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La intolerancia a la lactosa que procede del Neolítico

Un estudio liderado por la Universidad revela los hábitos culinarios de los primeros campesinos: en Asturias se consumía poca leche al predominar el ganado ovino

Miriam Cubas, durante el trabajo de campo. U. O.

La presencia mayoritaria de ganado ovino impidió durante el Neolítico que los asturianos realizaran una ingesta de leche mayor que la de sus vecinos del Atlántico Norte. Es lo que pone en evidencia la investigación de un equipo científico internacional, liderado por Miriam Cubas, profesora del departamento de Historia de la Universidad de Oviedo, que ha analizado la composición química de los restos de comida conservados en la cerámica usada por los primeros campesinos que poblaron esta zona.

El estudio, que acaba de ver la luz en la revista "Nature Communications", concluye que las regiones del sur de la costa atlántica, entre las que se encuentra Asturias, consumían menos productos lácteos que las del Norte hace 7.000 años. Y esa evidencia guarda relación con la mayor tolerancia a la lactosa que existe en la actualidad en los países del noroeste de Europa, posiblemente adquirida por un mayor consumo durante siglos al contar con más ganado vacuno, frente a la mayoritaria ganadería de ovejas y cabras de los países del Sur.

Los análisis químicos de los contenidos cerámicos han permitido explorar lo que estas comunidades neolíticas cocinaron en los recipientes de cerámica. Cubas detalla que este estudio "ofrece una amplia comparación regional sobre el uso de la cerámica durante la Prehistoria". Además, agrega la investigadora de la Universidad de Oviedo, los resultados obtenidos contribuyen a contar con más información sobre "cómo vivieron los grupos humanos durante este proceso de cambio tan trascendental que supuso la introducción de la ganadería y la agricultura".

Su método de análisis ha permitido analizar los lípidos conservados en los recipientes y saber de qué alimentos proceden (por ejemplo, grasas de animales, ceras de plantas, aceites de pescado y resinas) y, por tanto, qué se cocinó en estos utensilios.

Para conocer todos esos detalles han estudiado cerámicas del Neolítico antiguo procedentes de 24 yacimientos arqueológicos situados entre Portugal y el Báltico. La investigación permite, asimismo, expandir el conocimiento sobre las prácticas culinarias de estas primeras sociedades agrícolas, el papel que desempeñaron los distintos alimentos y su impacto en la dieta de las primeras comunidades campesinas.

"Las diferencias respecto a la frecuencia de aparición de los productos lácteos podrían ser importantes para la comprensión de la evolución de la tolerancia a la lactosa en los adultos en Europa. Hoy en día, las mutaciones genéticas que permiten a los adultos digerir la lactosa presente en la leche tienen una mayor presencia en la zona noroeste de Europa que en las regiones del Sur", detallan los investigadores.

Otro de los hallazgos más sorprendentes es la ausencia de alimentos marinos en las cerámicas documentadas, incluso en yacimientos arqueológicos situados en zonas de costa, donde esos recursos alimenticios estaban claramente disponibles. Una excepción es la zona del Báltico, donde tanto los recursos lácteos como los alimentos de procedencia marina fueron preparados en la cerámica.

Cerámicas para las carnes

En la península Ibérica, las cerámicas se usaban básicamente para el cocinado de carne, de herbívoros rumiantes, y a medida que se introduce la cerámica en el norte de Europa aumenta considerablemente la presencia de recursos lácteos, siendo mayoritaria en las islas británicas. Esto contrasta claramente con la zona del Báltico, donde estos recipientes se usaban para cocinar pescado. Hasta ahora no había datos en esta zona del continente, siendo este el primer estudio publicado para el área atlántica de la península Ibérica y Francia.

También han colaborado en este trabajo investigadores del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y de la Universidad de York (Reino Unido).

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