Mariano Marín no rompía ayer la rutina habitual tras anunciarse su nombramiento como nuevo delegado del Gobierno en Asturias. Como todos los viernes "de los últimos treinta años" tomaba una cerveza con sus amigos gijoneses de toda la vida, como si nada hubiera pasado. Discreto y de natural tranquilo y reposado, pasadas las primeras horas de saberse el sucesor de De Lorenzo, Marín declaró que "es un honor que tanto mi partido como el gobierno de España hayan depositado su confianza en mí. Tengo que corresponder con trabajo, con no fallar en la defensa de los intereses del gobierno de la nación y de los ciudadanos de Asturias. Mi intención es procurar un diálogo fluido y sincero, además de fructífero, con el resto de administraciones. Ayudar a construir una Asturias mejor que salga de su actual atonía".