El cuarto volumen de la colección “La Cultura Castreña Asturiana”, que llega este fin de semana a los kioscos junto con LA NUEVA ESPAÑA, cuenta la historia del castro de la Campa Torres, en Gijón. La publicación del libro coincide, además, con las fiestas gijonesas de Begoña. Paloma García Díaz es la directora del Parque Arqueológico Natural de Campa Torres. Su función es gestionar los recursos arqueológicos del Ayuntamiento, encargándose de su mantenimiento, conservación y difusión. “La iniciativa de LA NUEVA ESPAÑA con esta colección es muy importante para poder difundir esta etapa de la historia a un público que de otra manera sería impensable”, resalta.

–¿Por qué es un año importante para la Campa Torres?

–Con los fondos del 1,5% del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana para la conservación del patrimonio arquitectónico podremos hacer la fase dos del proyecto. Desde el año 2000 no se ha vuelto a trabajar sobre él. Es un año fundamental. El nombre del proyecto que se va a realizar se llama “Presente y futuro de la Campa Torres” y pretendemos actualizar el conocimiento que se tiene sobre el castro, dinamizar el conocimiento y darle un plus para que los visitantes y la gente interesada en el mundo castreño puedan conocer los orígenes de Gijón.

–Todo apunta a que debajo de la explanada queda mucho por descubrir. ¿Qué posibilidad hay de ello?

–Efectivamente, el castro de la Campa Torres no está, ni mucho menos, al 100%. Nosotros ahora pretendemos, primero, adecentar la zona de la llanada, que suele inundarse y cubrirse de agua, y, como le decía, actualizar todo lo que podamos hacer con el estudio del mundo castreño en el Noroeste.

–Cuando los romanos llegaban a un castro, este empezaba a decaer. ¿Cómo fue el proceso de la Campa y de los cilúrnigos que habitaban ahí?

–Sí, empieza a decaer un poco. El primer lugar donde Roma se asienta es en el castro a su llegada a Gijón. En vez de abandonarlo radicalmente, a lo largo del siglo primero empieza a decaer. Hay un abandono paulatino hacia un nuevo núcleo administrativo, que será Cimadevilla. Lo que sí parece, tras las investigaciones de Maya en los años sesenta, es que el castro sigue habitado porque aparecieron esculturas y material de la época. No tendría el mismo esplendor de antes, pero resistía.

–Se cree que los romanos construyeron un faro.

–La construcción del faro es una hipótesis de unos investigadores; a través de las excavaciones y litografías, y de los restos, se piensa que pudo haber en la punta del cabo un faro. Como digo, es una hipótesis de trabajo. Los faros tienen doble significado, por un lado eran símbolo de poder y de decir “hemos llegado hasta el final de los territorios que se pueden conquistar” y, también, servían para que los navegantes no se estrellaran contra la costa.

–En las excavaciones no se encontró puerta. ¿Por qué?

–El castro ahora mismo está desfigurado. La vertiente sirvió de cantera para la construcción de El Musel. Falta una parte importante. El hecho de que no se encontrara puerta no significa que no la hubiera. Pienso que los romanos entraron haciendo un pacto, ahora mismo no parece que hubiera habido algún tipo de conflicto bélico o batalla.

–¿Cómo era el día a día de los habitantes del castro?

–Lo que sabemos hoy en día es que los habitantes de la Campa Torres se dedicaban a realizar productos en bronce, oro, plata y siderurgia del hierro. Tenían un intenso comercio marítimo con otras zonas de Hispania y el Mediterráneo. Por las excavaciones, conocemos que comerciaban con gentes del Mediterráneo, griegos y egipcios, pues aparecieron cerámicas de ellos. Los lazos comerciales hicieron del castro de la Campa Torres uno de los pocos puertos bien conocidos de la costa cantábrica. Recogían marisco y pescaban: en las excavaciones se encontraron anzuelos. Además, los astures se dedicaban a la agricultura y la ganadería.

–Se piensa que la Campa Torres es la Noega de los romanos, como se indica en numerosos estudios, era el lugar donde se asentaba el monumento a Augusto. ¿Está segura de ello?

–Todos los investigadores que se dedican a ello identifican el yacimiento arqueológico con el lugar de ubicación de la antigua Noega.

– Los habitantes del castro se dedicaban a la metalurgia, pero no tenían canteras cercanas de donde extraer materiales. ¿Cuál era la relación del castro con otros de Asturias?

–Sobre ese tema falta investigación y conocimiento. Se podría dar algún dato de otras investigaciones, pero queda mucho por descubrir.