Los árboles también pueden quemarse al sol. Aunque echan "crema protectora" -producen unos pigmentos que actúan como la melanina y forman una especie de pantalla- como las personas para evitarlo. Con el cambio climático, la protección natural no es suficiente, según aseguran los investigadores de la Universidad de Oviedo que han descubierto variedades de pinos resistentes al "estrés" de las radiaciones ultravioletas. De este modo se evitará, dicen los científicos del área de Fisiología Vegetal, que en un futuro la mayor incidencia de rayos disminuya la calidad de los bosques asturianos. El sol puede quemar los engranajes fotosintéticos e inducir mutaciones que afectan a su crecimiento y a su morfología. Todo ello, apunta la coordinadora María Jesús Cañal, se traduce en pérdidas económicas para el sector forestal.

Los resultados del trabajo, publicados en la revista "Molecular and Cellular Proteomics", suponen un "avance notable" en la biología del estrés en especies forestales, de las que "apenas hay bases de datos", en palabras de Cañal. "Se llaman especies huérfanas precisamente por eso: porque se sabe muy poco desde el campo de la biología molecular", añade. Los científicos combinaron en esta investigación técnicas bioquímicas y moleculares para caracterizar tanto lo que ocurría en el interior de la célula como en el árbol desde el punto de vista fisiológico, creando una especie de "fotografía de doble exposición". A partir de esta radiografía, el equipo realizó un ensayo que consistió en aplicar a plantas de pequeño tamaño estrés ultravioleta. "Se observaron patrones de respuesta complejos, que permitieron descubrir nuevos mecanismos de reacción a este tipo de estrés", apunta la catedrática de Fisiología Vegetal.

Los biomarcadores hallados podrán implementarse en programas de gestión y mejora forestal para lograr la sostenibilidad del bosque asturiano frente al cambio climático. Los científicos sostienen que la plantación de variedades de pino resistentes es "muy relevante", puesto que en los próximos años se espera un incremento de la radiación ultravioleta del 20%. El trabajo se trasladará ahora al campo para comprobar que los resultados de laboratorio funcionan. "En el medio natural, los pinos están expuestos a más agentes ambientales que habrá que analizar", concluyen.