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Enseñar que el silencio nunca es un sí

Guardia Civil, Policía Nacional, psicólogos, abogados y trabajadores sociales reciben formación en el nuevo protocolo contra la agresión sexual

Día contra la violencia machista: Asturias se blinda contra la violencia sexual

Día contra la violencia machista: Asturias se blinda contra la violencia sexual

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Día contra la violencia machista: Asturias se blinda contra la violencia sexual Elena M. CHORÉN, Avilés

Una mujer, menor de edad, entra al cuartel de la Guardia Civil de Cancienes (Corvera) junto a su madre el pasado domingo por la tarde. Acude asustada a denunciar un caso de abuso sexual. Empieza por contar lo ocurrido a los agentes que, ante su perfil, tienen que llamar al equipo especializado en violencia de género y abusos a menores (EMUME). Después la llevan al hospital para que la examine un forense de guardia. Vuelven al cuartel. Es momento de interponer la denuncia. Ha pasado más de una hora y la víctima está cansada, confusa y sólo quiere irse a su casa.

La Guardia Civil Eva Herias, que trabaja en el puesto corverano, pone este caso reciente como ejemplo de los puntos sobre los que aún hay que trabajar en materia de abusos sexuales. Lo hizo en una charla en Avilés a la que asistió el martes junto a otros compañeros del cuerpo, personal sanitario, abogados, psicólogos y trabajadores de los Centros Asesores de la Mujer, para conocer el nuevo protocolo contra la violencia sexual que ha puesto en marcha el Principado de Asturias.

Las psicólogas encargadas de la redacción del documento, Yolanda Fontanil y Ángeles Alcedo, recorren la región para explicar el proyecto. Ya han estado en Oviedo, Gijón, Mieres y Arriondas y les queda visitar en las próximas semanas Navia, Cangas de Narcea y Laviana. El objetivo está claro: lograr que las víctimas de violencia sexual "accedan de forma sencilla a los mecanismos de ayuda".

Sólo el 33 por ciento de las víctimas reconocen que han sufrido una agresión sexual. El porcentaje es aún más bajo si se trata de niñas y adolescentes, tal como exponen las autoras del protocolo. La agente Herias lo corrobora con su testimonio. Asegura que las mujeres que llegan al puesto a denunciar sienten mucha vergüenza. Ella procura entablar una conversación con ellas, "trato de quitarle un poco de importancia al asunto, dentro de la gravedad, y explicarles que tiene que contarlo todo, como una víctima de violencia de género".

Esta agente de Cancienes es crítica con las ideas preconcebidas que existen sobre la mujer. "Cuando ocurrió lo de 'la Manada' escuché decir 'esa chica venía borracha, seguro que iba pidiéndolo?' estas cosas hay que quitárselas ya de la cabeza", asevera Herias.

También apunta a otro caso de actualidad: el juicio por la violación de una adolescente en Irlanda en el que se usó el tanga de la joven como prueba de consentimiento y el hombre quedó absuelto. "Por llevar un tanga de encaje una no está predispuesta a mantener relaciones sexuales", critica la agente de la Benemérita. "Hay que cambiar estamentalidad, empezando por los que se supone que te van a proteger, que son los jueces", sentencia.

Abusos a menores . El acompañamiento a menores agredidas sexualmente es una de las medidas que trata de poner en marcha el protocolo con más urgencia. La intención es crear una figura de acompañamiento para los menores encargada, entre otras cosas, de formular las preguntas al menor en un juzgado para evitar "tonos agresivos". En el caso de las menores, explican las psicólogas, hay que insistir en la idea de que no tienen la culpa. Tienden a pensar que contar la verdad les meterá en problemas y que ellas son las culpables de la situación.

Otra de las prioridades de acción del protocolo asturiano es crear un servicio 24 horas para víctimas de violencia sexual que implique a todos los recursos sanitarios, policiales y sociales. En Asturias, existe gran "descoordinación" entre los diferentes servicios y escasez de recursos, tal como muestran las encuestas llevadas a cabo para realizar el protocolo. Aunar fuerzas y coordinar todos los mecanismos de ayuda es fundamental, pero también lo es la educación de la sociedad.

Un creencia falsa arraigada en la sociedad: "Sólo identificamos la violencia sexual con la penetración", dice Alcedo. Pero el acoso, los micromachismos o las agresiones sexuales en redes sociales también forman parte de una definición de "violencia sexual" desconocida para la sociedad, tal como demuestran las entrevistas que realizaron las autoras del protocolo.

"La mayor parte de las mujeres experimentan acoso varias veces a lo largo de su vida", detalla Fontanil. Y sigue con más ejemplos: "Muchas mujeres han sido forzadas a penetraciones vaginales, anales o bucales; se les ha obligado a mantener relaciones sexuales cuando estaban enfermas, acababan de dar a luz o estaban inconscientes por la medicación". En la mitad de los casos, conocían a su agresor y, por eso, se culpan con expresiones como "si no lo hubiese dejado entrar en mi vida, esto no pasaría".

Los errores de concepto están a todos los niveles. El porno, por ejemplo, "potencia la idea de emplear la violencia para la satisfacción sexual y es una escuela de desigualdad", apunta Alcedo. En este caldo de cultivo, "es difícil valorar qué es o no adecuado en una relación sexual" y, por eso, la formación en educación sexual resulta fundamental.

Mientras lo dice, Isabel Area, del Consejo de la Mujer de Avilés, asiente y añade: "Nos preocupan mucho los jóvenes; es necesario que reciban, desde edades muy tempranas, una formación sexual obligatoria". A la larga, explica, se trata de que hombres y mujeres caminen juntos, "se traten por igual y sus relaciones sean sanas, no tóxicas". No siempre es así.

Casos. "Hay veces que nos ocurren cosas en la vida que nos afectan pero no tenemos identificado qué son y por qué nos afectan; muchas veces, lo que ocurre es que he sido víctima de un abuso sexual, aunque no le ponga esas palabras". Así explica la psicóloga Noelia Fernández Briz lo que le ocurre a muchas de las mujeres que llegan a la Asociación ADHOC, donde trabaja acompañando a víctimas de violencia de género.

Los casos, por desgracia, son muchos. Desde mujeres adultas que sufrieron abusos sexuales en la infancia, a adolescentes víctimas de violencia sexual o "mamás preocupadas porque detectan algo dentro de su propia casa". Su trabajo consiste en acompañar a estas mujeres en un proceso complicado que les marcará de por vida.

"Las mujeres que llegan a la asociación se culpan por lo que les ha pasado, porque no dijeron verbalmente que no. Hay que trabajar con ellas y hacerles entender que la forma de reaccionar en ese momento era lo único que podían hacer y no son culpables de lo que les ha pasado", asevera Fernández Briz.

Las redactoras del protocolo asturiano contra los abusos sexuales también contemplan el "escabroso tema del consentimiento y el uso de la fuerza". Creen que el problema se terminará el día que se entienda que sólo un sí es un sí porque "la sumisión y el silencio no implica consentimiento".

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