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Las abejas, acorraladas por el cambio climático y la falta de unidad entre los productores

Un año excepcionalmente húmedo y la presencia de la avispa asiática amenazan uno de los sectores que más han crecido en Asturias

Un apicultor extrae la miel de una colmena. MIKI LÓPEZ

Asturias está entre la tercera y cuarta comunidad autónoma que más miel produce de España, pero los productores asturianos se tienen que enfrentar a grandes dificultades. El cambio climático, la expansión de la invasora "Vespa velutina" o la dura competencia de los bajos precios de los productos importados dificultan enormemente la actividad de los apicultores.

El número de explotaciones apícolas en Asturias no deja de crecer, este año se ha colocado en 1.794, con un total de 47.149 colmenas. Cuarenta de estos productores son profesionales, es decir, que poseen más de 150 colmenas. Se trata de un sector que está en construcción, pero que solo el año pasado tuvo una producción total en Asturias de 470.100 kilogramos de miel.

Ese crecimiento se debe, en parte, a una mayoría de altas nuevas en el sector que vienen por parte de los jóvenes, beneficiarios de ayudas de la Consejería de Desarrollo Rural por la incorporación a actividades ganaderas. Este plan cuenta con un presupuesto de 160.000 euros, y en 2018 se ampliará con 27.092 más, distribuidos en función del número de colmenas, según datos de la Administración.

El problema es que existen diferentes asociaciones de apicultores, cuyas confrontaciones a veces suponen un problema añadido a la evolución del sector. Desde la Consejería de Desarrollo Rural dicen estar trabajando actualmente para que la miel asturiana gane peso a nivel internacional mediante una Identificación Geográfica Protegida (IGP), a la que se deberían adscribir los productores, pero su falta de unión dificulta el avance en esta medida.

"Muchos eligen la explotación apícola porque los precios de productos como la miel o el polen están en alza", asegura Luis Pérez, vicepresidente de "Promiel". Pero esta prosperidad puede verse truncada.

Hambre en la colmena

La tónica ascendente de la actividad apícola puede verse perturbada este año debido a la inusual humedad que se está teniendo en el principado de Asturias. El exceso de unas lluvias, poco frecuentes en la época del año en la que nos encontramos, puede echar a perder gran parte de la producción y hacer que algunas explotaciones lo pasen realmente mal para seguir trabajando.

Las intensas lluvias no permiten a las abejas salir a buscar alimento para el invierno. Las flores acaban destrozadas y muchas no dan néctar suficiente por la falta de calor. Una situación crítica que está desesperando a los apicultores. "Nunca vivimos una situación como esta en la que hay colmenas muriéndose de hambre en junio", señala Pérez.

Las previsiones son muy malas. "Va a haber muchas explotaciones que tengan una producción de cero. Podemos hablar de catástrofe", sentencia Santiago Menéndez, presidente de la Asociación de Apicultores de Asturias. Y es que algunos profesionales se han visto obligados a trashumar a Castilla y León para poder salvar la temporada, algo que no está al alcance de todo el mundo. El transporte de abejas es muy delicado y se necesitan muchos permisos, lo que supone unos costes muy elevados.

Lluvia anormal

Algunos profesionales también han decidido optar por la alimentación mediante pienso, pero es una solución provisional que no se puede alargar en el tiempo. Las abejas necesitan alimentarse de forma natural para no debilitarse y esto podría repercutir también en la próxima temporada.

El cambio climático también afecta al tiempo de trabajo de las abejas y al de las floraciones. "Las colmenas ya no tienen un desarrollo predecible. Ahora, lo mismo pueden enjambrar de una forma descontrolada, que pueden producir mucho en meses atípicos. Y luego años como este en los que ni siquiera pueden salir a trabajar", comenta Menéndez

Las lluvias de los últimos meses no se pueden considerar normales. Según los datos recogidos por la estación meteorológica que tiene en Oviedo la Agencia Estatal de Meteorología, la primavera pasada fue la sexta más lluviosa de una serie de estudio de treinta años. Sólo en junio ha caído un 125% más de agua que la media de la serie y en las primeras semanas de julio un 88% más. Si el tiempo sigue esta tónica, es posible que Asturias tenga uno de los veranos más húmedos de los últimos tiempos. Eventualidad que los agroseguros apícolas no cubren, aunque si lo hagan con fenómenos como la sequía o inundaciones.

