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La población asturiana rebajó ya en 2018 la previsión más pesimista para 2019

La proyección demográfica a quince años vista predice un escenario en el que uno de cada tres habitantes de la región tendría más de 65 años

La población asturiana rebajó ya en 2018 la previsión más pesimista para 2019

La entristecida demografía asturiana ha desarrollado una insólita capacidad para encontrar un fondo cada vez más profundo destrozando los pronósticos estadísticos más pesimistas. Las previsiones más negras de la pérdida de población envejecen muy pronto cuando se refieren a Asturias y hay una prueba de ello en la última puesta al día del recuento de habitantes. La reciente actualización del padrón ha dado fe de que la región tiende a pulverizar sus propios registros negativos del pasado, pero también a deshacer con inusitada facilidad las previsiones del futuro. Asturias ha conseguido que su última cifra de población disponible, algo más de 1.024.000 residentes en julio de 2018, ya sea inferior a la que la proyección demográfica efectuada hace unos años por el proyección demográficaInstituto. Como quiera que los pronósticos del INE están calculados simulando que se mantienen las tendencias demográficas vigentes, la conclusión dice que el Principado empeora incluso más de lo que cabría esperar para una población tan deteriorada como la suya.

Las cifras del futuro corresponden a la proyección elaborada en 2013 y desbordada por la realidad en torno a enero de 2015. El INE publicó el pasado mes de octubre una actualización de esas mismas previsiones que ya corrige muy a la baja el pronóstico anterior y que todavía es muy reciente como para ser confrontada con el comportamiento real de la población, pero si nada cambia seguramente ese golpe entre la previsión y la realidad volverá a repetirse pronto.

El riesgo, así las cosas, está definido y calculado. La previsión estadística adelanta una posibilidad de que el Principado vuelva a tocar el millón de habitantes al comienzo de 2023 y rebaje a lo largo de ese año esa barrera psicológica. Dice que de aquí a 2032, última frontera temporal del estudio, la ya baja cifra de nacimientos anuales -fueron pocos más de 6.000 en 2017, el último ejercicio completo recontado- bajará por debajo de 5.000 en 2023. Predice sin embargo, identificando así dónde reside una de las claves del problema, que el flujo inmigratorio procedente del extranjero puede llegar incluso a crecer: prevé el incremento sostenido de la entrada de habitantes foráneos desde los casi 5.300 de 2017 hasta una cifra que superaría los 7.000 ya en este 2019. Como quiera que el pronóstico se completa con una previsión de descenso de la emigración hacia el extranjero y que vaticina saldos migratorios levemente positivos, enfoca el catálogo de posibles remedios para el problema hacia la endémica natalidad regresiva que el Principado sufre invariablemente desde mediados de los años ochenta del siglo pasado.

También pronostica el oráculo estadístico que si no hay remedios la insostenibilidad de la población asturiana crecerá hasta límites poco imaginables. En 2033, una población bastante por debajo de la actual tendría al menos 50.000 habitantes más por encima de los 65 años. Según esos cálculos, uno de cada tres asturianos estaría en la fase dependiente del final de su vida -hoy esa situación afecta más o menos a uno de cada cuatro- y sólo habría aproximadamente 80.000 niños menores de catorce años, un miserable 8,5 por ciento donce el censo actual, ya preocupante, tiene cerca de un once.

La propensión de la demografía asturiana a profundizar en su declive por debajo incluso de lo que vaticinan los cálculos más pesimistas tiene algo que ver con el retraso en la búsqueda de soluciones que los expertos consultados achacan a esta región. Hablan del quiebro que las autoridades han hecho sistemáticamente a la consideración de éste como el problema social más acuciante de cuantos tiene planteados el Principado y de la tendencia a postergar la búsqueda de soluciones, que según una versión bastante extendida plantea la urgencia de la regeneración económica hacia un modelo basado en el conocimiento y el paso decidido, tantas veces pospuesto hacia la colaboración y la integración de la masa de habitantes que aún conservan los concejos del centro urbano de la región: la articulación del área metropolitana central de Asturias.

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