La familia de Alfredo Suárez, asesinado el 11 de noviembre de 2010 en el interior del establecimiento Brico Cook de la calle Coronel Bobes, en el barrio ovetense de Ciudad Naranco, ha mostrado en un comunicado su "sorpresa e indignación" por la muerte del único acusado, Raúl Fernández Fernández, en el Centro Penitenciario de Asturias, donde permanecía a la espera de ser juzgado por este crimen. Además, lamenta que con la desaparición del presunto homicida, la justicia cierre el caso, cuando aún existen "muchas dudas", como saber si el acusado actuó solo o acompañado. "Para la familia seguirá abierto, a falta de mayores certezas o pruebas con las que superar el doloroso trance".

La investigación por el asesinato de Alfredo Suárez llegó a su fin en julio de 2017, cuando la Policía Nacional dio por resuelto el crimen cuyo único autor parecía ser Raúl Fernández Fernández. El también conocido como "el ladrón del martillo" estaba ya en el Centro Penitenciario de Asturias condenado en 2017 a 20 años de cárcel por asaltar en Noreña, Pola de Siero y El Berrón a varias mujeres a las que golpeó en la cabeza para llevarles el bolso.

Según el relato ofrecido por la Policía tras la detención, Alfredo Suárez se había quedado solo en la nave a la hora de comer y estaba descansando en su despacho hasta reanudar el trabajo cuando "debió ser sorprendido" por Raúl Fernández. Fue otra empleada la que encontró el cuerpo, en medio de un charco de sangre, cuando regresó tras el almuerzo. El fallecido había recibido varios golpes en la cabeza con un objeto romo.

"El móvil fue económico y acabó con extrema violencia, una característica del autor, que fue incrementando su ferocidad en los últimos delitos que cometió", señaló entonces el Jefe Superior de Policía, Juan Jesús Herranz Yubero.

Los agentes que actuaron en aquel momento detectaron que el presunto autor del crimen había recorrido el almacén buscando, supuestamente, objetos de valor. Comprobaron también que faltaba la cartera del fallecido y el contenido de un cajón de monedas. La taquilla personal también había sido forzada.

Raúl Fernández Fernández fue encontrado muerto en su celda en pleno puente de la Constitución. Presumiblemente se quitó la vida tras ingerir una treintena de pastillas.

Los familiares de Alfredo Suárez quiso ayer realizar varias puntualizaciones mediante un comunicado, "después de nueve largos años de silencio". En primer lugar, señalan que se sienten "profundamente sorprendidos como ciudadanos por el funcionamiento del sistema penitenciario, que no ha podido garantizar la seguridad de un recluso acusado de un presunto asesinato antes de que pudiera ser juzgado".

A continuación señalan que "el presunto asesino nunca fue juzgado por este caso, nunca reconoció su delito, ni tampoco su presencia en el lugar de los hechos, a pesar de que las pruebas existentes le situaban en el lugar del asesinato. No hubo confesión, y siempre negó su implicación a pesar de evidencias. Entre las muchas dudas que no ha aclarado la investigación está conocer si estaba acompañado en el lugar del trágico suceso", apuntan.

Y añaden que detalles "tan importantes y sorprendentes" como "que se limpiaran todas las huellas en el lugar del crimen o la insistencia de dar por hecho que se trataba de un robo cuando se encontraron pertenencias de valor en la taquilla de la víctima después de haber sido forzada, quedan ahora en el aire y sin una explicación clara".

También indican que Alfredo Suárez no era ebanista, sino que siempre había trabajado con responsabilidades de oficina en la rama del automóvil, y que a falta de dos años para su jubilación cerró la empresa en la que trabajaba y empezó en Brico Cook, que era de un primo, que cerró después del crimen.

La familia indica en su comunicado que se prestó a "colaborar en todo lo posible con la Policía durante este tiempo, a pesar de la sensación de frustración sobre una investigación que no encontraba respuestas a la mayoría de las preguntas".