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"Los alumnos nos empujan a seguir"

Cuatro profesores asturianos de Secundaria, cerca ya de los 70 años, explican las causas de su petición de prórroga para no jubilarse: buena salud, buen ambiente y buena gente

Argimiro García, en su clase de Arte con sus alumnos.

Entre los cuatro suman más de siglo y medio de docencia. Hace tiempo que se han podido jubilar pero entre tanto profe quemado, ellos quieren seguir. Luis Ángel García Riera, Juan Argimiro García, Rafael Sánchez Lavandera y Jesús Morilla son cuatro de los 22 docentes de la red pública asturiana que este año han pedido prórroga de servicio activo para el curso que viene. Tienen hasta los 70 años para poder dar clase, pertenecen al cuerpo de docentes de Secundaria y coinciden en algo: "seguimos por vocación, porque hay buena salud y porque tenemos un destino que exige pero que permite tranquilidad". Y porque están rodeados de chavales "que son muy buena gente".

"A veces me llega un alumno y me dice: profe, tú has dado clase a mi padre. O a mi madre. Y yo les digo: a ver, enséñame una foto. Y sí, en muchas ocasiones me acuerdo de aquel chico o de aquella chica que ahora son padres de todo un adolescente".

Pasan las generaciones pero Rafael Sánchez Lavandera sigue ahí, impartiendo Geografía e Historia en el IES Marqués de Casariego, en Tapia. Rafael tiene 69 años y lleva 45 en la docencia. "Cuando me comentan que di clase a su padre o a su madre, yo siempre les pregunto que qué recuerdos les dejé como profesor: "que dicen que muy bien". Ah, pues estupendo. En esta profesión los alumnos son lo mejor".

Rafael Sánchez vive en Tapia de Casariego. "Ahora hay compañeros que vienen todas las mañanas desde Oviedo o Gijón, pero cuando yo empecé en los años setenta las carreteras nos obligaban a un trayecto de tres horas de coche como mínimo. Y era imposible ir y venir". Cambiaron las infraestructuras -para mejor- y cambió la forma de dar clase y de recibirla. "Cambiamos todos, pero este siempre ha sido un lugar tranquilo para dar clase. Hay dos o tres que dan un poco más la lata, pero supongo que eso es normal".

Es costumbre en el IES Marqués de Casariego reunir todos los años a los exalumnos cuya promoción cumpla las bodas de plata. Y en esa comida de confraternización se da el caso contrario: oye, Rafa, ¿sabes que tienes en clase a un hijo mío? Rafael Sánchez Lavandera fue durante catorce años director del instituto.

Jesús Morilla García-Cernuda acaba de cumplir 70 años. Lo quiera o no, este será su último curso como profesor. Da clase de Lengua y Literatura en el IES Astures, de Lugones (Siero) y asegura que ha visto discurrir las siete leyes educativas aprobadas en España desde los setenta hasta ahora. La primera, la Ley General de Educación (LGE) es del franquismo pero tuvo recorrido más allá de la transición.

"Yo no solo tengo alumnos cuyos padres pasaron por mis clases, sino incluso compañeros docentes que fueron alumnos míos", dice este profesor de Luarca, sobrino nieto de Severo Ochoa ("mi abuela era hermana de Severo").

Jesús Morilla se licenció en Filología Románica en la Universidad de Oviedo, en una facultad, la de Filosofía y Letras con profesores de la talla de Alarcos, Clavería, Caso, Bueno o Cachero. Un lujo que conllevaba altos niveles de exigencia académica. Morilla, como alumno, tuvo que afrontar un examen de ingreso al instituto, la reválida de cuarto, la reválida de sexto y el preuniversitario. Y relativiza las dificultades actuales: "Siempre les digo a mis alumnos que de qué se quejan, que hoy la Selectividad se las dan casi regalada". Un total de 42 años de ejercicio docente le da perspectiva amplia: "Comparo a los actuales con los alumnos de aquel BUP de hace años y veo que el nivel bajó. Yo soy de los que opinan que cada plan de estudios empeora al anterior".

Pasó como profesor por el colegio Gesta II, en Oviedo; por los institutos Jerónimo González y Santa Bárbara, en Langreo; por el IES de Salinas y desde 2002 en el IES Astures disfrutando "de un ambiente académico tranquilo y agradable", con clases de ESO y Bachillerato.

