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Lucha contra el coronavirus en Asturias: las siete claves que explican la situación de Gijón

Los barrios más modestos de la ciudad tienen la mayor tasa de contagio

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Un brote de covid entre profesionales en el momento más inoportuno originó retrasos en la realización de pruebas diagnósticas, demoras en la comunicación de los resultados de las PCR a los enfermos y a los rastreadores, y dilaciones en los aislamientos de los infectados. Todo ello sumado a incumplimientos relativamente frecuentes de las cuarentenas que se prescriben a los contagiados y sospechosos para que no infecten a otros. 

Estos son algunas de los factores que explican por qué el área sanitaria de Gijón ha sido un punto de decisivo de eclosión de la segunda oleada de la pandemia de coronavirus en Asturias.

Según diversas fuentes consultadas por LA NUEVA ESPAÑA, la pregunta por las elevadísimas tasas de infección en Gijón y su entorno registradas en las últimas semanas tiene una respuesta multifactorial. Sin embargo, una diferencia neta con relación a lo sucedido en el resto de la región estriba en el proceso de detección del virus y aislamiento de los portadores para evitar los contagios. Todo ello sobre la premisa de que cualquier retardo en la intervención sobre una cadena de procesos, como es una pandemia, puede llegar a marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en el intento de atajar su propagación. 

1- Fallos en la gestión sanitaria: retrasos de diagnóstico dejaron casos sin aislar que multiplicaron los contagios

En esta segunda ola pandémica, Gijón ha presentado deficiencias en un apartado que durante la primera ola funcionó correctamente: el diagnóstico por PCR. Según fue aumentando el número de infectados tras el verano, la detección de gijoneses con coronavirus ha sufrido demoras de incluso varios días, un plazo de tiempo inasumible si se pretende bloquear la transmisión del virus y evitar el riesgo de nuevos brotes.

Un brote de covid en el servicio de Microbiología ha provocado “atascos” en el proceso

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El verdadero momento de “colapso” en el diagnóstico de coronavirus en la ciudad se produjo en la segunda quincena del mes pasado. Fue entonces cuando se detectó un contagio en el servicio de Microbiología del Hospital de Cabueñes que obligó a enviar a su casa a buena parte del equipo que realiza las PCR. Todo se resquebrajó. Las muestras que estaban en cola y las que llegaron después acabaron “atascadas” ante la falta de personal activo. Algunos profesionales todavía están incorporándose ahora, casi tres semanas después de detectarse el contagio.

Durante esa semana, las muestras se derivaron al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), y eso implica las mismas demoras que ya se producían en la primera ola, cuando Cabueñes no realizaba sus propias PCR (empezó a hacerlo en abril). Con el fin de optimizar recursos y no realizar demasiados trayectos, las muestras no se envían según se extraen, sino cuando ya hay acumulado un número considerable de tubos. “Si uno se hizo la prueba a última hora de la mañana y su muestra no llega a Oviedo hasta por la noche y se analiza al día siguiente, aunque se mantenga el periodo de 24 horas para el resultado ese paciente ya partía con otras 12 acumuladas. Todo suma”, indican las fuentes consultadas.

Muestras de diversos pacientes.

Estos mismos sanitarios reconocen que la capacidad del laboratorio gijonés es limitada por falta de recursos y que, en cualquier caso, el aluvión de peticiones PCR del último mes superó cualquier expectativa. A pleno rendimiento, añaden, llegaron a realizarse 1.400 pruebas en un día, cuando las condiciones de personal y recursos eran “óptimas”. 

En el momento actual, en el laboratorio del Hospital de Cabueñes sólo se realiza un pequeño volumen de PCR. El grueso se realiza en el HUCA. 

