La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La CIA tenía un ojo puesto en Asturias

La Agencia cuelga en la red miles de documentos desclasificados que prueban su preocupación por las huelgas mineras y por algunos políticos, como Fernando Morán

La CIA tenía un ojo puesto en Asturias

La CIA, la todopoderosa Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, también puso el ojo en Asturias. Y fue una estrecha vigilancia que duró décadas, desde la dura posguerra hasta los primeros años de la Transición. Los informes elaborados para los dirigentes norteamericanos bajo la etiqueta "Top Secret" dan cuenta de las andanzas de los espías nazis en la región, los estertores de las guerrillas, las instalaciones industriales, las huelgas mineras desde finales de los cincuenta hasta los años ochenta y el perfil de políticos de la región como Torcuato Fernández-Miranda y Fernando Morán. La Agencia ha colgado en la red miles de documentos desclasificados que hasta ahora sólo podían consultarse previa solicitud.

Y desvelan a veces asuntos poco conocidos. Un informe del 14 de junio de 1950 da cuenta de la crisis de gabinete generada por el "plan Suanzes" para crear una siderúrgica en Asturias, que estuvo a punto de costarle el puesto al Ministro. La CIA indica que se oponen los industriales privados al considerar el plan como no económico y dictado por intereses particulares conectados al INI. Franco termina apoyando a Suanzes. Y los americanos consideran que la prioridad para España debe ser la agricultura y no la expansión industrial.

Asturias comienza a salir en los papeles de la CIA unos años antes, y por razones más relacionadas con la titánica lucha contra el nazismo. Bajo el epígrafe de "Criminales de guerra nazis", se da cuenta de la red de espías alemanes en España, y también en Asturias, así como de sus colaboradores. Así, en Gijón figuran varios, como un tal Erhard, o Theodor Stamer, listado como B420, residente en la calle Instituto, número 26. Hay informadores como Pedro Castiñeira, que ejerció como abogado en Oviedo, ligado a otro colaborador, Buhigas, e íntimo de Serrano Suñer. Claro que, si se repasa la nómina de informantes de los nazis, uno da con grandes sorpresas, como la presencia de Luis Escobar, escritor -y luego actor fetiche de Luis Berlanga-, del que se desliza que puede ser hijo de Alfonso XIII.

Los americanos fotografiaron a conciencia las instalaciones industriales y explotaciones mineras que les interesaban, como las minas y lavaderos de flúor de Caravia, Colunga y Pinzales (Gijón). También se fotografiaron cargamentos de flúor en el puerto de Avilés.

El 2 de diciembre de 1948, se remite un informe en el que la CIA da cuenta de la guerrilla en Asturias. Se abre con una frase devastadora: "El coronel Enrique Líster ha sido instrumental en la eliminación de los líderes de la guerrilla que fueron prominentes en el Partido Comunista, de acuerdo a las declaraciones de uno de esos antiguos dirigentes de mediados de octubre de 1948 (...) Los comunistas que se oponían a Líster eran enviados a España, donde eventualmente fueron capturados o asesinados". Refleja la dura situación de Manolo Cajigal y su partida, tras perder 16 hombres en una emboscada. El informe identifica a algunos de sus compañeros, como Aladino Suárez y Andrés Llaneza, y su exiguo armamento: 40 rifles de caza, 4 pistolas, un rifle, un naranjero, una carabina y dos ametralladoras británicas. Y también resalta su aislamiento.

Si durante años la guerrilla fue una fijación, a partir de finales de los 50, la CIA pone el foco en las huelgas mineras. Se detienen en la del 28 de marzo de 1958, seguida por 6.000 mineros, y con un elevado tono político, porque los mineros "están asqueados y cansados de 20 años de Franco". También corren ríos de tinta con la "huelgona" de 1962, seguida, dice la CIA, por 15.000 mineros. Hablan los informes del arresto de cincuenta mineros y la toma de la región por tropas armadas. La retahíla de huelgas continúa hasta bien entrada la década de los ochenta.

Lejos de encontrar una confesión de la relación de la CIA con el asesinato de Carrero Blanco, uno se encuentra en los archivos con un gran desconcierto. Eso sí, se da por seguro que el asturiano Torcuato Fernández-Miranda sucederá al almirante y que continuará con las políticas de Franco. Nada de su futuro papel como arquitecto de la Transición. La CIA también falla el tiro con el avilesino Fernando Morán, ministro de Exteriores en el primer Gobierno de González. Los agentes sostienen que es el más izquierdista del Gobierno y que desconfía de Estados Unidos. Claro que, unos años después, pasa a ser, con Felipe González, el gran valedor de la permanencia de España en la OTAN. Misterios de espías.

Compartir el artículo

stats