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El “bochornón” llega en septiembre y rozando los 35 grados: “A ver si el mes se mantiene así”

Turistas y asturianos celebran el calor y no dudan en bañarse pese a las nubes: “Ahora hay menos gente en la playa, se está mejor así”

Enol y Noa Vallina juegan con Karolina García, en el centro, en la playa gijonesa de San Lorenzo. Marcos León

Se hizo de rogar, pero el “bochornón” tardío de verano golpeó ayer con fuerza en Asturias, sobre todo por la tarde. Es cierto que lo hizo acompañado de nubes, y tras dejar algunos chubascos aislados; pero no es menos cierto que dejó un registro de temperaturas muy elevado de forma generalizada. Salas alcanzó la máxima con 34,7 grados; seguido de Mieres (34,4), Tineo (34,3), Castropol (34) y Taramundi (33,9).

Así, el calor azotó con especial fuerza en la zona occidental, tanto en el interior como en la costa; pero también lo hizo en la central. En Oviedo, tras alguna ligera precipitación por la mañana y un amago de que el bochorno no iba a ser tanto como se esperaba, el mercurio alcanzó los 32,3 grados a las 18.30 horas. Y la sensación térmica era incluso mayor.

En la costa, donde el mar suele suavizar las temperaturas, no se quedaron muy atrás y Gijón alcanzó los 30,6 grados. Por eso hubo quienes, pese al manto de nubes que cubría por la tarde el arenal de San Lorenzo, se animaron a ir a la playa. El cielo encapotado engañaba. “Hace más calor ahora que el hubo en julio”, reconocía, acalorada, Marta Martínez, de El Berrón, que se acercó ayer a la playa gijonesa con sus dos hijos, Noa y Enol Vallina, y su sobrina, Karolina García. La familia había planificado su escapada a la costa viendo que los partes meteorológicos vaticinaban una jornada veraniega de escándalo y, tal y como apuntaron, para “compensar” todas las oportunidades perdidas durante el verano. “Sobre todo al principio, el tiempo no acompañó para nada, y ya era hora”, resumió Martínez, que siempre ha creído que a San Lorenzo es mejor acercarse por estas fechas, con la afluencia turística más relajada y sin tener que pelearse por un pedazo de arena. “Hubo días de peor tiempo que veías la playa a reventar. Es mucho mejor así”, aplaudió. Ventajas del mes de septiembre.

El alemán Joshy Schmidt con su novia Michelle.

El alemán Joshy Schmidt con su novia Michelle. Mónica Casado

En las Cuencas, el mercurio superó los 34 grados. Pese a ello, el “bochornón” de ayer se vivió con cierta alegría, sobre todo por “los pocos días de calor que hemos tenido durante los meses anteriores de verano”, explicaba Lucía Sánchez, asegurando que “es una buena oportunidad para ir a la playa, donde además ya hay mucha menos gente; bueno, las que estamos jubiladas que podemos ir a bañarnos en un día laborable”. Su amiga Carmen Álvarez asentía: “Es que todavía estamos en verano, lo único que espero es que se mantenga así el resto del mes porque para sobrellevar el calor con ponernos a la sombra es más que suficiente”. Con más de 30 grados, los helados se convierten en un arma para combatir el calor. Como los que vende Rebeca Rodríguez en su kiosco de Blimea (San Martín del Rey Aurelio). “La verdad es que cuando más helados se venden es en mayo y junio, que es cuando llegan al kiosco, pero también en septiembre”, apuntaba Rodríguez, señalando que “las ventas se deben más a que en agosto la gente se va de vacaciones fuera y nosotros no tenemos turistas”. Y, aunque el calor de ayer fue muy real, tal y como marcaban los termómetros, esta blimeína aseguraba que el de septiembre “es algo más mental, porque sigue siendo verano pero no calienta igual que en los meses anteriores”. Ayer no era ningún espejismo.

Visi Soler y Maite Iglesias.

Visi Soler y Maite Iglesias. Mónica Casado

En la comarca avilesina, los termómetros situados en la calle marcaban ayer los 29 grados. Las calles y las terrazas de los bares de Avilés estaban llenas de personas disfrutando de sus días de vacaciones. Joshy Schmidt había venido a Asturias cuando era pequeño junto a sus padres pero ahora, años después, lo hace con su novia Michelle y su amigo Fhilip. Estos surfistas alemanes han elegido el mes de septiembre para evitar grandes aglomeraciones de turistas. Han tenido suerte pues el tiempo los acompaña. “Hace mucho más calor que en Alemania y eso nos encanta”, bromeaba ayer Joshy Schmidt. Maite Iglesias es de Salinas pero vive en Albacete. Ha venido a pasar unos días a su tierra junto a su amiga Visi Soler. “La gente se queja de estos calores pero para nosotras es un respiro”, señalaba riendo la asturiana. Ahora que la mayoría de turistas hanregresado a sus casas, aprovecha la tranquilidad para ir a la playa. “Los mejores meses para venir a Asturias son septiembre y junio, adoro ir a pasear por Salinas cuando hay nubes”, añadía Iglesias. Silvi y Erik vienen desde la Bretaña francesa a Avilés para visitar a su hijo, que estudia en Asturias. “El calor que hace estos días nos encanta porque aprovechamos para ir a la playa”, explicaba Silvi.

Rebeca Rodríguez en su kiosco de Blimea. JULIO VIVAS

En el Oriente, quizás no fue tanto como se esperaba pero el calor llegó ayer acompañado de una gran humedad en el ambiente. Todavía con buena presencia de turismo en las playas y en todos los pueblos, los locales pudieron disfrutar por fin de temperaturas propias del verano. En Llanes ninguna persona de las consultadas puso ni un solo pero al calor porque se ha echado de menos todo el verano. “Estamos encantados de poder ir a la playa”, comentaban varios vecinos.

Muchos aprovechaban el día en arenales de toda la comarca, disfrutando de la temperatura, el agua y la menor presencia de turistas. “Con el verano que tuvimos, se agradece el calor y poder disfrutar de la playa porque no vimos el sol. Ahora hay menos gente y se está mejor”, comentaba Lucía González en la playa de El Sablón (Llanes). En los concejos orientales de interior, los termómetros rozaron los 30 grados y las temperaturas más fuertes se registraron a partir de las cuatro y media de la tarde. Terrazas llenas y ambiente de verano a pesar de ser un día laborable.

Un grupo de salmantinas en Llanes. María Villoria

Algunos turistas, preguntados por el calor que hacía ayer, contestaban con una pregunta de sorpresa: “¿Calor?”. Era el caso de un grupo de amigas salmantinas que paseaba por Llanes, acostumbradas a temperaturas entre los treinta y los cuarenta grados a diario. Ellas estaban ayer como en casa, aunque hoy ya no lo estarán tanto pues, aunque cálidas, las temperaturas descenderán varios grados y las nubes y lluvias irán en aumento en la región.

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