Los citados retrasos, variables pero frecuentes, fueron incrementándose a lo largo de octubre, testimonian los sanitarios de la ciudad. Desde el área de Urgencias de Cabueñes explican, por ejemplo, que “es raro” que el resultado de una prueba no sea transmitido desde el equipo de Microbiología en más de 24 horas, “aunque tampoco antes”. Desde los centros de salud, sin embargo, refieren demoras de hasta tres días antes de poder informar a su paciente. Son plazos, aclaran, que pueden dar lugar a graves errores. Algunos de estos enfermos a la espera de resultado, cuando por fin se les llama, explican que creían que su cuarentena había terminado y que ya se encontraban haciendo vida normal, obligando así a volver a activar el protocolo de contactos estrechos y confinamientos.

“Los rastreadores también reciben el resultado con unas 48 horas retraso, aunque muchas veces la prueba sí está lista antes, pero se les notifica después”, concretan las mismas fuentes. Estas demoras se suman al escaso respeto de algunos infectados o sospechosos a las cuarentenas que se alargan más de lo previsto. 

Hay asturianos sin un teléfono de contacto inscrito en su historial o que han dejado un número fijo que ya no utilizan desde hace años

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Ahora que el periodo está fijado en diez días, y sobre todo en aquellos casos sospechosos que dieron negativo en una primera PCR y no muestran síntomas, un retraso a la hora de comunicar el positivo puede hacerle creer que ya no tiene sentido quedarse en casa.

Otros expertos en el rastreo y seguimiento de casos de coronavirus indican que la organización del propio sistema puede dar lugar a demoras. Hay asturianos sin un teléfono de contacto inscrito en su historial o que han dejado un número fijo que ya no utilizan desde hace años. Y eso da lugar, aunque no es habitual, a casos de positivos que se vuelven “ilocalizables”.

Evolución de la tasa de contagio en Oviedo, Gijón y Avilés

También la propia entrada al sistema puede demorarse. “Un paciente con síntomas muy leves que intenta llamar un día al centro de salud y ve que la llamada comunica, si ve que al día siguiente ya está mejor puede pensar que seguramente no haya sido nada y siga con su vida”, señalan otros sanitarios que consideran que estos positivos “fugados” podrían haberse evitado con un reparto de responsabilidad. “Los negativos, si el sistema tiene un teléfono móvil de contacto, se notifican por SMS. Pero a todos los positivos se les llama. A todos. Si no recibes ni un mensaje ni una llamada, lo lógico sería esperar. Da igual si han pasado los 10 días de cuarentena o te encuentras bien”, explican.

2- La saturación de Cabueñes, con los sanitarios en pie de guerra: un hospital “anticuado” que se quedó sin camas en plena ola

El Hospital de Cabueñes debería haberse ampliado hace años. Su gran reforma, prevista para este 2020, quedó paralizada por una pandemia que sacó a relucir problemas endémicos del centro: un número de camas insuficiente, escasez de personal por la falta de médicos y enfermeras en toda Asturias y casi ningún espacio vacío para abrir plantas de emergencia. Fue el de Gijón el primer hospital en rozar el colapso y ha puesto a los trabajadores en pie de guerra, organizando manifestaciones semanales. Los más críticos piden la dimisión del gerente. Los menos, consideran que esta segunda ola debe probar la urgencia que supone ampliar de una vez el complejo de Cabueñes.

Así fue la nueva manifestación de sanitarios en Cabueñes contra el colapso del centro

Así fue la nueva manifestación de sanitarios en Cabueñes contra el colapso del centro Amor Domínguez

En realidad, la saturación y el cansancio de los profesionales del hospital se replica también en la atención primaria. Desde los centros de salud llevaban desde verano alertando de que el número de llamadas que recibían era inasumible. Cada médico sigue atendiendo hoy unas 60 citas diarias. En Cabueñes, el colapso llegó primero a Urgencias, cuando la falta de camas en plantas hizo que la unidad se quedase con decenas de pacientes pendientes de ingreso. Ahora, las quejas se distribuyen en cadena: Pediatría se queja de la falta de camas, Medicina Interna critica escasez de personal y buena parte de la plantilla ve con dudas los equipos de protección que les manda el Sespa. Todos coinciden en que el hospital gijonés nunca vivió con tanta tensión laboral.

