La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Investigación, divino tesoro | Química analítica

En busca del detector del cáncer de páncreas

El químico gallego Ramón Lorenzo está desarrollando un complejo dispositivo que permitirá identificar con solo una gota de sangre a pacientes con tumores: “Es un trabajo desde la base y llevará varios años”

Por la izquierda, María Jesús Lobo, Ramón Lorenzo y Noemí de los Santos, en el laboratorio de Electroanálisis de la Facultad de Química. | Luisma Murias | LUISMA MURIAS

Ramón Lorenzo Gómez, químico gallego de 27 años, tiene entre manos un proyecto tan ambicioso como necesario: detectar el cáncer de páncreas con solo una gota de sangre. Su investigación cumplirá en septiembre cuatro años y, aun así, todavía queda mucho trabajo por realizar. “Es un estudio muy complejo y hecho desde la base, porque en el campo de los tumores de páncreas está todo por hacer. Ramón hizo lo más complicado, y, una vez termine la tesis, serán otros los que continúen su labor”, resaltan sus directoras, las científicas María Jesús Lobo y Noemí de los Santos, del grupo de Electroanálisis de la Universidad de Oviedo, que también pertenece al Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA).

La aportación de Lorenzo al cáncer de páncreas –“en realidad, es un granito de arena”, dice– es “el desarrollo de receptores moleculares para integrarlos en sensores químicos que permitan detectar biomarcadores de tumores”. El joven investigador se esfuerza por traducir qué hay detrás de este complejo título: “Lo que buscamos, en primer lugar, es una molécula, que a menudo es una proteína, capaz de llegar al torrente sanguíneo y que al expresarse nos ayude a distinguir entre un paciente sano y otro con cáncer”. ¿Qué molécula es esa? Un tipo de colágeno –llamado colágeno 11 alfa 1– que fue identificado en colaboración con un grupo de investigación del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).

“Una vez que tengo la molécula, necesito diseñar un método que me permita analizarla en la sangre”, prosigue Lorenzo desmenuzando su investigación. Ese método son los sensores químicos, a cuyo desarrollo se dedica el grupo de Electroanálisis, que dirige la profesora María Jesús Lobo. “Nuestro objetivo es simplificar al máximo ese análisis”, asegura la investigadora. Un sensor químico, profundiza Ramón Lorenzo, “es un dispositivo que responde a cambios en la concentración de una especie química (compuesto, molécula, ion...) en una muestra, al igual que un sensor de temperatura responde a cambios en la temperatura”.

Ramón Lorenzo, trabajando en el laboratorio.

Los sensores con los que trabaja el químico gallego son una especie de pequeñas tarjetas –tienen una apariencia similar a las SIM de los teléfonos móviles– sobre las que se coloca un receptor molecular que actúa como “cebo”. Es decir, un reactivo capaz de atrapar la molécula –el colágeno– que diferencia entre personas sanas y enfermas. El cebo se llama aptámero. “Son un análogo a los anticuerpos, pero sin necesitar un animal para su fabricación”, completa Noemí de los Santos. “Esa es la gran ventaja”, añade Lorenzo.

La combinación de todo lo anterior es lo que permitirá en un futuro detectar el cáncer de páncreas con solo una gota de sangre. “La gotita se deposita sobre la tarjeta (el sensor químico) y con la molécula y el cebo que hemos colocado sobre ella nos dará una señal, en este caso en forma de corriente eléctrica”, detallan María Jesús Lobo y Noemí de los Santos, creadoras de un sensor de gluten que recibió hace meses un premio de la Asociación de Celiacos y Sensibles al Gluten de Madrid. El tipo de colágeno empleado por Ramón Lorenzo se expresa en más tumores que el del páncreas, pero el investigador quiso centrarse en este por varios motivos: porque “es difícil de ver en etapas tempranas, no genera casi síntomas y tiene un mal pronóstico”.

Lorenzo, que es natural de La Coruña y estudió la carrera de Química en Santiago de Compostela, llegó a la Universidad de Oviedo atraído por su máster en Ciencias Analíticas y Bioanalíticas. “Durante el máster, me propusieron solicitar una beca del Ministerio para empezar un doctorado, e inicié la solicitud sin tener muy claro que lo iba a hacer”, cuenta. Consiguió finalmente la financiación –es una beca FPU, de formación de profesorado universitario, de 1.006 euros al mes– y se lanzó a la carrera investigadora. “No es nada fácil conseguir esta ayuda. Es la Champions de las becas en España. Hay que tener un expediente muy bueno”, resalta María Jesús Lobo, que lamenta que en tres décadas los sueldos no se hayan actualizado. “Es de las pocas profesiones en las que esto pasa”, se queja. Por su parte, Noemí de los Santos critica que el papeleo ha ido a peor: “Yo solicité la beca en octubre y en enero ya la tenía resulta. Y estoy hablando de finales de los años noventa”. Ahora, en cambio, Lorenzo la pidió en diciembre de 2016 y hasta julio de 2017 –siete meses– no le dijeron que se la habían concedido.

La pandemia ha hecho especial mella en el químico. El confinamiento retrasó su investigación durante más de dos meses y le dejó sin estancia subvencionada en el extranjero. “Iba a ir a la Universidad de Ottawa, en Canadá, de marzo a mayo con una beca de 4.500 euros, pero la institución canadiense canceló todo tipo de estancias por el covid y tuve que rechazar la ayuda”, lamenta Lorenzo, que finalmente se irá a Italia tres meses con dinero de su propio bolsillo, ya que las estancias en el extranjero son claves para continuar en la ciencia.

No obstante, el joven no tiene claro su futuro y baraja “muchas alternativas”. “Es una decisión complicada. Me gustaría volver a Galicia. Pero tampoco sé si realizar un ‘postdoc’ fuera de España y luego regresar a mi región con una beca de retorno de talento”, comenta. Ramón Lorenzo tampoco descarta sacar el máster de profesor de Secundaria para dar clases en institutos e incluso realizar el QIR –el MIR de los químicos– para trabajar en el ámbito sanitario. El futuro lo dirá.

Un estudio clave para la salud


  • ¿Qué investiga? En pocas palabras, desarrolla un sensor para detectar cáncer de páncreas. Lleva casi cuatro años investigando sobre ello y presentará su tesis dejando el proyecto abierto. Es un estudio complejo y de varios años, que continuará el grupo de investigación de Electroanálisis de la Facultad de Química.     
  • ¿Por qué es importante? Porque en el campo del cáncer de páncreas está todo por hacer. De hecho, las investigadoras María Jesús Lobo y Noemí de los Santos llevan desde 2016 buscando marcadores capaces de distinguir entre un paciente sano y otro con cáncer. Ramón Lorenzo no solo ha dado este paso, sino que también ha desarrollado receptores moleculares, que son los cebos que permiten atrapar esos marcadores en la sangre. Su investigación es clave, pues el cáncer de páncreas no presenta casi síntomas y es difícil de detectar de forma temprana.    
  • ¿Cómo se financia? Consiguió en 2017 una beca FPU (formación de profesorado universitario) del Ministerio de Ciencia. Gana 1.006 euros al mes.

Compartir el artículo

stats