Tiene 83 años y ayer mostraba el entusiasmo de una joven de 20. Carmen Velasco Arteche presumía de expediente académico tras ver aprobadas las dos últimas asignaturas de la carrera de Filología Inglesa, una de ellas con matrícula. A falta de datos oficiales, es la licenciada de más edad de la Universidad asturiana. Es su tercera licenciatura, tras Magisterio e Historia. Y Carmen, que nació en Sama de Langreo, entiende su nuevo título como un punto y seguido: "Quiero refrescar un poco el francés, ir mucho al cine, ordenar mis cosas, porque tengo montones de libros apilados por el suelo, y hacer un crucero alrededor del mundo. Necesito alguien que me acompañe".
- Yo, modestamente, me apunto.
-Ya, pero no. Me refiero a una amiga, a una mujer. Compréndalo...
Carmina Velasco se percibe de etapas cortas. "Estoy en un lugar siete u ocho años y me entran ganas de cambiar". Etapas cortas y a veces distancias largas. "Terminé Magisterio en Oviedo, me pasé un verano en Alemania con la pretensión, fíjese, de aprender alemán en tres meses, y me concedieron destino en La Fresnosa, una escuela de Piloña. Clases de martes a sábado, y el domingo el cura nos obligaba a ir a misa con todos los niños".
Más tarde, destinos en Tazacorte, una escuelina de la parte occidental de la isla de La Palma. Y en Villanueva de la Serena, en Badajoz. Y el San Luis, de Pravia; la Sagrada Familia, de Lena; y las escuelas rurales de Los Villares (Ibias) y Miranda (Avilés).
Carmen se jubiló a los 61 años, en 1994. Dos más tarde, animada por una profesora de Inglés en Salinas, Ann Devlin, cuñada del Nobel Seamus Heaney, se decidió a matricularse en Filología Inglesa. "Esta licenciatura es un poco un homenaje a ella", y también a quienes a lo largo de estos años, convivieron con Carmen Velasco en un fantástico ejercicio intergeneracional. "Cuando eres vieja y estás rodeada de gente joven que no tiene ninguna obligación de escucharte y que, sin embargo, lo hace, es una experiencia muy guapa. Me animaron a hacer la orla con ellos, aunque a mí me daba un poco de apuro. Y salí muy curiosa. Es que las técnicas fotográficas actuales borran arrugas y quitan canas".
El ritmo académico tuvo pasos atrás. "No se examinaba hasta que no estaba segura de que iba a sacar una gran nota", recuerda el profesor Daniel Navarro, que en los dos últimos años le dio apoyo de conversación. La segunda causa tiene mayor calado, un melanoma recurrente que le ha obligado a pasar por el quirófano y que quizá le aboque a un tratamiento de quimio. ¿Un freno para Carmen Velasco Arteche? Ni de lejos. "Mi primer reto a partir de ahora será la salud", explica, pero no el único. Hay otro en el horizonte: la edición de un libro de poemas que han cobrado forma en muchas libretas que la nueva licenciada empieza y casi nunca acaba. "Sólo son expresiones rítmicas de cosas que viví, de lugares en los que estuve. Recuerdo el año en la escuelina de Los Villares, con mi Seat 600 por el puerto de Rañadoiro, lleno de nieve".
Y surgen más agradecimientos, aunque muchos quedan en el tintero de esta crónica. Al propio Dani, a la profesora Lioba Simon, y a Eva y Avelina "que me facilitó tantos apuntes... Cuando me diagnosticaron el melanoma me quedaba una docena de asignaturas y me desanimé. Pero ahí estaban mis compañeros, aquellos apuntes fueron fundamentales".
La licenciatura de Historia la abordó entre 1966 y 1971. "Me tocó el 68, los líos en la Universidad, la presencia de la Policía, los grises, las movilizaciones y las carreras".
- ¿Usted corría?
-Por supuesto.