La gerencia empezó las últimas semanas a habilitar los únicos espacios que le quedan. Duplicó su UCI para casos covid al abrir un área de reanimación remodelada en verano, montó un hospital de día médico en los 14 boxes de rehabilitación, liberando así la unidad de cuidados sin ingresos de la primera planta para ganar 29 camas cuyo uso aún no se ha decidido. Ayer había 17 camas disponibles para casos covid y 33 para no covid, pero sus UCI siguen saturadas y su área de casos sospechosos lleva día llenas. Tuvo que enviar positivos a Cruz Roja –ya activado en la primera ola–, pero también pedir la ayuda de Jove, que tenía ayer a 50 positivos en su centro. El mayor colapso en Cabueñes fue el puente del Pilar y hubo momentos especialmente críticos: un brote en el servicio de Microbiología, otro en la cuarta planta impar que afectó a pacientes y sanitarios y, ayer, un positivo de una médico de Medicina Interna. “Es un hospital anticuado, pequeño, y sin gente suficiente”, resumen los empleados.

3- Las dolencias respiratorias, elevadas: El doble de ingresos por asma, sobre todo en días de alta contaminación que se quedó sin camas en plena ola

Aunque Gijón no figura como el concejo con más prevalencia de enfermos crónicos en los registros del Observatorio de Salud de Asturias (Oviedo, de hecho, está ligeramente por encima), las patologías de tipo respiratorio sí parecen ser más graves en la ciudad costera. Según el último plan regional de salud y medio ambiente –que actualiza datos entre 2003 y 2015–, en el área sanitaria V en la que se enmarca Gijón ingresan por urgencia el doble de enfermos por ataques de asma que en las otras dos ciudades más pobladas de la región. En el periodo estudiado lo hicieron 10.517 gijoneses, pero solo 5.200 en Oviedo y otros 3.800 en Avilés.

El mismo plan relaciona, como ya han hecho en varias ocasiones los principales responsables de la consejería de Salud, la relación de estas patologías con la contaminación ambiental. El documento dice que “en los días de mayor contaminación” aumentan los ingresos de urgencia por patologías “fundamentalmente respiratorias”, y que esto supone un especial riesgo para asmáticos, enfermos de EPOC y afectados por neumonías. Todas estas enfermedades tipifican como patologías de riesgo en caso de contraer covid-19.

Tal vez esto explique el motivo por el que, dentro del propio municipio de Gijón, el número de casos probables, sospechosos y confirmados por coronavirus –según los registros de atención primaria– tenga una incidencia acumulada durante 14 días de 1.090 casos cada 100.000 habitantes, y que sin embargo la cifra supere los 1.400 en la zona oeste. La zona centro se mueve en los mil casos y el este de la ciudad no pasa de los 1.100. La tasa media en Oviedo es de 419. La de Avilés, de 746.

4- La eclosión de casos en geriátricos: el epicentro de casi la mitad de los brotes y contagios de toda Asturias

Gijón es el epicentro de la sacudida del coronavirus en las residencias de mayores de Asturias en esta segunda ola, que arrancó el pasado mes de julio. Casi la mitad de los brotes registrados en la región en la, hasta ahora, semana con mayor número de casos positivos se registraron en residencias de Gijón, según los datos de la consejería de Salud.

La semana 44, la comprendida entre los pasados 26 de octubre y 1 de abril, es la peor con datos ya cerrados, aunque la que ahora toca a su fin también ha tenido una alta cifra de casos positivos. En esos días, a caballo entre octubre y noviembre, se ha contabilizado un total de 16 brotes (más de tres casos) en residencias de toda Asturias, de los que 7 estuvieron localizados en el municipio de Gijón, con un impacto que se revela evidente a través de las cifras: el 85 por ciento de todos los casos positivos en esa semana en centros de Asturias correspondió a residentes de Gijón, 224 sobre un total de 263 en el conjunto de la región. En total, desde el inicio de esta segunda ola las residencias de personas mayores del área de Gijón han registrado un total de 419 casos positivos en covid-19 de los 867 detectados en los centros geriátricos de toda la comunidad autónoma.

