Uno de los escasos consensos que era capaz de generar la política asturiana ha vuelto a saltar por los aires. La solitaria divergencia de Vox ha frustrado una propuesta de declaración institucional de condena contra la violencia hacia las mujeres a la que asentía todo el resto de la Junta. La cámara sólo admite un pronunciamiento con ese formato si es resultado de un respaldo plenamente unánime, pero la oposición de Vox ha vuelto a conseguir, como el año pasado, que lo que sí había sido posible y normal en conmemoraciones previas del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres haya vuelto a dejar de serlo este año.

La reedición de aquel bloqueo –en 2019, el texto que encalló en la Junta fue leído como manifiesto en la concentración del 25N– vino acompañada en el Pleno de control de ayer por la pirotecnia dialéctica de una interpelación de Vox al vicepresidente del Principado, Juan Cofiño, en la que la diputada Sara Álvarez reincidió en su discurso respecto a la equiparación conceptual de toda la “violencia entre las personas” y denostó la visión del resto de la cámara con la sensación de que “todo se reduce a una guerra de sexos”. “No veo a ningún hombre saliendo por las calles a buscar y matar mujeres”, remató.

Cofiño, por su parte, identifica en el discurso “negacionista, regresivo y populista” de Vox la “simplificación burda y manipuladora de una realidad compleja”. Con el “mantra” simplista del tratamiento igualitario de toda violencia “enmascaran”, les dijo, “que existe una violencia singular que goza de un consenso amplísimo. Son ustedes la nota disonante” de “un acuerdo en torno a más de mil víctimas a las que quieren invisibilizar y diluir”.