Los grupos que existen ahora necesitan encontrar vías para cooperar y ayudar a que otras comunidades surjan.

-¿Crece el Judaísmo Progresivo en el mundo?

-Hace dos semanas celebramos en Río una convención y acudieron unas trescientas personas de veinte países. Tenemos presencia en cincuenta países y hay dos millones de judíos reformados. Somos el grupo judío más amplio. Y estamos también creciendo en Israel, que no es un lugar fácil para el judaísmo liberal, como puede imaginar, ya que está controlado por el ortodoxo. Pero creemos que Israel es la llave. Lo que ocurre allí marca la pauta para el resto de comunidades.

-¿Qué problemas tiene el Judaísmo Progresivo en Israel?

-Sería mejor preguntar qué problemas no tenemos... Somos una forma diferente de ser judío. Creemos que hay diferentes vías para serlo, creemos en el pluralismo, que los judíos deberían elegir las tradiciones que desean seguir. En Israel, el Judaísmo Progresivo no está reconocido por el Estado. Así que nuestros rabinos (y hemos formado 200) no pueden oficiar bodas, funerales... Estamos limitados por el Estado. Podemos hacer lo que queramos en nuestras sinagogas, pero tenemos que levantarlas nosotros o alquilarlas. El Gobierno no nos da el dinero que da a los ortodoxos. Es injusta la forma en que tenemos que trabajar con nuestra propia determinación. La buena noticia es que el 39 por ciento de los israelíes favorece el Judaísmo Progresivo. Cada vez más gente manda a sus hijos a nuestras guarderías o celebra con nosotros el Bar Mitzvah (ceremonia de madurez de los varones) o Bat Mitzvá, en el que las chicas leen la Torah, algo que no ocurre en las congregaciones ortodoxas.

-La activista Michal Eden explicó a LA NUEVA ESPAÑA las dificultades de los homosexuales en Israel. Los judíos progresivos no discriminan.

-Somos los campeones de la comunidad gay y lesbiana. Promovemos su inclusión. No hay razón alguna para discriminarles. Nos movemos con los tiempos, progresamos. Hemos comprendido que el papel de la mujer ha cambiado. La inclusión de grupos minoritarios es bienvenida. Tenemos rabinos y líderes de comunidad homosexuales. Hemos estado en la batalla por sus derechos. En Israel no es fácil, pero es un Estado de derecho y ha legislado en favor de las parejas del mismo sexo. En la antigua URSS hay un régimen más opresivo y se hace difícil para el Judaísmo Progresivo luchar por ese colectivo, la sociedad es más cerrada.

-No obstante, crecen mucho en Ucrania y en Rusia.

-Estamos celebrando los 25 años de nuestra actividad en la antigua Unión Soviética. Cuando cayó el comunismo intentamos abrir la casa. Dijimos: venid, regresad a vuestra vida judía. Hemos sido bendecidos con un gran crecimiento, hay sinagogas abiertas en Moscú, San Petersburgo, Kiev, Minsk, Odesa..., algunas devueltas por el Gobierno.

-¿Se enfrentan a mucho antisemitismo en el Este?

-Siempre hay gente que odia a los judíos, en todo el mundo. No hay un antisemitismo esponsorizado por el Gobierno. Putin afirma tener buenas relaciones con los judíos y ciertamente las tiene con el Chabad (movimiento ortodoxo). La dificultad es superar la mentalidad respecto a la religión. La gente joven está más orientada hacia una vida judía que sus padres. Pero sólo tenemos seis rabinos para un millón de judíos. Es un trabajo inmenso y por eso estamos desarrollando un programa de formación rabínica.

-Defienden un judaísmo tolerante. Por contra, el Islam es cada vez más radical.

-Es más tolerante en Los Ángeles o en Nueva York, donde el imán, el rabbi o el sacerdote pueden sentarse y mantener un diálogo interreligioso. Hay musulmanes maravillosos que quieren vivir en paz con otros grupos. Hay algunos donde yo vivo (Jerusalén), pero incluso los musulmanes maduros no pueden abrir la boca, tienen miedo. Es muy triste. Los israelíes saben que Hamás y Hezbolá no hablan por la mayoría de los musulmanes. Hay millones de ellos tolerantes, pero no pueden hablar claro. Mi crítica es que no haya un movimiento reformista del Islam que exprese su pensamiento de forma valiente, rechace los elementos radicales y explique el Islam como debe ser comprendido.

-¿Temen la expansión del Estado Islámico?

-No está en Israel, peor sí en sus fronteras. Obama y Nasrallah (chií) coinciden en atacar al Estado Islámico. Son unos extraños compañeros de cama. El mundo occidental tiene claro que el Estado Islámico es destructivo y hay que eliminarlo. Pero el mundo árabe está confuso. Da miedo.

-¿Una vuelta al Medievo?

-Es un rechazo a los valores occidentales: la democracia, la libertad de pensamiento, los derechos fundamentales, la igualdad. Es chocante, porque buena parte de sus miembros viene de Occidente. Expone lo que está pasando en esas sociedades, que mueve a los musulmanes a este compromiso con la destrucción.

-¿Falla la educación?

-Quizá. Quizá tiene que ver con la poca habilidad de las comunidades musulmanas de ser aceptadas por una cultura mayoritaria.

-¿Es posible la paz entre israelíes y palestinos?

-Todo en mí y en millones de israelíes dice que es posible. Pero no tenemos líderes, tanto en Israel como en Palestina, para luchar por ello. La paz es un compromiso. Pero no hay un líder palestino que haga los compromisos necesarios. Nuestro Gobierno israelí actual tampoco está preparado para un compromiso. Lo estaría si Netanyahu tuviese menos votos. Pero el número de votantes que cree en un Gobierno diferente es muy pequeño.

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