"Estamos disgustados y afectados, es una situación muy dura", dice una de las dos hermanas del exmilitar asturiano Marco Martínez Méndez, detenido en la pequeña isla africana de Santo Tomé junto a otros dos españoles y acusado de un intento de golpe de Estado. La familia de este hombre originario de Vegadeo, aunque lleva años afincado en Ferrol (Galicia), defiende su inocencia y califica lo sucedido de "encerrona".

"Sabemos que él estaba empezando a sospechar que algo no iba bien porque contactó con amigos y les dijo que algo no le cuadraba, que si no sabían de él que contactaran con las autoridades", relata su familia, que dejó de tener contacto con Marco Martínez a finales de julio. Fue su actual pareja la que finalmente informó a la familia de que no podía contactar con él y, finalmente, el 5 de agosto se confirmaron los malos presagios. Ese día supieron que el sábado anterior había sido detenido en el hotel donde se hospedaba junto a sus tres compañeros. Les acusan de intentar matar al primer ministro, Patrice Trovoada, y de secuestrar al presidente, Evaristo do Espirito Santo Carvalho.

Aún no han podido contactar con Marco Martínez, aunque esperan que sea posible hacerlo esta semana, pues así se lo ha trasladado la cónsul española, María Teresa Mendizábal. Es su único enlace con los detenidos, a los que han enviado dinero para la compra de algunos objetos de primera necesidad. La familia reprocha al Ejecutivo de Pedro Sánchez su pasividad en todo este asunto. "El Gobierno no ha hecho nada, hemos sido nosotros los que hemos contactado con ellos", apuntan.

Según la versión de su familia, Marco Martínez y los otros dos exmilitares, el riojano Orlando Pérez y el gaditano José Manuel López, acudieron a Santo Tomé como escoltas y están "en total desacuerdo" con muchas de las informaciones difundidas estos días desde el Gobierno de Santo Tomé. Descartan especialmente el supuesto hallazgo de un arsenal, drogas y sustancias venenosas en manos del asturiano: "No tenemos ninguna duda sobre él. No es verdad lo del arsenal y las drogas. Es una persona muy deportista, muy sana y defensora de la ley. Hay informaciones que nos están afectando mucho porque son erróneas, Él estaba trabajando, lleva años dedicándose a la seguridad privada".

La familia ha contratado a un abogado portugués. Aunque muestra cautela, confía en que se pueda resolver la situación. Mientras tanto, Marco Martínez, conocido en el ámbito de la seguridad privada como "Popeye", espera incomunicado en la abarrotada prisión de Santo Tomé.

Su padre, el guardia civil retirado José Martínez Lombardía, no tiene dudas de que resistirá el calvario que tiene por delante: "Es un chaval fuerte, aguerrido y muy duro. Mentalmente es muy fuerte, porque estuvo en misiones muy difíciles". Y es que el detenido no sólo ha trabajado en la Armada y en las Fuerzas Especiales del Ejército, sino que a lo largo de su trayectoria participó en complejas misiones de inteligencia y contrainteligencia.

Aunque es natural de Vegadeo, lo cierto es que pocas vivencias tiene en el concejo y muy pocos le conocen. No en vano, la familia cambió de domicilio cuando Marco tenía tan sólo cuatro años. En la actualidad, el detenido tiene pareja y tres hijos de su primera mujer, de la que está separado. Reside habitualmente en Ferrol y visita la zona occidental de manera esporádica para visitar a sus padres, que viven en la pequeña localidad castropolense de Figueras.

Para la familia del veigueño todos tienen buenas palabras -"una familia muy normal, buena gente"- y por eso lamentan la dura situación que están viviendo. Al que menos conocen los vecinos es a Marco Martínez, y los pocos conocidos que tiene en la zona están ligados al mundo del rugby, su gran pasión. Durante años jugó en el club de Ferrol y estaba previsto que la próxima temporada militara en el club de As Pontes.