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La crisis demográfica asturiana se agudizó en 2019: 14 nacimientos y 35 muertes cada día

Asturias registró el mayor retroceso de la natalidad de España el año pasado, el peor de la serie histórica de alumbramientos en el país

El agujero de la demografía asturiana encontró un fondo más hondo en 2019. El recuento anual de nacimientos, actualizado ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE), se acerca peligrosamente a la barrera de los 5.000 apenas un año después de rebajar por primera vez los 6.000. La suma de 2019 da 5.152 y experimenta un retroceso interanual del 10,1 por ciento, que pasa por ser el peor de la serie asturiana desde 2013 y, además, otra vez -era algo que tampoco había pasado ya en los últimos años-, el decrecimiento más voluminoso de España. Cada día del año pasado nació de media un niño menos que el anterior, que obviamente fue ya un mal ejercicio para la natalidad en el Principado, el primero de la serie con menos de 6.000 alumbramientos.

En la cuenta divulgada ayer hay también 12.893 muertes, un 2,6 por ciento menos que en 2018. Es el cuarto descenso consecutivo y la cifra se sitúa por debajo de las 13.000 por primera vez desde 2014, pero este alivio leve está muy lejos de servir para contener la hemorragia: la diferencia entre nacimientos y defunciones le quitó el año pasado a Asturias otros 7.741 habitantes, un mordisco casi equivalente a la población total del concejo de Piloña. Cada día, de media, nacieron catorce personas y murieron 35, el resumen de un drama que mantiene a Asturias donde ha estado ininterrumpidamente desde mediados de los años ochenta: a la cabeza de la tasa de mortalidad (con 12,6 defunciones por cada mil habitantes) y la última en la de natalidad, con apenas cinco nacidos por cada millar de residentes.

Es cierto que la variación interanual de las defunciones se ha comportado esta vez más o menos igual que la media nacional, con un descenso del 2,6 por ciento que casi iguala el 2,4 de España, pero también que no hay quien se acerque al desplome del diez por ciento de la estadística de alumbramientos.

Esa es la triste contribución de Asturias a la preocupante tendencia del ejercicio recién recontado, que en el conjunto del país ha registrado la cifra más baja de nacimientos de la serie histórica, que empieza a contar en 1941. Los 359.770 computados en 2019 en toda España suponen un retroceso de 13.007 respecto a 2018, hacen que España se parezca en esto a Asturias -que lleva años empeorando sus peores registros en cada actualización de las estadísticas- y mirando con más perspectiva cocinan un descenso próximo al treinta por ciento en la última década.

El resumen nacional se salva con las aportaciones extranjeras, que en Asturias se mantienen en esta última estadística retenidas en la cola de la clasificación autonómica. El porcentaje de población nacida en el exterior aporta al retrato de la demografía asturiana una buena noticia insuficiente: el 7,57 por ciento de habitantes con nacimiento foráneo marca el tope de lo que va de siglo, pero sigue siendo la segunda proporción más menguada del país, sólo por detrás de la de Extremadura. La importancia de estos aportes queda clara incluso poniéndola en relación con la tasa de natalidad, que en Asturias es de 4,65 hijos por millar de habitantes entre los españoles y de 14,05 entre las escasas madres extranjeras.

Por esos derroteros camina la síntesis demográfica del año 2019 en el Principado, que completa el retrato con el consabido dato de la distribución por edades, donde vuelve a tocar techo la porción de habitantes mayores de 65 años -más de uno de cada cuatro, un 25,66 por ciento-, o con el tope de la serie histórica de la esperanza de vida al nacer, que alcanza en el Principado los 82,82 años y sigue siendo una de las más bajas del país.

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