La cifra más fatídica, de víctimas mortales, también encontró su mayor guarismo entre los residentes de centros de Gijón: de los 36 mayores fallecidos en Asturias en la última semana del mes de octubre, 15 corresponden a geriátricos de Gijón. En esa misma semana hubo una residencia de Gijón en la que declararon 65 casos, en otra 57, en una tercera cuarenta positivos y en otra 31. Es decir, estas cuatro residencias, todas de la red privada, aglutinaron 193 positivos, que suponen el 86 por ciento de los confirmados en todos los centros de mayores del concejo. Nueve de ellos fallecieron, según las estadísticas del Principado.

La semana 44 de este año, correspondiente a esta segunda ola de la pandemia del covid-19, ha situado las cifras de positivos en los centros geriátricos de Asturias, en parámetros similares a los del pasado mes de abril, que hasta ahora habían sido también los más trágicos. La consejería de Derechos Sociales desarrolla un plan de inspección que ya ha alcanzado al 70 por ciento de las 270 residencias públicas y mayores de la región, que atienden a una población de 13.500 personas. Las mayores dificultades detectadas se centran una sectorización adecuada para separar a los residentes, en función de las necesidades.

5- La elevada media de edad: el índice de mayores más alto de los grandes concejos

El ataque del coronavirus tiene en Gijón un singular potencial dañino, una entrada abonada por las dimensiones y la densidad del censo y la estructura demográfica del municipio. La población mayor, la que por su edad se acepta como más indefensa y vulnerable al impacto del virus, encuentra en el concejo más habitado de la región las tasas más altas de las grandes ciudades asturianas. Con su condición de “puerto refugio” para grandes volúmenes de población importada del resto de Asturias, la ciudad más populosa del Principado computa un nivel de envejecimiento colectivo similar al de la elevadísima media regional, lo cual ya es mucho, y superior en todo caso a los de los otros tres municipios más grandes del triángulo central, Oviedo, Avilés y Siero.

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Mascarillas de todos los colores en Asturias en el primer día de uso obligatorio La Nueva España

La tasa gijonesa cuenta, en el último dato actualizado, un nivel de habitantes de más de 65 años que multiplica por mucho más de dos a los menores de quince. Salen casi 233 residentes mayores por cada cien jóvenes y niños, muy cerca de los 235,93 del promedio que convierte al Principado en líder persistente de la clasificación nacional del envejecimiento. Está por encima de los casi 227 de Avilés y sobre todo de los 188,7 de Oviedo o de los 172 de Siero, también de los niveles de otros municipios de los diez más poblados, como Castrillón (211,3) o Corvera (188,9) y lejos de los cerca de 150 de Noreña y Llanera, los municipios menos avejentados de la región. Más de uno de cada cuatro de los 271.780 habitantes del concejo está en esa edad teórica de la jubilación, un porcentaje por muy poco superior al del conjunto de Asturias, donde un 25,7 por ciento del millón largo de residentes ha superado los 65. En total son 70.782 los gijoneses que rebasan esa barrera etaria, el equivalente a la población de todos los concejos asturianos salvo Oviedo y Avilés. Gijón sería así una buena representación a escala de la deprimida estructura demográfica asturiana y toda esta arquitectura poblacional tendente al envejecimiento puede ofrecer una explicación para el daño que ha hecho el virus en la ciudad, además de responder a la pregunta por el origen del impacto causado por su expansión en las residencias de ancianos. 

6- Una ciudad con gran cultura sidrera: el ocio en torno a la bebida regional, arma de doble filo

La cultura de la sidra, que aspira a ser reconocida como Patrimonio Universal Inmaterial por parte de la Unesco, implica compartir y dentro de Asturias, Gijón es uno de los templos reconocidos para disfrutar de la bebida regional a lo largo de un sinfín de sidrerías y lagares, en los que escanciado, tertulia y buena mesa van de la mano. En Asturias se contabilizan más de medio millar de establecimientos dedicados a la sidra y Gijón aglutina el mayor porcentaje de locales. El fin del confinamiento, el verano y la llegada de turistas, han conformado algunos de los ingredientes de un cóctel que ha sido fundamental en la expansión del virus, de forma especialmente intensa en esta segunda oleada. La sidra se ha convertido de este modo, en un arma de doble filo. Si por un lado fomenta la sociabilidad, por otro, está claro que estos no son momentos propicios para ello, al menos sin relajar las estrictas medidas de seguridad.

