José Méndez Freije se crio en una familia ganadera. Por ello, ya desde niño, conoce cuanto tiene que ver con ese mundo. Sin embargo, también tuvo claro, como sus padres, que el saber no ocupa lugar y que, cuando hay que elegir lo que se quiere hacer en la vida, bueno es hacerlo libremente y no por obligación. "Nunca tuve problema en casa para decidir sobre mi profesión y, de hecho, estaba de acuerdo con mis padres, que me decían que, si tienes estudios, puedes desenvolverte mejor en la vida. Tú puedes dedicarte a lo que quieras. 'Pero fórmate primero', me dijeron siempre. Y eso fue lo que hice antes de volver de forma definitiva a vivir y trabajar aquí", dice este joven ganadero de Castrillón (Boal).
Estudió Geología, carrera que no terminó al desencantarse. Luego, por motivación personal, también Filosofía. "Durante años vivía en Oviedo por este motivo, pero todos los fines de semana volvía para Castrillón", matiza el boalés, que es posiblemente en su parroquia el único ganadero joven que queda en activo. "Somos cuatro hermanos y los otros tres tienen otros trabajos fuera del pueblo. El año pasado mi padre se jubiló y me pasó a mí la titularidad. Son 22 animales, entre madres y crías, casi todas de asturiana de los valles, aunque también hay alguna amestada. Mi padre está contento con que me ocupe yo ahora de las vacas porque, si no, se iban a tener que vender y sería otra ganadería que se cerraría", afirma.
Este joven boalés es conocedor del camino que le queda por delante como ganadero titular, tanto por la situación que vive el sector como por la zona de la que es vecino. Pero del mismo modo no está dispuesto a tirar la toalla y confía en salir adelante con sus animales e incluso incrementarlos, pues tiene que llegar a 28 tras recibir, el año pasado, una subvención como joven ganadero.
"Soy consciente de lo que hay. Aquí el futuro no es muy prometedor, hay gente que está cerrando sus ganaderías y los ganaderos que quedan en activo y con hijos, estos tienen ya otros trabajos y no los van a continuar. No hay trazas de relevo generacional. De hecho, en mi parroquia yo soy el único ganadero joven. Las ganaderías pequeñas somos las que lo tenemos peor porque no podemos competir con las que tienen muchos animales. Pero bueno, siendo realista como soy, yo quiero continuar. Mientras otros se van, yo soy de los que deciden quedarse. Me quedo, sí, lo tomo como un reto y además lo hago con ilusión. Hay que darle a esto un poco más de perspectiva y de futuro. Hay mucha gente viviendo en las ciudades y son consumidores, entre otros productos, de carne. Nosotros tenemos que ofertar, para su demanda, una carne de la tierra, buena, de calidad; somos un sector estratégico", reflexiona.
Sin embargo, empezar de cero en su campo le parece imposible. "Yo cuento ya con lo que conlleva la ganadería de mi padre. Pero empezar desde la nada... ¡Qué va, imposible! Requiere una inversión tremenda. Por mucha ayuda que te den, es una inversión altísima", afirma José, que tiene también dos demandas muy claras: "El campo necesita formación, reciclaje; el ganadero necesita formarse cada cierto tiempo. Se necesitan cursos sobre manejo, salud y bienestar animal, por citar un ejemplo, y de eso hay muy poca oferta pública y los cursos privados son muy caros. Es un problema que tiene el sector, la formación. También pediría buenas comunicaciones por carretera, estoy a 33 kilómetros de Navia y casi tardo una hora en llegar. Incluso hay empresas que desisten de traer el forraje cuando los llamo al saber por qué carretera tienen que transitar, tanto por el mal estado de la misma como por el tiempo que les lleva llegar". Se refiere a la AS-12, el eje del Valle del Navia que la comarca reivindica arreglar.
Otra demanda es la mejora de internet: "No tenemos fibra, aquí conectarse resulta mucho más caro que en la ciudad".
