La expectación ayer en la Audiencia Provincial de Asturias era máxima. El otrora todopoderoso secretario general del SOMA, José Ángel Fernández Villa, terminaba sentándose en el banquillo, tras la larga fase de instrucción de la querella presentada por el sindicato, en la que la defensa intentó por todos los medios impedir que llegase el momento que se produjo ayer. Sin embargo, aún es pronto para saber si Villa será finalmente juzgado. La letrada del exlíder sindical, Ana García Boto, tal como estaba previsto, planteó la suspensión del juicio por "enfermedad mental sobrevenida", y fue necesaria la presencia de los forenses y dos neurólogos para dilucidar si Villa está en condiciones de afrontar las sesiones previstas. El tribunal de la sección tercera de la Audiencia no desvelará hasta esta mañana si finalmente accede a la petición de la defensa. Lo comunicará a las diez y media de la mañana. Dependiendo del sentido de esa decisión, se podrá ver a Villa declarar o se suspenderá el juicio contra él. A cara o cruz.

Villa ofreció su aspecto más deteriorado. Al salir del taxi que le acercó hasta la Audiencia, su rostro se contrajo en una mueca de dolor. Durante su caminata hasta la puerta del Palacio de Justicia tuvo que aguantar los exabruptos de un antiguo minero que le afeaba haberse dedicado a "comer jamón" o el comentario con sorna que le dedicó otro espontáneo: "Compañeru, dame tira", una de las expresiones que simboliza la solidaridad de los mineros y a la que el grupo Nuberu dedicó una conocida canción.

Ya en el banquillo, al lado de Pedro Castillejo, la presidenta del tribunal, María Luisa Barrio, accedió a que la esposa de Villa, María Jesús Iglesias, se sentase junto a él para ayudarle en caso de que tuviese que levantarse. Se le pudo ver enjugarse las lágrimas que le caían con un pañuelo.

Las imágenes servidas por el Tribunal Superior de Justicia permitían ver a un Villa cabizbajo, con los ojos clavados en el suelo y gesto entristecido. No salió una palabra de su boca. Comenzó entonces el juicio con las cuestiones previas planteadas por Ana García Boto y Alfredo García, letrado de Pedro Castillejo. Y luego vino el apagón de las imágenes del interior de la sala, durante la declaración de tres forenses y dos neurólogos, que ofrecieron sus informes sobre si Villa está capacitado para ser juzgado. Esta parte de la vista, crucial, fue a puerta cerrada a petición de la defensa, puesto que se iban a ventilar cuestiones relativas al estado de salud de Villa que son confidenciales.

Las forenses Antonia Martínez, directora del Instituto de Medicina Legal, y Rosario Morant, que examinaron a Villa el pasado mes de marzo y este lunes, defendieron que el exsindicalista podía ser sometido a juicio, aunque con ciertas salvedades: que se le preguntase de forma clara y simple, incluso reiterativa, se le diese tiempo de contestar y se le brindasen los descansos y recesos necesarios dado su estado. Las forenses consideran que Villa sufre un deterioro cognitivo de leve a moderado, con problemas de memoria y lenguaje, aunque puede hablar de acontecimientos de su trayectoria profesional, sin entrar en detalles.

La defensa de Villa pidió expresamente la presencia de una tercera forense, Elsita Fernández, que en enero de 2016 examinó al exsecretario del SOMA y estimó que no estaba en condiciones de declarar ante la juez instructora de la querella. Sin embargo, ayer, Elsita Fernández formó un bloque con las otras dos forenses. Alfredo Robles Bayón, neurólogo propuesto por el SOMA, que examinó a Villa en noviembre de 2016, mantuvo que el exsindicalista está en condiciones de afrontar el proceso. Solo discrepó el neurólogo propuesto por la defensa, Bernardino Blázquez Menes, quien indicó que Villa no está para declaraciones. Hoy se despejarán las dudas.