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Emoción y asturianía en Covadonga

Fervor en el real sitio: una emigrante retornada de 94 años, rumanos conversos y una pareja agnóstica viviendo "un lugar muy espiritual"

Sarai Morán, Víctor Silva y el pequeño Luca. IRMA COLLÍN

La pandemia no pudo frenar el fervor de cientos de fieles, que ayer no quisieron perderse su cita anual con la Santina. De hecho, al mediodía ya no quedaban plazas para aparcar a menos de un kilómetro del real sitio. Entre lo que no quisieron perderse el Día de Asturias en la "casa" de la Santina, estaba María Cristina Cantora, emigrante retornada de 94 años, después de 79 en Venezuela. Regresó a su Asturias natal -es de Cangas de Onís- el año pasado, y ya entonces lo primero que hizo fue visitar la Santina. "Estoy feliz porque estoy en mi tierra", indicó la mujer, sentada en su silla de ruedas junto a su hija Yuri Allende. Y aún más contenta se puso cuando la fue a saludar el presidente del Principado, Adrián Barbón. "Pedimos a la Santina por todos los asturianos que están en Venezuela", comentó Allende.

También por segunda vez acudieron al Día de Asturias Sarai Morán y Víctor Silva, con su hijo Luca, que cumplirá 14 meses el próximo día 26. Aunque viven en Avilés, los padres forman parte de la Banda de Gaitas de Cangas de Onís, así que los tres acudieron vestidos con los trajes típicos asturianos. "Ya vinimos el año pasado, cuando Luca tenía tres meses, y queremos seguir haciéndolo todos los años", señaló la madre, que portaba la bandera de Asturias del grupo cangués. El padre toca la caja, y el pequeñín "ya lo hace muy bien con la pandereta", resaltaron orgullosos los progenitores.

Más habituales: los hermanos Marius y Leticia Giurgiuveanu, de origen rumano, que acuden siempre a Covadonga junto a sus padres el 15 de agosto y el 8 de septiembre. Ayer los acompañó también su perro, "Sultán". La familia se vino a España hace 19 años, justo los que tiene él, que era un bebé entonces. Ella ya nació en Asturias, pues tiene 17 años. Viven en Mieres. Antes pertenecían a la Iglesia Ortodoxa, pero se hicieron católicos hace unos años. No obstante, siguen "las dos tradiciones", porque "Dios es el mismo".

Entre los "novatos", Alicia García y Pedro Hernando, novios y residentes en Madrid, que nunca habían antes visitado Covadonga. "Este año vinimos por primera vez a Asturias animados por los datos de la pandemia", señaló él. "Hemos venido en una autocaravana que alquilamos en Madrid y nos ha encantado esta tierra", añadió ella. Se enteraron anteayer de que ayer era el Día de Asturias y de que había "fiesta" en Covadonga, así que decidieron ir. "No somos muy creyentes, pero este lugar es muy especial, muy espiritual, tiene algo", señaló la joven madrileña.

Pero también hubo quienes no pudieron acudir al Día de Asturias. Entre ellos, quizá los que más lo han sentido, los escolanos, que habitualmente cantan la misa del 8 de septiembre. Por primera vez en muchos años ayer no pudieron hacerlo: aún no comenzó el curso escolar (empezará para ellos al mismo tiempo que para los demás estudiantes de la región), pero además tendrán que hacerse pruebas PCR antes de volver al santuario cangués.

Los sustituyeron en la misa antiguos escolanos, algunos de ellos hijos de uno de los sacristanes, José Vecino, y el director de la Escolanía, Jorge de la Vega. Eran todos asturianos, excepto un leonés. Hubo otro cambio relacionado con los escolanos: este año modificaron su ubicación. Hasta ahora se situaban a la izquierda del altar mayor según miran los fieles, junto a la sacristía, pero en esta ocasión se colocaron justo enfrente. Porque su ubicación habitual fue ocupada por las monjas del real sitio.

La de ayer también fue una jornada de "llenazo" en los Lagos y de hecho llegó a cerrarse en varias ocasiones durante la mañana la carretera por la que se accede a Enol y La Ercina, al completarse las 200 plazas de aparcamiento existentes en Buferrera y La Tiese.

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