-¿Sus alumnos le tratan de tú?

-Ahora todo el mundo tutea. Sí, me tratan de tú. Y el que quiera tratarme de usted, pues perfecto también.

-Reconózcalo. Alguna vez se pone serio y les dice a los alumnos: ¡que puedo ser vuestro abuelo!

-Pues mire, sí. Alguna vez lo hago.

Argimiro García Hernández lleva 30 años en el IES de Infiesto, incluyendo más de dos décadas como director. Vive en Oviedo y hace el trayecto todos los días. "No me cuesta ningún trabajo", reconoce. Y lleva desde 1973 enseñando, primero en la Escuela de Turismo, en la plaza de la Catedral y después, ya como funcionario, dos años en Santurce, un paso docente por Cangas del Narcea y en Infiesto desde 1986.

"Tengo 69 años y, la verdad, esto no me pesa como para dejarlo". Le queda un curso, se siente algo así como "el último de Filipinas", pero disfruta con sus alumnos. "Lo mejor de todo esto son ellos. Ellos te enseñan, te permiten seguir vivo. Tú envejeces, ellos -curso a curso- siempre tienen la misma edad, pero cada promoción te obliga a adaptarte".

A estas alturas de la película, con 44 años en el aula, Argimiro García no tiene la menor duda de que acertó con su profesión. "Es que esto de ser profesor, si no te gusta estás perdido. Lo mejor es buscarse otra cosa. Ahora es verdad que pierdes un tiempo poniendo orden, sobre todo con los más pequeños; mandando callar. Esta profesión es dura".

Su cargo de director le resta horario lectivo, y él lo agradece porque veinte horas de clase a la semana (y muchas más preparándolas) se hace duro, sobre todo a ciertas edades. "Si tuviera el horario lectivo completo, reconozco que me habría pensado pedir la prórroga de servicio activo". Asturias es una de las comunidades que no contempla en su normativa una reducción de ese horario lectivo para los profesores mayores de 55 años. Una vieja reivindicación de los sindicatos.

La empatía. Es lo que este profesor de Arte busca desde que era un joven docente sin apenas experiencia. "Es preciso atender todas las demandas, escuchar a los alumnos" y transmitir cercanía. "Y cuando la relación profesor alumno es buena, hasta los suspensos, que también los hay, se relativizan", dice.

Luis Ángel García Riera hizo la carrera de Ingeniería Aeronáutica, y lleva treinta años de docencia escuchando el mismo mantra: con esos estudios, ¿cómo te metes a dar clase?

-¿Me lo explica?

-Con la ingeniería sé que hubiera ganado mucho más dinero que con la docencia, pero no me arrepiento del camino escogido. Sé que si no me hubiera llenado esto lo hubiera dejado al curso siguiente, pero aquí estoy feliz.

Este "aquí" es el IES Virgen de Covadonga, de El Entrego, donde se ha pasado casi toda la vida profesional. "Fui jefe de estudios y director, pero ahora me dedico sólo al aula. Este será mi último curso, mi mujer, que no es profesora, se jubila este año, y también para mí ha llegado el momento".

Entra a las ocho, sale a las tres. "Me pasan los días volando, y las semanas lo mismo". Luis Ángel García Riera reconoce que "echaré un poco de menos todo esto". Y tiene un deseo que no oculta: "quiero marcharme en silencio, tal y como he venido. El mejor homenaje lo tengo a diario, viendo a los chavales felices".

Es profesor de Matemáticas, una asignatura "complicada de transmitir". García Riera tiene un pequeño secreto, seguro que compartido por miles de profesores en Asturias: ponerse en lugar del alumno. "Yo, por mis estudios, sé lo que es sufrir académicamente hablando. Y sé lo importante que es la figura del profesor entre esos alumnos que la necesitan". Ellos le sacan partido, y él también. "Comunicarse bien con los chavales te vuelve más joven, y si sabes implicarte, dentro y fuera del aula, ellos responden; cuando hay respeto mutuo las cosas salen de maravilla. ¿Sabe? Llevo treinta años en esto y jamás he tenido un incidente".

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