La "Vespa velutina" o avispa asiática, como se la conoce popularmente, está cada vez más presente en el territorio asturiano. Ha pasado de encontrarse sólo en zonas costeras a encontrase por todo el interior y a lo largo de todo el territorio asturiano. El gran problema que tiene la extensión de esta especie invasora para los apicultores, es que su alimento principal son las abejas. Cada avispa asiática puede capturar entre 25 y 50 abejas al día.

No solo supone un gran perjuicio socio-económico, sino que pone en riesgo los distintos ecosistemas en los que está apareciendo. Además, se están encontrando colonias de estas avispas en poblaciones donde pueden causar problemas. Para intentar luchar contra esta plaga se están haciendo diversas tareas de control por parte del principado, con ayuda de los apicultores.

La campaña de trampeo de "Vespa velutina" acabó el pasado 15 de junio con la eliminación de más de 12.000 reinas. Casi 9.000 de estas capturas fueron de particulares y 3.600 del SERPA, empresa que contrató el principado para realizar y coordinar estas tareas. La mayoría de las trampas, y por lo tanto de las capturas, se localizaban en los extremos oriental y occidental de la región, que son las zonas donde más presencia tiene la especie invasora. Los municipios de El Franco, Valdés, Navia y Coaña son los que más capturas de reinas han hecho, todos con más de mil ejemplares.

Entre los apicultores y la Dirección General de Biodiversidad se elaboró un protocolo de actuación para hacer los trampeos. "El problema es que las partidas económicas con las que hacen los encargos son irrisorias. Esto se traduce en que la gente está trampeando como buenamente puede, pero al final todos nos vamos a cansar y lo vamos a dejar", sentencia Santiago Menéndez. El vicepresidente de Promiel coincide con Menéndez: "Pedimos que el principado ponga una partida presupuestaria mayor. La avispa asiática no es solo un problema nuestro", asegura.

Competencia desleal

La miel que proviene de Europa tiene unos precios mucho más bajos que la autóctona, algo que también repercute en su calidad. Los ganaderos asturianos tienen por lo tanto muy difícil competir con estos precios, que no les permitirían cubrir costes, mucho menos teniendo en cuenta todos los problemas derivados de los fenómenos climáticos extremos y de la "Vespa velutina".

Para luchar contra esto, desde hace unos años, una parte de los productos apícolas producidos en Asturias se encuadran bajo el sello "Alimentos del paraíso". Esta marca tiene reconocimiento a nivel nacional, pero no en el resto de Europa. El sello sirve para identificar las mieles asturianas, asociándolas con la calidad y prestigio de estas. Para ampliar el mercado, la Consejería de Desarrollo Rural junto con diferentes asociaciones de apicultores, están trabajando en crear una Identificación Geográfica Protegida (IGP) que aporte valor añadido a nivel comunitario a la miel asturiana. En Asturias se producen entorno a 400 toneladas de este producto al año, 100 bajo el sello Alimentos del Paraíso. "Pretendemos que todos pasen a integrar la denominación de origen asturiana para ser el mayor IGP de miel de España", asegura Jesús Casas, director de Desarrollo Rural.

El miedo de algunos productores es que sólo sirva para que se venda miel de otros lugares a precios más altos, lo que perjudicaría a la imagen de los productos autóctonos. "Desde la Asociación de Apicultores realizamos varias quejas porque en los comercios hay miel con nombres asturianos que viene de fuera. Tienen precios que no podrían hacer rentable una producción de aquí y una calidad peor", señala Menéndez.

Estos apicultores no ven mal implantar una IGP aunque sí exigen unos procesos de control que aseguren que la miel sea 100% asturiana, algo que la identificación geográfica debería ofrecer.

En el caso de la miel asturiana, la Consejería está contactando con todos los productores para crear este órgano y para lograr una marca de calidad. La titularidad de la marca es pública, por eso, aunque los controles tengan un aspecto independiente, el principado se tiene que encargar de que no haya fraudes. "El que esté dentro de la marca, tendrá que asegurar el cumplimiento de las condiciones", sentencia Casas.

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