Eva María Fernández Tejón, que se crio en familia ganadera, lo que ella también es de forma profesional desde que se casó, no cree que sea imposible empezar de cero en el sector primario, aunque hace un matiz importante: “Se puede empezar de cero entre comillas, pero lo que se lleva en la sangre, se lleva en la sangre. Para mí hay que nacer criáu y metíu entre ganao. ¿Se puede? No estoy segura. Esto tienes que conocerlo muy bien, es mucho trabajo, no ye tener las vacas sueltas por ahí y que se busquen la vida, las vacas hay que cuidarlas, atenderlas, mirar por ellas. Yo creo que hay que nacer en ello”, afirma esta mujer que iba para enfermera y que, tras casarse con Ángel Díaz, que “tenía cuatro o cinco vacas”, al final optó por convertirse en ganadera de éxito, pues actualmente cuenta con 55 cabezas de asturiana de los valles entre madres, crías y toros.

La pasión que siente por el oficio que ejerce es lo que le permite seguir adelante y defender un sector que considera que está olvidado y con poco apoyo de la Administración.

“Al sector primario se le está machacando por todos los lados. La Administración debería mirar más por los que quedamos en los pueblos e incentivar así que la juventud se quede, en vez de marchar a buscarse la vida fuera. Eso no quiere decir que vea mal que apoyen también que venga gente de fuera, pero, eso sí, tienen que venir respetando los usos y costumbres de los pueblos y no quejarse, por ejemplo, de que una vaca te cague delante de casa”, matiza.

También señala que su sector, el cárnico, está pasando por su peor momento, tanto por el bajo precio de la carne como por la subida de los piensos, el gasóleo y la fauna salvaje. “Los xatos se vendían más caros hace 30 años que ahora, y además está el tema del lobo, es necesario que se haga un control de su población porque es una masacre continua. Este año subimos el ganao a Beldoso, lindando con La Raya, a unos 1.600 metros de altitud, y a los quince días ya nos faltó una xata. Y cuando fuimos a buscarlas nos encontramos con una vaca recién comida del día anterior”, afirma. Y a renglón seguido, añade: “Además, existe entre nosotros una gran desunión, y así no hay forma de sacar adelante nuestra demandas. Tendríamos que unirnos todos lo ganaderos, ir en la misma dirección, para conseguir auténticos logros para el sector”. En cuanto a la importancia de la mujer rural y su relevante e indispensable papel para la fijación poblacional, y el valor que en los último años se le está dando, recuerda Eva María que las mujeres de hoy, en el campo, “vivimos mucho mejor que las que nos precedieron, teniendo ellas una vida muchísimo más dura y que nunca se ha valorado suficientemente. “Nunca se reconoció el trabajo de nuestras abuelas y nuestras madres, siempre en la sombra, excepto la asociación de Mujeres Campesinas de Asturias (AMCA), que lo lleva haciendo treinta y pico años. Antiguamente les muyeres parían en casa; eran madres, agricultoras, ganaderas, de todo. Tenían que subir la comida al marido al campo con un cestu en la cabeza y a lo mejor un guaje en brazos; ir a lavar al ríu, tender donde pudiesen y sacar de donde no había para tener algo. Está bien que se reconozca a las de ahora, pero lo que hay que hacer es no olvidar a las que nos precedieron y ponerlas en el lugar que merecen”, dice.

Eva María Fernández Tejón es también la presidenta de la Asociación de Vecinos Peñamea de Pelúgano desde 2003, cuyos miembros están siempre implicados en mejoras para el pueblo y su entorno. Lo último, el asfaltado de caminos y la puesta a punto de un área recreativa en la zona de Peñamea. “Hemos perdido socios por el fallecimiento de algunos, pero nos mantenemos. La mayor parte de la directiva somos mujeres”, explica. Y destaca con satisfacción que en su pueblo hay un núcleo de gente joven importante. “Aquí seremos viviendo unos 230 vecinos y de ellos tenemos once rapacinos, que ya es mucho. Por eso es tan importante que nos apoye la Administración”, concluye.