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Me quedo en el pueblo | Valle (Candamo)

Manos a la obra

La diseñadora y ceramista Natalia Suárez dejó atrás Barcelona para instalarse con su marido y su hija en la localidad donde ahora tiene su taller

Natalia Suárez, en su taller de cerámica en El Valle (Candamo).

El Valle (Candamo),

Natalia Suárez se instaló hace tres años en el pueblo de El Valle, en Candamo, junto a su marido, Mauricio, y su hija. Ceramista y diseñadora gráfica tenía junto a su compañero una carrera brillante y mucho trabajo, al igual que su pareja, en Barcelona. “Soy de Pola de Laviana, aunque crecí en Villoria. A los 17 años marché a Bilbao a estudiar Bellas Artes, luego a la Escuela de Diseño a Barcelona y estuve de ‘Erasmus’ en París. Me especialicé en diseño gráfico. Durante 22 años estuve trabajando en publicidad en Barcelona y llegué a soportar un fuerte estrés porque tenía trabajo a dolor. Cuando me quedé embarazada de mi hija empezamos a plantearnos otro estilo de vida”, recuerda esta mujer que es pura energía, vitalidad y simpatía en extremo mientras se mueve por el taller de cerámica que abrió junto a su casa en El Valle, en Candamo.

Hace 14 años, antes de conocer a su marido, había comprado una casa en este pueblo “porque quería ahorrar y además está en la zona centro de Asturias, a un paso del aeropuerto, lo que me permitía coger una avión y estar en una hora en Barcelona, por eso elegí esta casa y este lugar ”, explica, y añade: “Empezamos a venir cuatro veces al año, luego cada dos meses para hacer algo de obra, en lo que también ayudaba la familia. Cargábamos las pilas y de vuelta a Barcelona. Pero, claro, a la semana ya estábamos pensando en volver, hasta que un día decidimos venir definitivamente”.

Natalia Suárez afirma que lo de irse a vivir a un pueblo y emprender en él no es tarea fácil y que precisa de un periodo de adaptación que no todo el mundo supera. “Venir a un pueblo es planificar. Emprender en el medio rural requiere más resiliencia y mucha más fortaleza que en otros entornos, sobre todo porque hay factores que no se tienen en cuenta como es el aislamiento. Tú cuando estás en una ciudad con un proyecto empresarial con una gente afín, validas constantemente tu idea; cuando llegas al pueblo esa conexión desaparece y tienes que generar tú muchas redes de comunicación para seguir validando esa idea, por eso para mí también es un aliciente vender mis piezas desde aquí. Puedo contar el entorno el que estoy, la historia que hay detrás, y eso valora mi producto porque soy una ceramista que apostó por lo rural y que dinamiza la zona”, recuerda.

Natalia Suárez, que es también profesora en la Escuela de Cerámica de Avilés, es muy reconocida en todo el país por su obra, que firma con el nombre de Woodic. “Yo revisiono un poco la cerámica, utilizo tecnología 3D para generar prototipos que me den nuevas siluetas, o utilizo fresadoras digitales para conseguir plantillas que me den grafismos para pasar a cerámica. A veces traspaso la línea entre la artesanía y el producto de diseño, pero es que soy diseñadora de formación. Para mí es un reto hacer algo que no haya hecho nadie. Yo estoy ahora con cerámica, pero cualquier día puedo trabajar el hormigón o el hierro. Y sigo teniendo mi clientela como diseñadora. Cuando tengo meses que no me entran encargos de cerámica, activo el diseño, pero sin que limite la cerámica, porque si no esto muere”, afirma.

Natalia es partidaria de que la gente vuelva a los pueblos a trabajar y a vivir. “Eso sí, es muy importante que escojas en qué zona rural quieres vivir y de qué vas a vivir en él. Yo, que sigo teniendo un poco de urbanita en mi ADN, me siento muy bien aquí, que estoy en la aldea, pero en media hora cojo un coche, me planto en la ciudad y me compro el último libro que ha salido, o en cuatro horas estoy en Madrid”.

Eso sí, afirma rotunda que el pueblo no es la panacea para todos los males: “Cuando me dicen me voy al pueblo que es la solución a nuestros males, primero dime qué males tienes porque vete con ansiedad o con una depresión u otra enfermad. Pues no. Tiene que venir haciendo antes unos ejercicios previos de conocimiento personal, porque igual tienes problemas más gordos que el pueblo no solo no te los va a solucionar, sino que a veces los empeora”, explica.

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