La sidrería, interior y exterior, es el local por antonomasia de consumo y si bien la mayor parte de los establecimientos gijoneses han mantenido escrupulosas medidas de seguridad e higiene, estas prácticas no sirven de mucho si los propios clientes no las secundan; algo así es lo que, según algunos expertos, ha podido ocurrir en estas semanas en las que la incidencia del Covid se ha disparado en la ciudad. Cimadevilla, La Plaza Mayor, los lagares de las afueras... son algunos de los enclaves típicos para el consumo de sidra en la villa de Jovellanos. Los hosteleros están pasando un mal momento y rechazan verse culpabilizados, “bastante tenemos con cerrar y resistir todo esto que está ocurriendo, como para encima sentirnos responsables por los contagios”, asegura un profesional que prefiere no dar su nombre. Los bebedores de sidra también están deseando que se acaben las restricciones y que todo vuelva a la “normalidad”. Lo cierto es que en estas circunstancias la prudencia es lo que manda y la sidra, por desgracia al igual que otras modalidades de consumo hostelero, están atravesando una auténtica travesía en el desierto, hasta el punto de que los lagares se plantean reducir la producción en esta campaña. De momento, las reuniones en torno a botellas y culinos tendrán que esperar.

7- El perfil profesional de los gijoneses: una estructura laboral poco compatible con el teletrabajo

Gijón es en los últimos años cada vez más centro de servicios que plataforma fabril, pero su nivel todavía apreciable de empleos industriales o necesariamente presenciales, ajenos por tanto al teletrabajo que tanto aconseja el universo del coronavirus, ha sido apuntado por algún experto como elemento posiblemente determinante para explicar el impacto del virus en la ciudad más poblada de Asturias. Con todas las reservas que aún aconseja la falta de datos fiables, también puede haber ayudado la mayor proliferación de áreas obreras con densidades quizá más altas de habitantes por vivienda.

Aunque todo sigue en el aire, muy pendiente de que el tiempo vaya alejando el análisis de datos de la incidencia diaria de una pandemia aún en eclosión, el empleo eminentemente presencial que dan la industria y la construcción en Gijón casi dobla al de Oviedo –más de 18.000 trabajadores frente a apenas 10.000 en el dato más actualizado–. Y aunque la capital aún se sitúa por delante en el comercio y la hostelería –21.600 empleos por 20.814–, Gijón se acerca y esas cifras pueden empezar a armar una teoría sobre la estructura del tejido económico que bien podría tener una implicación directa en el nivel de proliferación que el virus ha alcanzado en la ciudad. Fuentes de la atención primaria de Gijón, conocedoras del perfil social de los ciudadanos, explican también que parte del repunte de casos en la ciudad puede deberse a cómo y desde dónde trabajan buena parte de los gijoneses. “Se sabrá más adelante, pero parece razonable pensar que en Gijón, sobre todo en algunos barrios, haya más personas que no pueden teletrabajar. Es una ciudad con mucho empuje en el sector servicios, y no es lo mismo que una pandemia te pille en una oficina y puedas trabajar desde casa a que te pille en un bar, en un supermercado o en una tienda”, comentan. “Sí está comprobado que las bajas rentas están relacionadas con menos teletrabajo, por ejemplo, y eso se aplica en todas partes, pero puede que en Gijón haya más gente implicada”, añaden. A eso, además, se suma una esencia propia, un cierto “sentimiento de pertenencia” que crea un modelo de vida más comunitaria y “de calle”. “También es probable que haya que pensar también en el modelo de viviendas. Trabajadores con rentas bajas que comparten piso y conviven en viviendas sin gran espacio con personas que no son familiares”, añaden estos expertos.

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