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El corzo, hasta las narices del gusano

Asturias estudia vedar la caza del animal en las reservas al morir la mitad de la población por una mosca que crece en las vías respiratorias

Una larva en el hocico de un corzo.

El "gusano de las narices" del corzo, un parásito que crece en las vías respiratorias del animal, ha matado a casi la mitad de su población en Asturias en los últimos diez años. Los datos recogidos por la Consejería de Medio Ambiente revelan que la especie pasó de unos 45.000 ejemplares en 2007 a 24.000 en 2017. Es decir, la población descendió un 47%. La bajada más acusada se produce en áreas de montaña del Occidente, con una tendencia próxima al 80% en las reservas de caza. Ante estas alarmantes cifras, el Gobierno autonómico estudia vedar el corzo en las zonas más afectadas de la región de cara a la próxima temporada, que empieza en el mes de abril.

"La especie está muy tocada. Los datos que tenemos de las reservas muestran que estamos en mínimos históricos. La única solución, por tanto, es disminuir la presión sobre ella", explica el jefe del Servicio de Caza y Pesca del Principado, Orencio Hernández Palacios, "Tito". El biólogo, que lleva como responsable de Caza 35 años, asegura que contra el "gusano de las narices" -su nombre científico es "Cephenemyia stimulator"- "no hay tratamiento posible salvo que vengan unos fríos espantosos". Estos parásitos -en realidad, son moscas- originan sinusitis, estornudos, descarga nasal, tos, problemas de deglución y, en casos más graves, la muerte del animal.

En fase adulta, el insecto, de aspecto similar al de un abejorro, posee buena capacidad de vuelo (40 kilómetros por hora) y deposita sus huevos en el hocico del corzo. Las larvas, con ayuda de los ganchos bucales y de las espinas que rodean sus segmentos, penetran en la mucosa nasal del animal para migrar hacia las vías respiratorias altas, donde pueden permanecer en diapausa en otoño e invierno. Cuando alcanzan su desarrollo completo (3 centímetros de longitud) hacen el recorrido inverso para salir al exterior a través de los ollares o la boca del ciervo.

Según la red de puntos de observación del Principado, en las reservas regionales de caza hay una "drástica disminución" poblacional, que afecta tanto a machos como a hembras y, en mayor medida, al occidente asturiano. En el Oriente, uno de los puntos negros es Ponga. Por su parte, en los cotos hay diferencias entre los situados en áreas de media montaña -un descenso del 44%- y en la costa -del 25%-. Igualmente, los descensos más elevados se concentran en los acotados del Occidente, como Valdés, Allande o Boal, donde se registraron bajadas de entre el 55 y el 70%. La pérdida de corzos tiene también un impacto directo y negativo sobre el lobo, ya que se trata de su principal presa.

El parque natural de las Ubiñas-La Mesa es un buen ejemplo de la decadencia de la especie en Asturias. El año pasado la Consejería encargó al biólogo Laureano Prieto analizar la evaluación de la población en el parque natural -integra los concejos de Lena, Quirós, Teverga y Proaza- y los resultados fueron alarmantes: en once años murieron el 80% de los ejemplares. Si en 2007 se habían contabilizado 2.500, en el 2018 tan sólo se encontraron 430. Es decir, "se pasó de una densidad de 4 corzos por cada 100 hectáreas a 0,9 por 100 hectáreas, lo cual confirma la drástica caída de la especie en áreas de montaña", subraya el estudio.

El jefe del Servicio de Caza y Pesca del Principado, Orencio Hernández Palacios, "Tito", asegura que la presión sobre el corzo bajó en los últimos años; sin embargo, sostiene que hay que tomar medidas más drásticas. "Lo que nos estamos planteando de cara a la próxima temporada es vedar la especie en algunas zonas de Asturias. De tomarse esta medida, afectaría fundamentalmente a las reservas, aunque cabe la posibilidad de que algunos cotos decidan por sí mismos no cazar el corzo dada su baja densidad", abunda.

Se capturan 700 al año

En el Principado existen dos modalidades de caza del corzo: el rececho y la batida. Durante los recechos, detallan técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, las posibilidades de cazar un ejemplar son del 80-90% mientras que en menos de la mitad de las batidas se suele disparar a un ejemplar. En los últimos años, como consecuencia del decrecimiento poblacional, la caza se dirige en un 90% de los casos hacia los machos. Además, la práctica totalidad de las cacerías se realizan en los cotos regionales, ya que en las reservas se ha pasado de abatir unos 60 ejemplares en el año 2010 a menos de una docena en el 2017. "Del análisis de los datos de las cacerías de los últimos veinte años podemos observar cómo al final de los años noventa se capturaban unos 700 corzos, incrementándose esta cifra a más del doble entre 2005 y 2009, época en la que se disparaba a unos 1.600 corzos", detallan expertos del Principado. En la actualidad, "se ha vuelto a unos niveles de extracción similares a los de finales de los años noventa", añaden los técnicos, que, no obstante, apuntan como causa de ese declive también a la crisis económica, al reducir el poder adquisitivo de muchos aficionados asturianos a la caza.

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